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    capitalismo de rapiña, mafioso, destructor y criminal, no es más que el 
    desenlace histórico inevitable de aquel capitalismo productivo, emprendedor 
    y desarrollista cuando entra en plena decadencia.
    Pedir a la burguesía que defienda los valores éticos, que 
    promuevan la solidaridad de las naciones y la equidad en el mundo, es obviar 
    que esta burguesía ya no existe, que la Sociedad de las Naciones ya hace 
    años que desapareció y que la Organización de las Naciones Unidas ya ha 
    quebrado.
    La gran concentración de la Propiedad que se ha producido 
    en las últimas décadas es, en si misma, la realización absoluta del sistema 
    y es, a su vez, (cuando alcanza los límites absolutos) precursora de su 
    total agotamiento. Cuando la privatización del mundo alcance su máxima 
    realización, la crisis ya no podrá ser resuelta dentro de sus propios 
    espacios.
    (...)"Una formación social nunca declina antes de que se 
    hayan desarrollado todas las fuerzas productivas que ella, en toda su 
    extensión, es capaz de contener y nunca surgen nuevas relaciones de 
    producción superiores antes de que sus condiciones materiales de existencia 
    hayan sido generadas en el seno de la vieja sociedad. Es por esto que la 
    Humanidad nunca se propone realizar tareas que no pueden ser llevadas a 
    cabo, ya que, si analizamos bien las cosas, llegaremos siempre a la 
    conclusión de que la propia tarea sólo surge si las condiciones materiales 
    de su resolución ya existen de antemano, o por lo menos existen en vías de 
    formación". (Marx, en el prefacio de la "Crítica de la economía política").
    La inmensa capacidad de desarrollar las fuerzas 
    productivas que la Humanidad ha alcanzado camina en el sentido contrario al 
    de la parcelación o individualización de la propiedad. Hace muchos siglos 
    que caminamos en el sentido contrario. Es ceguera intelectual no comprender 
    este proceso. La vuelta atrás es impensable: no podemos volver a parcelar 
    los cielos, los mares, los territorios, los recursos naturales, etc. Nuestro 
    Patrimonio Común es único e indivisible y la próxima tarea de los ciudadanos 
    del mundo será sin duda alguna evitar que éste sea nuevamente privatizado 
    por individuos o grupos de individuos, por naciones o grupo de naciones para 
    su beneficio privado.
    El proceso de concentración que se está realizando dentro 
    del sistema capitalista, la Humanidad en su conjunto la terminará.
    La crisis del trabajo asalariado es la crisis del capital
    La crisis del sistema es el final de un proceso histórico 
    en donde la manera de organizar la producción y la distribución de la 
    riqueza nos acercan a un callejón sin salida.
    Por primera vez en la Historia el trabajo humano es 
    considerado como un COSTO de producción a eliminar o suprimir. En la 
    sociedad de esclavos el expolio del trabajo humano era de las 24 horas. En 
    el feudalismo era prácticamente de sol a sol. En las primeras sociedades 
    industriales las jornadas laborales alcanzaban de 14 o 16 horas. Más tarde 
    la reducción de la jornada laboral que impusieron las luchas de los 
    trabajadores, constituyó un notable descenso del tiempo de trabajo apropiado 
    (en 1936 en Francia ya se estableció la jornada de 40 horas semanales) fue 
    recuperada por un incremento muy importante de ingentes masas de 
    trabajadores asalariados, y en la implantación de sistemas tayloristas de 
    producción que acompañaron a las constantes innovaciones tecnológicas. Más 
    fábricas, más trabajadores, incesantes innovaciones tecnológicas y una gran 
    racionalización del trabajo hizo posible una gran etapa de acumulación 
    capitalista.
    Las crisis cíclicas (ciclos de Kondrayev) no asustaban a 
    los economistas. El circulo capital-mercancía-capital parecía no 
    interrumpirse.
    Durante todos estos periodos de expansión y de 
    concentración capitalista ya se dieron los diferentes síntomas de unas 
    crisis inherentes al modo de producción que de una manera rigurosa ya fueron 
    analizadas por Karl Marx en el año 1858 en los borradores preparatorios a 
    "El Capital". La sobreproducción, el paro, las crisis bursátiles, las 
    guerras destructivas, los procesos migratorios actuales no son ni mucho 
    menos síntomas novedosos o sorprendentes.
