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n°304 agosto-septiembre 2004
Cultura
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Una Película Hablada (Um Filme Falado)
Dirección y guión:
Manoel de Oliveira
Interpretes:
Leonor Silveira, John Malkovich, Catherine
Deneuve, Stefania Sandrelli, Filipa de Almeida, Irene
Papas, Luís Miguel Cintra,
Montaje:
Valérie Loiseleux
Fotografía:
Emmanuel Machuel
Producción:
Paulo Branco
Portugal-Francia-Italia, 2003
1 h 36 min
Germinal
C
uando lo difícil se nos presenta
como fácil, solemos estar ante una
gran obra creativa. Este parece ser el
caso de la última película de Manoel
de Oliveira, un joven director de 96
años. Adelanto que el portugués no es uno de
mis directores favoritos. En otras ocasiones me
ha aburrido soberanamente y no he sido capaz
de alcanzar sus intenciones. En cualquier caso,
nunca me ha dejado indiferente. Sin embargo,
en esta ocasión me he rendido incondicional-
mente. Una película hablada me parece exce-
lente se vea desde el punto de vista que sea.
Como ejemplo de un lenguaje cinematográfico
propio en el que imagen y diálogo se incardi-
nan en un conjunto; como referencia de las pre-
ocupaciones que cualquier ser racional puede
tener en estos días de bombas y whisky.
Una película hablada es una vibrante defen-
sa de la necesidad de tener en cuenta las raíces
culturales de cada uno; un aviso del camino hacia
el caos que lleva la sociedad occidental en una
nave capitaneada por los Estados Unidos.
Aparentemente sencilla, casi banal podría pare-
cer, el recorrido por el Mediterráneo de la profe-
sora de Historia con su hija se convierte en un
recordatorio de cuáles son nuestros referentes.
Sin ningún tipo de idealización. Hablando de las
guerras y los crímenes cometidos; de sus pros y
contras, de sus diferencias y parecidos. En este
sentido es sencillamente ejemplar la escena de
la cena con el capitán, John Malkovich, de Melina
Mercuri, Stefania Sandrelli y Catherine Deneuve
hablando cada uno en su lengua. Pero que se
levanta como un patrimonio común desde el cabo
de san Vicente hasta Estambul. Si al espectador
le parece que lo que se nos dice es algo archisa-
bido, puede hacer la prueba de pensar en cada
una de las informaciones que se nos dan y com-
probar si las conocía. En más de una ocasión se
quedará en blanco.
Una vez más la película adquiere un tono
documental. No se trata sólo de que esté dentro
del auge que el género está teniendo en estos
últimos años, en paralelo con el agotamiento del
cine llamado de ficción, sino también en que es
la manera más eficaz de transmitir el mensaje
que se quiere dar. Cuando el imperio tira sus
caretas, aumentan las veces en las que la reali-
dad supera a la ficción. Basten recordar las pelí-
culas del norteamericano Moore. Sin embargo
Una película hablada es, sobre todo, una obra
de ficción. Desde esta perspectiva recuerda a las
de Eric Rhomer, otro joven. En ambos casos la
construcción de la realidad la hacen desde la
imagen, pero también desde la palabra, una de
las señas de identidad del género humano.
La habilidad de Oliveira es tal que la metáfo-
ra del viaje no aparece como agotada, como dema-
siada vista. Desde que el barco sale de Lisboa
hasta su inesperado final de travesía, las imáge-
nes y las palabras nos van presentado nuestras
señas de identidad de las que, en demasiadas oca-
siones, somos ignorantes. Pero la "lección" no
tiene una mera intencionalidad explicativa.
Pretende hacernos reflexionar sobre los problemas
que nos atañen hoy día, sobre todo el del cerca-
no mundo islámico. No nos presenta la cuestión
de una forma maniquea. Si no que la deja abier-
ta para que cada espectador sea capaz de elabo-
rar una respuesta. Algo difícil de hacer si no se
cuenta con las herramientas precisas. Pero que
siempre es de agradecer antes que un discurso
cerrado, impregnado de verdades absolutas.
Ninguna situación histórica lo es y menos que
nunca en una, de agotamiento de un modelo y
nacimiento de otro, como la que nos encontramos.
El inesperado final, con la foto fija del rostro
de Malkovich incapaz de entender lo que está
viendo, es la guinda de una película de sencilla
apariencia pero que encierra en su simplicidad
una interesante reflexión sobre el enrevesado
mundo en el que vivimos. Además, deja al espec-
tador la posibilidad de darle un sentido u otro:
advertencia, pesimismo o crítica. Cualquiera
puede valer.
