Montenmedio
pasará a la historia de la corrupción y la desFACHAtez de este sufrido
país, ya que es un caso "ejemplar" para entender como funcionan aquí los
caciques.
En los años 80, Serafín, el Alcalde de
Barbate, vendió la Sierra del Retín a los militares. A cambio, pretendía
urbanizar el pinar de Los Caños, pero por las luchas internas del PSOE se
le declaró Parque Natural, bloqueando las ambiciones de Serafín Núñez, que
se encomendó a Juan Guerra para sacar adelante Puerto Plata, lo que
terminó costando la dimisión de Alfonso Guerra.
Mientras, el Parque Natural había dejado
fuera Montenmedio, a pesar de su gran valor natural, que pasó de manos de
RUMASA a las de Patrimonio del Estado, quién lo vendió barato a Blázquez,
futuro suegro del ex_pte. Felipe Glez. Todavía no se sabe de donde saco
Blázquez los 300 millones de dinero negro invertidos, aunque se sabe que
Felipe tiene muchos intereses en Venezuela, donde malbarató Galerías
Preciados con el grupo Cisneros y su amigo Carlos Andres Pérez, después
procesado por corrupción.
Después Blázquez ha arrasado un
importante matorral (extinguiendo una especie de flora endémica) y gran
parte de la arboleda, ha pinchado el acuífero bajo el nivel del mar y ha
construido un bodrio de cortijo a la que llaman casa-club, además de un
pequeño palacete de uso privado y secreto. ¿Será para recreo y solaz de
Glez, siempre de visita por Marruecos y nuestra sufrida tierra?.
El blanqueo de dinero parece ser el
negocio de Montenmedio, pues el golf, los caballos y el arte contemporáneo
no son más que descaradas tapaderas. Si es que se puede llamar arte a lo
que allí se crea; el colmo ha sido la excavación por emigrantes a sueldo
de 3.000 tumbas frente al estrecho. Los trabajadores emigrados cavan sus
propias tumbas, en una suerte de "performance" de insuperable cinismo,
remate del delirio posmoderno.
Y no podían faltar los "agentes"
sociales, perejil de todas las salsas con pasta gansa. CCOO pide al
juzgado que detenga la ejecución de la sentencia de demolición de la
casa-club argumentando el número de empleos creados, 150. Se unen a la
Confederación de Empresarios para señalar el agravio al pobre Blázquez,
cuando podrían exigir que se expropie la finca y la empresa pase al sector
público. Pero no defienden a los trabajadores, sino a los empresarios, lo
que por otra parte hacen siempre, ya que son quienes dan de comer a los
vendidos del comité de empresa.
Los empleados de Al Capone se quejarían
de su mala suerte cuando su jefe fue a la cárcel, pero a ninguno se le
ocurriría pedir su libertad para conservar su empleo, aunque fuese como
honrado jardinero. Pero a estos modernos sindicalistos no se les escapa
una, ya sean las subvenciones del FORCEM o del PTE, dilapidadas en su
beneficio privado, ya las prebendas de la mafia sociata.
Extraído de Cádiz Libertaria