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Cultura
cnt
n°296 diciembre 2003
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rol") y "When the Shanon River runs" ("Cuan-
do el río Shanon corre"). En 1914 se urde un com-
plot para silenciar su voz. Culpado de asesinar
a un policía y a su hijo en un asalto, es ence-
rrado 22 meses en prisión. Desde la cárcel con-
tinuó componiendo y alentando a sus compañeros
a continuar las huelgas sin descanso. La IWW se
movilizó contra el juicio a todas luces amaña-
do, pero no logró detener la sentencia de muer-
te jurada por las autoridades desde el día que
pronunciaron por primera vez el nombre Joe
Hill. El sueco, a sabiendas de la agitación que
su pena de muerte estaba levantando en Esta-
dos Unidos, se despidió de uno de los líderes
del sindicato en estos términos: "Adiós Bill.
Muero como un verdadero rebelde. No pierdas
el tiempo con el luto. Organiza". Lo ataron a
una silla y pusieron un corazón de papel blan-
co sobre su pecho para que un pelotón de fusi-
lamiento de cinco mercenarios no fallara su
puntería. Era el 19 de noviembre de 1915. 30.000
obrer@s en Chicago le dieron su último adiós,
cantando con lagrimas y puños crispados.
La guitarra que mataba fascistas
Tres años antes del asesinato de Hill nace Woo-
drow Wilson Guthrie, considerado como el can-
tante de música folklórica norteamericana más
importante de la primera mitad del siglo XX.
Guthrie continuaba la tradición del mártir sueco
y de cantores anarcosindicalistas de la IWW, for-
mando parte de los "Almanac Singers" o "Peo-
ple's Songs", sindicatos de cantantes progres
que apoyaban con canciones y recitales las rei-
vindicaciones obreras. Con influencia en la músi-
ca irlandesa y el blues negro, su repertorio
abarcó más de mil canciones de protesta. Sus can-
ciones recuperaban historias de bandidos gene-
rosos y anarquistas asesinados, pero también
ofreció su armónica y su guitarra a niños y vie-
jos, a los montes boscosos y a las llanuras desér-
ticas del país, forjando un estilo de apoyo total
a las luchas populares del momento.
Guthrie, viajando en trenes de carga por
todo el país, daba conciertos con una calco-
manía en su guitarra: "Esta máquina mata fas-
cistas". Woody Guthrie nos ha legado discos
monotemáticos acerca de los conflictos de su
tiempo: canciones sobre la construcción de las
grandes presas de Bonneville y Grand Coule
(Columbia Ballads, 1937), sus "Baladas de Sacco
y Vanzzetti" (1946) y, sobre todo, sus "Dust
bowl balads" ("Baladas de la cuenca del polvo"),
donde cuenta la emigración de los campesinos
tras la crisis de 1929, incluyendo la irrepetible
Tom Joad, una balada de siete minutos que
resume las 500 páginas de la novela "Las uvas
de la ira" de John Steinbeck.
Durante los años 60, Woody Guhtrie era la
principal influencia de la considerada "segun-
da generación de folk-singers": Bob Dylan, Joan
Báez, Donovan, John Mayall, Gratefull Dead
quienes con instrumentos eléctricos intenta-
ron reproducir su espíritu, pero muy pocos logra-
ron emular a su persona.
Cuatro décadas después, los Estados Unidos
vuelven a ser cruzados por protestas y enfren-
tamientos con la policía. Diversos grupos coin-
ciden en sus críticas a las consecuencias de la
globalización económica y se encuentran en las
calles de Seattle, Washington, Nueva Cork, San
Francisco y demás ciudades para gritar consig-
nas, bailar en los carnavales de resistencia... y
cantar. En esas manifestaciones se respira el
espíritu de Joe Hill y Woody Guhtrie renacien-
do en las melodías de jóvenes como Ethan Miller.
Ethan, radicado en Maine, se encuentra involu-
crado con los movimientos anticapitalistas y
antiautoritarios de base de su zona; de hecho vive
y trabaja en el JED Center, un colectivo y espa-
cio comunitario que apoya y organiza proyectos
para el cambio social. Ha participado activa-
mente en eventos antiglobalización, compar-
tiendo el escenario con otros músicos como David
Rovics, Jim Page, Charlie King y Karen Brandow.
En Europa también se canta
Del otro lado del charco es innegable la pasión
antiautoritaria desde la canción de autor. En la
Guerra Civil Española las vicisitudes de la con-
frontación transformaban melodías populares
en himnos de resistencia y conformaron un
legado que no ha dejado de cantarse hasta nues-
tros días.
En Francia, cobijo del exilio libertario cene-
tista, desde 1952, Georges Brassens (1893-1981)
dedicaba en cabarets sus temas a prostitutas,
delincuentes y desheredados con una mordaci-
dad y ternura que le esculpe un nombre entre
la bohemia del país. Como anarquista ironizó
acerca del poder de todo tipo y participó en el
movimiento publicando sus poemas en la pren-
sa libertaria. Los discos de Brassens pasaban
clandestinamente la frontera franquista e influen-
ciaron el estilo de un joven de padre anarquis-
ta -cenetista para más señas- llamado Joan
Manuel Serrat. El legado de este cantautor está
cuantificado en más de 2.000 canciones graba-
das, espíritu aún presente en exponentes como
Serge Utgé Royo, quien además de una prolífi-
ca carrera propia participa activamente en el
circuito libertario galo.
