Las asambleas de
vecinos que han proliferado en la capital de Argentina y sus alrededores desde
las protestas de diciembre lograron resultados concretos, pero también sufren
violencia a manos de militantes políticos.
Los vecinos organizaron compras comunitarias
de alimentos a bajo precio e incluso brigadas de operarios voluntarios que
restablecen la conexión a las redes públicas de electricidad, gas y agua potable
en aquellos hogares cuyos servicios fueron cortados por no pagarlos.
Entre sus proyectos, figuran desde la creación
de una huerta para la producción de alimentos hasta un banco de vecinos en el
que guardar ahorros que no volverán al sistema formal, donde los depósitos
fueron inmovilizados por decreto del gobierno.
Las asociaciones de residentes de barrios del
oeste de la capital lograron que la empresa eléctrica Edesur estudie la
suspensión por 180 días de los cortes de servicio por mora. Mientras, vecinos de
la periferia occidental exigen una reducción de las tarifas para los
desempleados.
El fenómeno de las asambleas barriales se
multiplicó luego de las manifestaciones que precipitaron la caída del presidente
Fernando de la Rúa el 20 de diciembre. La violencia y la represión registrada
ese día y el anterior dejó un saldo de 30 muertos.
En estas reuniones, generalmente realizadas en
lugares públicos, se tratan asuntos políticos y económicos nacionales y los
problemas locales más urgentes, como la crisis del hospital público, el
desempleo y la falta de alimentos. Estas cuestiones, según los asambleístas, son
los menos atendidos por la dirigencia política.
Los vecinos organizados de las populosas
localidades del norte, sur y oeste de la capital argentina también han sufrido
violencia. Empleados municipales y simpatizantes de los partidos tradicionales,
el Justicialista (peronista) y la Unión Cívica Radical, intimidaron e incluso
golpearon a los más activos.
Una enfermera del hospital de la localidad de
Morón, al oeste de la ciudad de Buenos Aires, aseguró haber sido golpeada hasta
quedar inconsciente por un desconocido que descendió de un automóvil después de
seguirla durante varios días.
La funcionaria había afirmado en una asamblea
que el líder de su sindicato no defendía a los trabajadores a causa de sus
compromisos políticos.
Cuando la organización de los vecinos ganó
impulso en Merlo, otra localidad al oeste de la capital, unos 200 hombres con el
torso desnudo irrumpieron en una reunión para pegarle a los asambleístas con
mangos de hacha, dijo a IPS una maestra del lugar cuya vivienda sufrió luego un
inexplicado incendio.
Las amenazas telefónicas y la represión --casi
nunca policial-- se han convertido en una constante. Los comerciantes, incluso,
afirman que los inspectores de impuestos acuden a controlar sus cuentas cuando
colocan en los locales carteles de convocatoria a una asamblea.
El presidente Eduardo Duhalde, designado por
el Congreso legislativo el 1 de enero para gobernar hasta septiembre de 2003,
descalificó el movimiento de asambleas barriales. "No se puede gobernar con
asambleas. La manera democrática de organizarse y participar es mediante el
voto", opinó el mandatario.
Mientras los políticos tradicionales
desacreditan el fenómeno, los asambleístas transmiten una sensación de vacío de
poder y por eso abundan las exhortaciones a apelar a sus propias fuerzas para
resolver los problemas.
"El tema del hambre es urgente. No podemos
seguir dilatando la respuesta a la oferta del INTA (Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria) de 200 hectáreas vacías para una huerta comunitaria.
Debemos resolver quién va a trabajar allí, qué vamos a producir y para qué",
clamó en una asamblea un vecino de Morón.
Otro, más joven, exhortó a acelerar la
discusión sobre tarifas públicas y a lograr que un delegado de las asambleas
participe en las negociaciones con empresas, gobierno y organizaciones de
consumidores. "No vaya a ser que durante el mundial (de fútbol en Japón y Corea
del Sur) en junio, aprovechen para aumentarlas", advirtió.
Aunque la actividad de las asambleas no se
detiene, la asistencia menguó en las últimas semanas, indicaron algunos
participantes a IPS.
