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Crespo
E
se decir haciendo, hablar accionan-
do. Una imagen vale más que mil
palabras y un hecho vale, a su vez,
mil veces más que una imagen. Las
personas oímos las palabras pero si
además las vemos le atribuimos un gran valor.
No se trata de olvidar la palabra, se trata de
manifestarla, de hacerla visible y comprobable.
Decir es más fácil que hacer y hacer es
mucho más que decir.
Quizá el problema viene dado porque las
palabras no son conectadas con los hechos.
Alguien dijo que los intelectuales son unos
analfabetos de la acción. ¿Puede venir la crí-
tica desde las personas que no accionan? ¿Qué
sentido tiene hablar de lo que hay que hacer
sin hacerlo? La militancia va mucho más allá
de ir a una u otra asamblea y soltar una u otra
arenga. La militancia entendida como aquello
que las personas hacemos desde que nos levan-
tamos hasta que nos acostamos, una lucha
permanente contra un@ mism@ por querer ir
más allá de los clichés, un rehacerse cada día
intentando ver los errores, un continuo reali-
zar y corregirse en las formas de consumir,
hablar, sentir, relacionarse...
Seguro que me entienden las personas que
no renuncian a nada, y lo que desean no lo
quieren mañana sino ahora. Aquellas que han
perdido la cuenta de las veces que pegan car-
teles y pegatinas. Las que renuncian a ir a un
bar porque se alarga la asamblea. Las que
intentan hacer lo que cantan. Las que no aban-
donan un proyecto si creen en el. Las que no
dicen "hay que hacer esto" sino que lo hacen,
ni te cuentan que "hacéis mal esto" sino que
lo corrigen. La gente que hace que las pare-
des hablen cuando ayer estaban mudas, las
que desobedecen de manera activa al Estado
y al capital. Las personas que liberan espacios
construyendo centros sociales y llenan de vida
los sitios especulativamente abandonados. Las
que se desgañitan con el fanzine para quede
guapo o llevan adelante una distri palmando
pelas y pelas pero continúan porque quieren
difundir la idea. La gente que cumple lo que
propone y no van de patrones de la asamblea:
"Tu haz que yo dispongo". Las que hacen las
pancartas que suele coger la gente que no las
hace, que se ilusionan con un programa de
radio aunque no les escuche nadie. Las perso-
nas que se juegan el tipo en las manis, las que
de noche salpican su furia contra los bancos,
las constructoras, las ETTs y las instituciones.
Esa gente que no da charlas ni escribe libros,
que ordenan los ateneos libertarios, las biblio-
tecas, que limpian el sindicato...
La persona de acción hace la historia no la
cuenta
En definitiva quien propagáis con el hecho,
escribís el libro más grande de todos. Escribís
la realidad, la dibujáis con los hechos. L@s
que creéis que esto no es una moda, ni una
apariencia sino una manera de vivir.
No hay papel para describir los actos, los
hechos, muchas veces, trasmiten más que cual-
quier palabra, se quedan en el mundo y lo
trasforman. Vacía es la palabra no encamina-
da al cambio y la acción.
Los libros anarquistas son armas contra el
fascismo. Instruirse para el hecho. Esa teoría
y praxis de la que habla Malatesta. Ese puen-
te de unión que nunca debió romperse. El len-
guaje de los hechos, esa manera de manifestar
tan bella y todavía tan desconocida.
Difunde la palabra, propaga el hecho.
Rompe el cerco.
cnt
n°304 agosto-septiembre 2004
Opinión
2
222
València Libertària
A
sí, podemos comprobar que, tanto
a nivel estatal como en el País
Valencià, los sindicatos "mayori-
tarios" (CC.OO.-UGT) han dirigido
a una parte del movimiento obre-
ro al retroceso de sus derechos sociales y sin-
dicales. Este hecho ha creado un sentimiento
de desconfianza y desorganización entre la
clase trabajadora.
Mientras los aparatos sindicales burocrá-
ticos hacen el juego al poder, la clase traba-
jadora, quienes se levantan cada mañana para
ir a soportar 8 ó 9 e incluso más horas de tra-
bajo físico e intelectual, son quienes pagan
los platos rotos por CC.OO.-UGT. Son quienes
pagan el pactismo y entreguismo de estos
sindicatos al servicio del poder.
Los ERE (Expedientes de Regulación de
Empleo), los despidos o privatizaciones de los
sectores públicos (Telefónica, Correos, trans-
portes etc.) son una realidad. La mortalidad
laboral, terrorismo encubierto de la patronal,
en diversos sectores, sobre todo en la cons-
trucción, es otra realidad. Deberíamos pre-
guntar a los dirigentes de CC.OO.-UGT: ¿Cuánto
habéis cobrado por estos muertos? ¿Cuánto
habéis cobrado mientras trabajadores de todos
los ramos eran despedidos o jubilados antici-
padamente?
