Finalmente hubo huelga o más bien, paro general. Y la CNT
paró.
Los ministerios
sindicales convocaron huelga y no sabemos muy bien por qué: Las elecciones
sindicales, la necesidad de legitimación tras su desprestigio, ... Y es que no
sabemos muy bien por qué no han aceptado el decretazo del desempleo si los
medios "progresistas" del país (y "El País) lo único que ven de malo en él es
que no haya sido fruto de la negociación y no su contenido o las consecuencias
sociales del mismo. Es decir, el decreto es bueno si los ministerios sindicales
lo firman y malo si no lo firman. Una falacia.
La CNT es la organización que antes mostró su
oposición a este decreto: 25 años, nada menos. El decreto es siempre el mismo,
cambia la forma. Normalmente en él estampa su firma el equipo habitual, a veces
no, pero ello no cambia el contenido, ni el proceso.
Porque llevamos 25 años oponiéndonos a las
maravillas de la concertación social, tenemos la maquinaria engrasada para
este tipo de convocatorias (no se puede decir lo mismo de los/as sindicalistas
de despacho). Estamos en contra y lo demostramos cada día.
Pero está claro que la CNT estaba obligada el
20-J a realizar una doble movilización: contra el decreto y contra el sistema
del que los burosindicatos forman parte. Y no queremos separarlo, porque no se
entienden por separado, porque su objetivo es el mismo: Conseguir un mundo de
míseros asalariados aislados entre sí.
Por eso nos ha parecido bien parar y nos ha
parecido bien que la mayoría de los trabajadores y trabajadoras hayan salido a
la calle en defensa de dignidad, ese siempre puede ser un principio. Pero
abrimos los ojos para ver toda la cantidad de asalariados/as que ese día no
pudieron y no quisieron parar.
La cantidad de gente trabajadora que no tiene libertad para parar va en aumento
y la que no quiso parar, también.
Y nada de ello es ajeno a los largos años de
complicidad sindical en la desmovilización y desideologización de la clase
trabajadora en el Estado:
La precarización de las condiciones laborales
firmada por CCOO y UGT es el punto de apoyo para el acoso que ejerce individual
y colectivamente el patrón sobre cada uno/a.
Entre los que no han querido parar hay crítica
a los convocantes.
Hemos salido a la calle para expresar dos
cosas: el capitalismo es el causante del impresionante aumento de la tasa de
desocupación y el sistema de concertación con los burosindicatos no nos vale.
No nos apeamos del burro: una huelga nos
perjudica menos que la paz social. Es con la paz social cuando perdemos más
derechos.
Y, como no podía ser menos, cada uno ha
cumplido su papel, la patética oposición, responsable de la base de la Reforma,
en la pancarta principal; las bases aguantando los palos de los piquetes
antidisturbios; el gobierno y la patronal enseñando sus entrañas asesinas y sus
intestinos de lavado de cerebro.
El Gobierno no entiende las razones de la
huelga porque le parece lógico quitar al que menos tiene y le parece aún más
lógico que un solo señor consejero de banco o de empresa nacional se lleve de un
golpe el volumen equivalente al PER de 200.000 jornaleros y jornaleras, por
ejemplo.
Ha sido vergonzosa la represión y la
manipulación del Gobierno y pese a la imagen de fracaso y de normalidad que ha
querido dar éste, y al poco empeño que han puesto las burocracias sindicales, la
huelga ha sido seguida por la inmensa mayoría de los que podían hacerla:
trabajadores y trabajadoras de este país con mínimos derechos.
Hemos deslucido los afanosos intentos del
gobierno, de la patronal y de los medios de comunicación afines al poder
político y económico y hemos oído la voz de los más desfavorecidos con las
políticas antisociales. Pero esto no basta, la CNT paró para algo más.
La CNT paró y lanzó su mensaje para
desenmascarar a los artífices de tantos desmanes. La CNT en la calle, ha sido la
alternativa con inteligencia. Al buen entendedor con pocas palabras basta. ¿Qué
opción le queda a quién desafía la presión de los perros de presa para hacer una
huelga jaleada por los que hace tres meses firmaron el neoliberalismo en el AINC?:
Unirse a los que piensan igual y actúan en consecuencia.
Después del 20-J dicen las burocracias que
"continuarán la presión hasta que el Gobierno suplique diálogo"y que
están dispuestas a incrementar la presión, claro que no sabemos si su arma
secreta se concreta en su intención de no ir a la boda de la "niña" o no asistir
al santo del Rey, estamos en ascuas.......Y luego dicen que somos utópicos.
Ahora se dan cuenta Méndez y Fidalgo que
"la política de consenso ha sido uno de los principales activos de Aznar".
Los ¡doce! pactos que firmaron en la primera legislatura del PP fueron, según
Méndez, "claves para que un señor con una cara tan antipática lograra la
mayoría absoluta" en marzo de 2000.
Ahora se percatan de que el diálogo social
–afirma esta pareja- "le hace más falta al Gobierno que a nosotros". Y
ahora viene lo mejor: "porque la economía no acaba de repuntar y el único
elemento bajo control son los incrementos salariales pactados en nuestro acuerdo
interconfederal para 2002". Por favor, que den un premio a la inteligencia
de estos señores rodeados de gabinetes de estudios financiados por nuestros
bolsillos.
No salimos de nuestro asombro de que no salgan
de su asombro: Y es que también se lamentan de que un gobierno de hijos del
....... franquismo "desprecie el esfuerzo" de estas centrales
(de energía páctica) para asumir una previsión de inflación del 2% en la
negociación colectiva - 2002, pese que las patronales
dijeron que sería más del doble. Resulta muy gracioso el lidercillo de
UGT cuando dice: "Para salvar
la negociación aceptamos pulpo como animal de compañía"
Se acusa al gobierno de vendernos un país
virtual y eso es lo mismo que hacen los ministerios sindicales. La prepotencia
se pega, no la hermosura.
En el país virtual que describen los "buros",
el Estado de derecho es aquél en que ellos representan a la mayoría, el
neoliberalismo es la única realidad posible, el sindicalismo realista es el de
los pactos antiobreros, el sindicalismo honesto es el los liberados y
subvencionados y el sindicalismo participativo es el que niega las asambleas.
El gobierno niega que exista la huelga, pero
existe. Los ministerios sindicales niegan que exista otro sindicalismo y otro
modelo de organización, pero existe.
Y debemos tener una bola de cristal porque
acertamos siempre: Seguramente veremos en los próximos meses que si el coste de
la negación de la huelga por parte de Rato para la sucesión de Aznar no compensa
los beneficios económicos del decretazo, Aparicio, o sus sucesores tras la
remodelación del Gobierno posterior a la boda de la "niña", llamará a los buros
y éstos se sentarán a negociar.
¿Y después del 20-J? Nosotros, a lo nuestro, a
nuestra utopía realizada cada día: Trabajar para la transformación social, pero
con los pies en la tierra, engrasando nuestra anarcosindical.
Como diría aquél, para ser inexistentes,
gozamos pero que de muy buena salud.
Salud.