    Lo verdaderamente relevante (que el análisis de Marx 
    desarrolla y anticipa) es la continua desvalorización del trabajo humano en 
    la medida que el ingenio, la destreza, la técnica, la rapidez, la 
    perfección... el vertiginoso avance de los conocimientos aplicados que los 
    seres humanos hemos ido transmitiendo, acumulando y aumentando sin cesar, 
    los hemos ido depositando en artilugios tecnológicos que pueden producir 
    mucho más y mucho mas eficazmente. La reducción del tiempo de trabajo 
    necesario hace inviable que este siga siendo la única medida del valor y la 
    única fuente de riqueza. La desvalorización del trabajo representa la 
    desvalorización del Capital por cuanto el círculo capital-mercancía-capital 
    se ha interrumpido.
    Tanto es así, que el trabajador en la actualidad, en la 
    llamada sociedad de la tercera revolución tecnológica, estará obligado a 
    trabajar muchas más horas y en peores condiciones laborales que los 
    antepasados que trabajaban con maquinaria mucho menos adelantada y observará 
    con indignación que su salario va perdiendo progresivamente su valor de 
    cambio en la medida que la tecnología se haga cada vez más eficiente.
    Este hecho contradictorio no es más que el resultado de 
    un cambio profundo en las relaciones de producción: el carácter individual 
    de la fuerza física de trabajo (perfectamente calculable) se ha transformado 
    en otra fuerza de carácter colectivo (el conocimiento: investigación, 
    comunicación, información, etc) mucho más eficiente.
    La revalorización del Capital ha llegado a sus límites
    Mientras nuestra capacidad de producir ha aumentado de 
    manera espectacular, NADA EXISTE ni puede existir si no pude ser convertido 
    en mercancía, es decir sin adquirir un valor de cambio: sino puede venderse.
    Un ciudadano argentino me escribía: ..."En una hectárea 
    de trigo en la provincia de Buenos Aires se cosecharon once toneladas de 
    trigo, probablemente un récord mundial. En el año 2001, Argentina produjo 70 
    millones de toneladas de cereales, o sea dos mil kilos por habitante. Si a 
    eso le sumas la producción de carne de vaca, ovejas, cerdos, pollos, pesca, 
    lácteos, frutas y hortalizas, producimos más de 3.000 kilos de alimentos por 
    habitante por año. Expertos en alimentos calcularon que Argentina, si no 
    exportara sus cereales podría alimentar a 300 millones de personas. Nuestra 
    población es de 36 millones (...) Acá no se ara la tierra. El suelo es tan 
    fértil que no hace falta. Se practica la siembra directa, es el país del 
    mundo donde se practica más la siembra directa que consiste en eliminar las 
    hierbas con herbicidas y luego sembrar directamente sin remover el suelo 
    (...) Más de 7 millones de argentinos en este mismo momento, comen menos de 
    lo necesario para sobrevivir, o sea están en peligro de desnutrición e 
    incluso de muerte...".
    Los ciudadanos argentinos continuarán trabajando la 
    tierra pero seguirán viendo sus graneros vacíos. Ellos no podrán comprar aún 
    cuando el precio mundial de los cereales seguirá también desvalorizándose 
    (precios a la baja para el productor y al alza para el consumidor). Como se 
    desvaloriza el café, la leche, la caña de azúcar, el cacao, ... el acero o 
    el petróleo. Cuando los graneros del Imperio estén a rebosar y no necesiten 
    sus cereales, se quemarán si es preciso sus campos de trigo porque no pueden 
    existir para su USO, solo existen para el CAMBIO.
    Es así como el Capital ha sentenciado a una gran parte de 
    la Humanidad y es así como continentes enteros se han convertido en simples 
    reservorios de recursos para un pequeño sector privilegiado de la población 
    mundial.
    Los periodos en donde en estos países expoliados se 
    intentaba mantener una cierta estructura política, con el intercambio de 
    materias primeras-armamento con el que sus capataces podían mantener un 
    enorme séquito de funcionarios y fuerzas represivas para someter a sus 
    desesperanzados pobladores en la mas absoluta rendición, parece también 
    haber acabado. Simplemente se ha optado por una selecta y demoledora fuerza 
    militar vigilante de gaseoductos, acueductos, centros de materias primeras, 
    etc. que asiste impasible al desmembramiento, luchas fratricidas y 
    autoaniquilación de los pueblos expoliados. Afganistán y Colombia son dos 
    ejemplos de ello.