¿Cuánto nos ha costado su política?...
Mucho, compañer@s. Es la clase obrera la
que sufre esta situación.
Marcada por la política de los Pactos de la
Moncloa, la legislación laboral impuesta redu-
ce el modelo sindical a comités de empresa y
elecciones sindicales. Desde aquellos pactos
hasta hoy, ha llovido mucho y, reforma tras
reforma, ha sido la clase trabajadora la que ha
quedado siempre en peor lugar.
Ya no nos sorprende leer en los diarios los
despidos de MB, Antena 3, los constantes
paros intermitentes de los estibadores del
puerto de Valencia o la privatización de RTVV,
entre muchas otras cosas, mientras una parte
de la clase obrera, concienciada pero minori-
taria, no ha cesado de movilizarse para denun-
ciar estos problemas.
La huelga contra la guerra fue, de mane-
ra simbólica, una prueba. La participación de
organizaciones sindicales de base (Solidaridad
Obrera, SOC, CNT-AIT, COS etc.) es un ejem-
plo de que todavía nos queda mucho por hacer
y de que no todo está perdido.
La adhesión a de organizaciones no sindi-
cales que trabajan en el ámbito social debe
tenerse también en cuenta porque refleja un
sentimiento global ante los problemas de una
sociedad y la aspiración, aún minoritaria, de
cambiarla.
La huelga general del 20-J, silenciada por
los medios de comunicación dependientes de
monopolios político-empresariales, no consi-
guió del todo su propósito. Se hizo patente
en determinados sectores y zonas geográficas
importantes: Catalunya, País Valencià, Euskadi
o Andalucía, donde aún se sufren en el campo
unas condiciones de trabajo tercermundistas.
La situación de la mujer, tanto en el ámbi-
to sindical como en el social, es todavía un
tema pendiente. A pesar del triunfalismo polí-
tico, falso y electoralista que el poder nos
vende por televisión, continúa siendo discri-
minada. Y la trabajadora doblemente: prime-
ro por su condición de mujer y, además, por
su condición de asalariada.
Es importante destacar también la inicia-
tiva de los inmigrantes: organizarse para exi-
gir su regulación y su equiparación de dere-
chos sindicales y sociales que supuestamente
corresponden a los ciudadanos de las llama-
das "sociedades democráticas".
La situación del movimiento obrero en el
País Valencià no es muy distinta a la del resto
del estado o, incluso, a nivel internacional
(salvando excepciones). El sindicalismo com-
bativo continúa siendo un granito de arena
en el desierto, pero de nosotr@s depende
fortalecerlo y prepararlo para afrontar con
más energías las movilizaciones, responder a
las ofensivas de la patronal y preparar una
nueva huelga general, práctica y efectiva,
que cree un sentimiento de unión y organi-
zación, porque los modelos sindicales cadu-
cos son los de la burocracia, el electoralismo
y el pacto social.
La emancipación sólo puede basarse en la
solidaridad de clase, la acción directa, la huel-
ga y todos los mecanismos que el sindicalis-
mo transformador y combativo pone a
disposición de la clase obrera, heredera de la
primera internacional.
Los hechos de Vitoria en los setenta, la
huelga de gasolineras de Barcelona, el con-
flicto de Roca, el asesinato de un trabajador
en la huelga de Abastos de Valencia y su
correspondiente repercusión, Puertollano,
Tomares, Asturias... son lugares y hechos que
deben permanecer en la memoria de tod@s
y de nosotr@s depende no perderla, mante-
nerla y aprender de todo ello.
El poder económico, pilar del capitalismo, juega un papel importante en la domesticación de la clase trabajadora,
pero también lo hacen sus corrientes sindicales.
Clase obrera y realidad social en el País Valencià
La emancipación sólo puede basarse en la
solidaridad de clase, la acción directa, la huelga
y todos los mecanismos que el sindicalismo
transformador y combativo pone a disposición de
la clase obrera, heredera de la primera
internacional
Propaganda por los Hechos
Desde la pegatina al sabotaje, el activismo político se encuadra en la difusión mediante los
hechos. Los hechos, basados en la palabra, dicen mucho más que las mismas palabras
La militancia va mucho más allá de ir a una u
otra asamblea y soltar una u otra arenga. La
militancia entendida como aquello que las
personas hacemos desde que nos levantamos
hasta que nos acostamos, una lucha permanente
contra un@ mism@

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