Cuando la realidad
supera la ficción
cine
gastronomía
J. Blasco
E
l gobierno incrementa sus mensajes respecto
al consumo de fruta. ¡Cinco piezas son nece-
sarias para una dieta equilibrada! No pongo en
entredicho que la cantidad recomendada de
fruta no sea la apropiada, pero sí me cuestio-
no como una pareja con sus respectivos hijos, (por poner
un ejemplo), pueda restarle a su sueldo del mes el dinero
necesario para costearse tan sugestivo aporte para esa
"equilibrada" dieta diaria. La cuestión no radica en espo-
lear (ya que por lo general no depende de él, sino que es
cuestion de necesidad más que de avaricia) al tendero y
reprocharle sus precios. Y menos aún al agricultor, que,
similar o parecida retribución le quedará de su venta, sino
a las manos conductoras que recibirán un incremento eco-
nómico exagerado de esos productos por el simple hecho
de servir de hilo conductor. Cooperativas como el B.A.H.
son un buen ejemplo al consumo de productos de huerta
de una forma mas justa y cooperativa. Los precios siguen
al alza y los sueldos se estancan, vetusta consigna por los
siglos de los siglos...
El melón es el protagonista de la receta de este mes. De
él se dice que proviene de África, otros hablan de su origen
indio, e incluso se dice que es oriundo de Persia y conocido
por los romanos de la antigüedad... Lo que es incuestiona-
ble es su extenso aporte nutricional. Carbohidratos, Vitamina,
Sodio, Potasio, Calcio, Magnesio, Fósforo, Azufre, etc....
El melón amarillo es usado en china para tratar la hepa-
titis, en Guatemala sus pepas machacadas se usan para eli-
minar las lombrices, en Filipinas contribuye para tratar el
cáncer, y en la India como diurético.
Según el cronista Mathieu, el papa Pablo II murió de una
aplopegia por haber comido melón de forma extrema melón.
Curioso aliado el melón de los enemigos de los parásitos
papas. Alejando Dumas nos narra otra anécdota: "Un día
recibí una carta del ayuntamiento de Cavaillon manifestán-
dome que, habiendo decidido fundar una biblioteca com-
puesta de las mejores obras de los mejores autores, me rogaban
les enviara dos o tres de mis novelas, las que a mi me pare-
cieran mejores. Me pusieron en un aprieto. Yo tengo dos
hijos, y, puesto a escoger, no sabría cual elegir. Por tanto les
contesté que me negaba a elegir, que mis libros me parecí-
an buenos, pero que me parecían aun mejores los melones,
así que me permitía hacerles la proposición siguiente: yo les
remitiría la colección completa de mis obras (alrededor de unos
quinientos tomos) ; pero que ellos, a su vez, se comprome-
terían a pagármelas en melones, a razón de doce al año
mientras viviera, y que los melones serian verdes (de color).
El ayuntamiento de Cavaillon me contesto a vuelta de
correo que mi proposición había sido aceptada por aclama-
ción, votándome agradecidos esa renta vitalicia (probable-
mente, la única que tendré jamás). Ya va para doce años que
hicimos el trato, y no sé si es por casualidad o porque el alcal-
de, asesorado de sus concejales, los escoge entre los mejo-
res para enviármelos, pero sí puedo atestiguar que jamás los
comí mejores, siendo mi anhelo que mis novelas gusten
tanto a los de Cavaillon como a mí sus melones".
SOPA DE MELÓN AL VINO MOSCATEL
INGREDIENTES:
1/2 kg. de carne de melón
1 l. de agua
3 cl. de nata líquida
3 cl. de vino moscatel
4 hojas de menta, pimienta blanca, sal
Elaboración:
Poner a hervir el melón junto al agua y añadirle
la sal y la pimienta. Dejar que hierva durante
una hora. Pasar por el chino y dejar enfriar. Una
vez frío añadirle la nata liquida junto con el vino
moscatel. Rectificar de sal. Congelar. Y servir frío
en taza o cuenco con bolitas de melón.
Adornar con las hojas de menta.
Sopa de melón
al vino moscatel
La habilidad de Oliveira es tal que la metáfora del viaje
no aparece como agotada, como demasiada vista.
Desde que el barco sale de Lisboa hasta su inesperado
final de travesía, las imágenes y las palabras nos van
presentado nuestras señas de identidad de las que, en
demasiadas ocasiones, somos ignorantes

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