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n°303 julio 2004
Cultura
2
255
libros
Democracia y sindicalismo de Estado
Elecciones sindicales en el Área Sanitaria
de Sevilla. Un estudio antropológico
Fernando Ventura Calderón
Fundación de Estudios Libertarios
Anselmo Lorenzo
Madrid.2004
539 pags. 20
ISBN 84-86864-64-X
Manuel Carlos García
A
TS, enfermero de profesión, el autor se licen-
ció en Antropología Social. Como tesina pre-
via a la tesis doctoral, Ventura Calderón ha
estudiado el sindicalismo para dar a conocer
una parcela del mundo laboral, cuya aporta-
ción es el texto que aquí presentamos.
Dividida en dos partes, la primera aborda la teoría; la
segunda es el estudio de campo concreto que ha realizado:
las elecciones sindicales en el área sanitaria de Sevilla. En
el corpus teórico, sumamente interesante, el autor acude a
los textos de relevantes filósofos del siglo XX que fueron espe-
cialmente críticos con el Sistema: Foucault, Marcuse, W.
Benjamin, Lefèbvre, Derrida, Baudrillard, Chomsky... apli-
cados a la situación concreta del sindicalismo, mostrando los
distintos mecanismos del Poder del Estado para someternos
a todos (en el caso que se estudia, a los trabajadores).
El análisis es muy pormenorizado, sin excluir ningún
tema tabú. Cuando se hace referencia a la hipocresía de los
sindicatos de Estado, lo argumenta con casos concretos. Por
ejemplo: los sindicatos dicen defender los intereses de todos
los trabajadores, pero entre estos, hay intereses enfrenta-
dos. Tal es el caso de los trabajadores que la Administración
contrata de forma interina y la de aquellos que están para-
dos. Los primeros defienden su ascenso a la plaza fija a tra-
vés de méritos, experiencia, puntos, etcétera, mientras que
a los segundos, la opción que les queda es la realización y
aprobación de unas oposiciones. Los sindicatos suelen
decantarse por apoyar a los interinos; trabajadores con-
tratados que les pueden votar en las elecciones, y no a los
parados, que ni siquiera pueden acceder a las urnas en las
elecciones sindicales. Así de claros son los intereses sindi-
cales: si se puede sacar algún provecho, apoyan; si no pue-
den obtener nada a cambio, se olvidan. Son estos, los
conflictos que se han generado intentado resolver otros
conflictos. No obstante, Ventura Calderón no elude el con-
flicto social, que parece ser inherente al ser humano, inclu-
so en condiciones distintas a las actuales. Lo que el
compañero denuncia son las directrices de los de Arriba (sea
la Administración, el Partido, Sindicato...) para resolverlo.
Son los propios afectados, desde la misma base, los que han
de buscar las soluciones y tomar los acuerdos que consi-
deren más oportunos para regir el destino de sus vidas. Las
lógicas y justas aspiraciones de los trabajadores no se pue-
den alcanzar a través del paradigma del sindicalismo de
Estado. Mientras no seamos conscientes de esto, las luchas
contra los empresarios no será fructífera; las riquezas se las
seguirán llevando los parásitos. He aquí la cuestión, ¿cómo
podemos romper esta dinámica?
El sindicalismo, que empezó agrupando a los trabaja-
dores para defenderse de las mafias y abusos patronales,
perseguido originariamente por el Estado, que declaraba
ilegal su existencia, ha pasado a ser parte de su estruc-
tura, ha quedado absorbido por el Sistema y ha pasado a
reproducir las injusticias que denunciaba. No solo ha ocu-
rrido con el sindicalismo, como muy bien apunta Fernando,
lo mismo ha sucedido en otros ámbitos, como el educati-
vo. Nótese que los mecanismos son sutiles, muy sutiles.
Se libera a algunos trabajadores para que defiendan los inte-
reses de sus compañeros, pero que, una vez alejados del
mundo laboral, del trabajo diario en el centro, pasan a
formar parte de la estructura del Poder, acercándoles más
a tomar posturas injustas que avalan y justifica lo esta-
blecido. Ya no defienden los intereses de los trabajadores,
sino que miran más por las empresas sigan en pie. Los sin-
dicatos ya no son organizaciones democráticas y partici-
pativas como lo fueron en su origen. Ahora los afiliados
se limitan a cumplir con lo que viene de Arriba. Funcionan
como una empresa, con su campaña de marketing. Téngase
en cuenta que sus protagonistas en muchos casos no son
conscientes de que están siendo instrumentos de Poder,
y piensan que por este camino podemos alcanzar la eman-
cipación. No son conscientes (algunos, otros son muy lis-
tos y muy bien que lo saben de pertenecer a la maraña),
a la red que oprime. Se ha pasado de un sindicalismo de
trabajadores entregados a un ideal social, de actividades
que se realizaban después del trabajo, a un sindicalismo
profesional. Qué bien muestra la diferencia entre un sin-
dicalismo y otro a través de las entrevistas. ¡Qué magní-
fica la realizada al anarcosindicalista José Palacios Rojas!