"Ahora parece que viene menos gente. Siempre
pasa que después de un punto álgido la participación decae. Pero lo importante
es que las asambleas se sigan realizando para cambiar un mundo que ya no le
gusta a nadie", dijo a IPS Cristina Guerra, enfermera de 54 años desocupada
desde hace cinco meses.
"Estamos viviendo en un sistema muy cruel, una
sociedad para pocos, y la forma de cambiarla es participando en estos espacios
que crea el pueblo", afirmó Guerra.
La enfermera consideró que en diciembre hubo
"una ruptura" entre la gente y el gobierno, y pronosticó que los dirigentes
políticos de los alrededores de Buenos Aires procurarán frenar las asambleas.
"A ellos sólo les gusta movilizar a favor, a
sus clientes políticos", que reciben alimentos y otros favores a cambio de su
participación en actos, dijo.
"Si resolvemos cosas, vamos a construir un
doble poder. Si conseguimos, por ejemplo, una rebaja de 50 por ciento de las
tarifas de servicios públicos para desempleados y personas con ingresos mínimos,
vamos a dar un salto de calidad, y vamos a tener mucha más gente participando",
avizoró Guerra.
Los vecinos del barrio capitalino de Palermo
Viejo organizaron una sala de primeros auxilios médicos mientras continúan
discutiendo los problemas del hospital local. En Ramos Mejía, fuera de la
capital, incluso el director del centro médico participó en la asamblea de
vecinos.
Tanto en capital como en los alrededores, las
asambleas se celebran una vez por semana y envían luego sus delegados a una
reunión "interbarrial" para aunar criterios o cambiar experiencias. El domingo
17 se prevé la realización de una "asamblea de asambleas" en el Parque
Centenario de Buenos Aires.
Los participantes se preocupan de establecer
una organización "horizontal", con moderadores rotativos y formación de
comisiones para tratar las distintas propuestas.
Muchos asambleístas creen que es posible,
aunque no de inmediato, atribuir a sus organizaciones tareas antes reservadas al
gobierno. Los vecinos deberían darse un espacio para debatir sobre "los temas de
la democracia", dijo Juan Mosca, trabajador de la industria aeronáutica de la
localidad de Castelar.
Así piensan muchos vecinos que en las
elecciones parlamentarias de octubre pasado, de carácter obligatorio, optaron
por votar en blanco o anular el sufragio en señal de rechazo a la actitud de los
dirigentes políticos.
"El 19 y el 20 de diciembre el pacto de
representatividad entre el pueblo y los gobernantes se quebró y nuestra
constitución no rige. Si estuviera vigente no habría 15 millones de pobres y
tanto atropello", sostuvo Mosca, de 57 años, montado en su bicicleta luego de
una asamblea interbarrial en Morón.
"Por eso, traje a esta (reunión) interbarrial
la propuesta de Castelar de comenzar a discutir quiénes van a gobernar mañana,
cuál será nuestro proyecto político, cómo vamos a reemplazar a nuestros
gobernantes y a nuestros jueces", dijo el obrero, veterano activista de la
Sociedad de Fomento de su localidad.
Desde la crisis de diciembre, al menos uno de
cada tres entrevistados para un estudio de la encuestadora Hugo Haime afirmaron
haber participado en una asamblea barrial o en un "caceroleo" de protesta contra
los políticos al menos una vez.
En cuanto a la trascendencia del fenómeno, 35
por ciento de los encuestados consideraron que se trata de "una nueva forma de
organización pólitica", 16 por ciento creen que en ese espacio "surgirá la
renovación dirigencial", y 21,3 por ciento prevén que la efervescencia se
desvanecerá con el tiempo.
Mientras, las asambleas ocupan un espacio cada
vez mayor en los medios de comunicación y, además, crean sus propios canales
alternativos. Una radio de Morón emite el programa "La hora de las Asambleas", y
también hay un periódico hecho por asambleístas, "Argentina Arde".
"Algunos creen que somos menos, pero los que
quedamos somos los que queremos hacer cosas, los que queremos dejar de quejarnos
en casa y hacer lo que los políticos no hacen: resolver los problemas de cada
día, sin aparatos político-partidarios, sólo nosotros con nuestra organización",
concluyó Guerra.
Tomado de a-infos