Es evidente entonces que el estilo populari-
zado por Brassens -la ironía y los temas calle-
jeros- se refleja en temas de cantores españoles
consagrados como el mencionado Serrat y otros
como Joaquín Sabina. Pero más interesante aún
es cierto renacimiento actual de la guitarreada
libertaria por quienes han crecido en una con-
tracultura feroz e indomesticable: el punk.
A mediados de los años 80, un grupo de jóve-
nes inquietos trataron de desarrollar un espa-
cio alternativo al del mercado establecido de la
música. Además de la explosión del fenómeno
mentado como el "rock radical vasco" -Kortatu,
La Polla Records, Eskorbuto, MCD, Hertzainak, etc,
el punk ofreció por el resto de la Península una
posibilidad de expresión y relación con movi-
mientos como el propio anarcosindicalismo, la
lucha contra la OTAN, la insumisión y la oku-
pación; un movimiento ciertamente variopinto
pero de ideología decididamente antiautorita-
ria. De bandas como Juanito Piquete y los Mata-
esquiroles, Antimanguis, Black Carcomas,
Productos Cárnicos y Kolumna Durruti se des-
prende el semillero actual de la canción liber-
taria, quienes aparejan la rabia con ritmos más
sosegados y para audiencias de todo tipo. Como
afirma un relator de la movida, Josu Arteaga
de la revista Ekintza Zuzena, "desesperados por
romper el cerco del ruido. Loc@s que se mues-
tran vestidos tan sólo con una guitarra. Exhi-
bicionistas necesarios para bálsamo de corazones
rotos. Cantautor@s dispuestos a devolver el
poder a la palabra". De este caldo de cultivo son
Juanito Piquete, Moi Rojo, Pito Karcoma, el dúo
Paso a Paso y Sonoris Kausa, hermanados por
otros de trayectorias más tradicionales como
Lengua de Trapo, Sena Jaraiz y Pablo Garabato,
quienes cantan a las luchas y a la vida desde sus
primeros discos, que han incluso originado un
recopilatorio titulado "Sin Permiso, 19 cantau-
tores del siglo XXI" coeditado cooperativamen-
te por 8 discográficas independientes.
Las líricas de estos nuevos juglares de la uto-
pía se alejan de los temas sindicales para acer-
carse con las temáticas de los colectivos en los
que participan: la lucha contra las cárceles, la
crítica al neoliberalismo, el feminismo y la rei-
vindicación permanente de la acracia.
Argentina, Ecuador
Argentina, transformada en la tierra de los pique-
tes, las asambleas populares y la lucha por los
desaparecidos, es la pampa de Gabriel Sequei-
ra, un treintañero cercano a las organizaciones
libertarias de Buenos Aires y que dio sus primeros
pasos en el mundo del rock'n roll. Con orgullo
se presenta en los escenarios como "trovador
ácrata", bien sea en el Foro Social Mundial de
Porto Alegre o en la Plaza Congreso junto a las
Madres de Plaza de Mayo. Con su primer disco
-independiente, por supuesto- a cuestas, actúa
en todo campo de resistencia que lo convoca.
En Ecuador nos encontramos con Jaime Gue-
vara, un "chamo" -como cariñosamente le lla-
man en Quito- con 29 años de canción y
activismo, un personaje medular en la crecien-
te militancia libertaria de la capital ecuatoria-
na. Querido a rabiar, se ha granjeado el aprecio
de los sectores populares, su eterno auditorio en
las presentaciones a favor de los derechos huma-
nos, el antimilitarismo y la defensa de la justi-
cia. Jaime tuvo una banda musical hasta que la
precariedad de sus escenarios -la calle, las mani-
festaciones- lo obligó a seguir con la única com-
pañía de su guitarra, la misma que alguna vez
lo acompañó en la cárcel y sobrepasó en 28 los
días de presidio del chamo. "Me la devolvieron
hecho flecos" diría después.
Rechazando la marcialidad de ciertas agru-
paciones folklóricas de protesta, Jaime pone la
vacilada, lo cotidiano y el humor en cada pieza.
Con un disco grabado y otro en preparación, no
duda en "acolitar" -colaborar- con algunos de
sus 500 temas escritos para las concentraciones
solidarias, como aquellas Jornadas Continenta-
les de Resistencia contra el ALCA realizadas en
Quito en octubre del 2002, las cuales tuvieron
al chamo en la primera línea de la barricada.
Salud, canto y anarquía
Si el poder es sinónimo del silencio la libertad
se llama verbo. Las gargantas melodiosas no
dejaran de cantar en y por las luchas, por y desde
los sentimientos que nos singularizan como
humanos. Los modernos juglares, en tiempos de
Internet y nanotecnología, se arman con una
guitarra y una mochila de valores antiautorita-
rios. Si afinamos la vista quizás descubramos a
uno pasando frente a nuestras casas. Si agudi-
zamos el oído, nos deleitaremos con las baladas
que aún avivan las llamas del descontento.
Email: ellibertario@hotmail.com
URL: http://www.nodo50.org/ellibertario
La fórmula de Hill era tan sencilla como efectiva.
Tomaba las melodías de las canciones populares de
la época y les agregaba estrofas pegadizas,
ingeniosas y combativas. Para él un libro era bueno
pero una canción, aprendida y repetida
incesantemente, era la mejor propaganda.
Como anarquista,
Brassens ironizó acerca
del poder de todo tipo y
participó en el
movimiento publicando
sus poemas en la
prensa libertaria
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