Los trabajadores, por unas u otras razones, ya no creen
en el sindicalismo al no considerarlo un instrumento ade-
cuado para la defensa de sus intereses. El autor, un gran
conocedor del mundo laboral y de la psicología, no igno-
ra el egoísmo de algunos trabajadores que nunca ponen
su granito de arena, pero que desean ver resuelto sus pro-
blemas laborales por arte de magia.
Las situaciones sociales actuales son herederas de la
historia, y el sindicalismo que hoy se sufre en España lo
es de la estructura vertical franquista, con algún matiz
distinto pero, en el fondo, similar. Unos años siendo pro-
tagonista y estudioso del sindicalismo oficial son sufi-
cientes para dar a conocer sus más íntimos entresijos.
Comienzan las luchas cainitas en el seno del propio sin-
dicato para determinar quiénes van a figurar los prime-
ros de la lista; después, el enfrentamiento con las otras
centrales para obtener el mayor número de delegados.
Las sucesivas situaciones patéticas que nos va dando a
conocer Ventura Calderón nos muestran lo más miserable
de la condición humana. Quizás la más extrema sea la de
la caza del voto. Pese a que jurídicamente desde el día
anterior al de la celebración de las elecciones no se puede
hacer campaña, algunos candidatos continúan su activi-
dad incluso hasta instantes antes del cierre de la mesa
electoral. De película. No sé qué figura jurídica expresa-
ría mejor el comportamiento de los cazadores de voto, si
acoso o coacción. Triste es ver a los protagonistas tra-
yendo ovejitas agarradas del brazo para invitarlas a tomar
café, y después a que depositen el correspondiente voto
en la urna. Curiosamente, pese a todas las ayudas oficia-
les, campañas y apoyos institucionales, las elecciones son
un fracaso, aunque están montadas de tal forma que son
un éxito para el Capital. En realidad, conociendo pro-
fundamente el funcionamiento, se puede afirmar que el
gran triunfo de las elecciones es la abstención. No es
desde luego la abstención cenetista, que Fernando tam-
bién analiza. A través de las elecciones parece que no se
puede cambiar nada; no presentándose, se comenta, se
queda al margen si no hay una fuerza efectiva, y parece
que estamos en las mismas: que todo continua igual.
El sindicalismo nació sin las aspiraciones que el anar-
quismo pretendía asignarle cuando a finales del siglo XIX
los bakuninistas trataron de influir en el mundo laboral.
Frente a una situación de abuso por parte de los empresa-
rios, los obreros se organizaron para paliar la situación, sin
cuestionarse a los empresarios en sí. Los anarquistas inten-
taron imprimirle un carácter revolucionario, tratando de
subvertir el orden y autogestionando los bienes producidos.
El devenir histórico ha sido otro: si se participa en el juego,
te absorbe; si no entras en él, quedas al margen. Parece que
no hay salida. Las conclusiones del ensayo quedan abier-
tas con interrogantes que inquietan, conmovedores.
¿Se pueden generalizar las conclusiones de este estu-
dio concreto? Posiblemente, aunque con alguna diferen-
cia o matiz, sí. Presumiblemente, hay una marcada
diferencia con las elecciones sindicales en empresas pri-
vadas, pero en los casos de la Administración, deben de
ser muy similares.
El capítulo dedicado a la financiación de los sindicatos
españoles da a conocer lo dependientes que son de la
Administración del Estado y de las empresas.
A alguno le puede sorprender que en un trabajo aca-
démico, para describir la perplejidad de algunos trabaja-
dores ante situaciones un tanto irracionales, el autor
utilice comparaciones de este tipo: «Ramiro se ha que-
dado con una expresión de museo de cera, con la boca
entreabierta, como si fuera a dar un gran discurso y un
rayo alienígena lo hubiera dejado tieso. Alejandro, con cara
de sufrimiento silencioso, como en un anuncio de poma-
das antihemorroides antes de usar el ungüento.»
Posiblemente también sea una forma de reírse de las for-
malidades académicas universitarias donde presentó la
tesina. Es una actitud ácrata frente a otra parcela del
poder del Estado: la Universidad.
Digno de elogio es el trabajo realizado, máxime cuan-
do se centra en la actualidad. Es una radiografía del sin-
dicalismo que padecemos, con sus grandes discursos y sus
grandes mentiras; un exhaustivo análisis de los sindica-
tos, fotografías de día a día que forman una película; un
magnífico y erudito estudio que denuncia a una nueva
clase dirigente, en este caso la sindical, que deja su tra-
bajo habitual para pasar a vivir de la política. Una lectu-
ra muy recomendable.
Una reflexión
sobre el sindicalismo actual
En el corpus teórico el autor acude a los textos de relevantes
filósofos del siglo XX que fueron especialmente críticos con el
Sistema: Foucault, Marcuse, W. Benjamin, Lefèbvre, Derrida,
Baudrillard, Chomsky... aplicados a la situación concreta del
sindicalismo
El devenir histórico ha sido otro: si se participa en el juego, te
absorbe; si no entras en él, quedas al margen. Parece que no
hay salida. Las conclusiones del ensayo quedan abiertas con
interrogantes que inquietan, conmovedores
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