Hasta
Kananaskis, nada menos, se fue el hispano duro, el que lleva su lucha
antietarra y unitarista hasta la exagerada obsesión de convertir el
Ministerio de Exteriores en una sucursal del de Interior y de Defensa.
Pero, esta vez, no, esta vez, Aznar se fue a pedir para los banqueros.
Él, que, en tiempos, acusaba a Felipe González de pedigüeño europeo, se
va ahora a las lejanas y frías montañas de Canadá, sin que nadie se lo
pida, a asumir un papel de telonero semimudo, para aprovechar, ante los
, esta vez, nerviosillos representantes del G-7, cualquier intersticio
de receso y ocasión de rogar, eso sí, universalmente, a mediadores del
FMI y del BM que le echen un cablecito a la Argentina. En realidad y
particularmente, esta nación no debe de importarle gran cosa por sí
misma al presidente, pero en esa alargada estructura geográfica del
Continente Sur, los especuladores españoles parecen haberla metido hasta
el corvejón y se han dejado pillar allí muchos miles, pero que muchos
cientos y cientos de miles, arañados a los sudores de los proletarios
patrios, y la cosa ha llegado a producir un severísimo estado de anemia
en la bolsa de los valores financieros de estos lares de por acá. Su
ruego-súplica ya lo había hecho por otra vía el ministro Rato sin
resultado alguno, al igual que ha de ser vano el esfuerzo aéreo del
hombre de la Moncloa. En esto, como en otras muchas cosas, está este
señor in albis, al creer que donde reina el oro puede poder la
política alguna quisicosa. La amistad de Blair puede servir para tomar
unos güiskis y dar unos paseos de parejas matrimoniales por alguna
ladera no muy empinada, lo mismo que la amistad de Bush puede ofrecer
ocasión a dar algunas palmaditas en las ancas blancas de algún potranco
de buena estampa en el rancho del magnate político o a saciarse en
alguna parrillada de carne de primera extra. Pero prou, que lo
dinerario es harina de otro costal. Si los argentinos hubieran
aceptado las condiciones del Fondo, ya hace tiempo que estarían en
posesión del ansiado préstamo que necesitan. El problema de Argentina,
como otros tantísimos de este orden a nivel planetario, es un problema
de globalización
capitalista, planteado como negación estructural de cualquier otra
alternativa. En eso están, en la disposición y preparación de
estructuras que permitan al ALCA marchar sobre ruedas. Primero, le tocó
a Méjico, firmante inicial del Tratado. Eran los tiempos de la máxima,
ya manifiesta corrupción del PRI cuando el inefablemente canalla Salinas
de Gortari firmaba privatizaciones de empresas las veinticuatro horas
del día, a razón de veinte minutos por privatización. Tanto el
continuador priista de Salinas como el actual Fox sólo hicieron
corroborar lo que no es un secreto para nadie, que de Río Grande para
abajo todo es patio trasero del Imperio. Ahora, tras la vietnamización
montada en el "Plan Colombia", y los episodios en torno a la chorradita
populista del milico Chávez, le llega el turno al Perú de Toledo. ¿Qué
cabeza en su sano juicio podía pensar que los males de esa gran nación
se resumían en el "chinito" Fujimori o en el gángster Montesinos? Los
nombres son sólo eso, nombres, y pasan dejando un rastro de crímenes,
endosados a sus personas porque son sus instrumentos, pero cuyo agente
real es el sistema mismo. Y a un instrumento le sucede otro instrumento
que parece hacer lo contrario del anterior, cuando, en realidad, hace lo
mismo, no puede dejar de hacer lo mismo, porque lo que manda es la
estructura, que excede a todo individuo. El proceso de globalización
capitalista pasa inexcusablemente por la privatización de las empresas.
Tal sistema de globalización no puede correr el albur de que, por
razones eventuales de contradicción política, unos sectores del capital
puedan, en un momento dado, no responder a los imperativos marcados por
el sistema globalizado. Y la concentración de capital globalizado, ya
hoy en día, está en condiciones de asfixiar a cualquier otra zona,
privatizada o no, que se resista al proyecto trazado. Así que el
gobierno "de todas las sangres" del pupilo estadounidense que es
Alejandro Toledo tiene que pasar por ahí. Y ahí fue donde se encontró
con la activa voluntad del pueblo de Arequipa dispuesto, a toda costa, a
no secundar los planes del Fondo Monetario Internacional, del Banco
Mundial y de la Organización Mundial del Comercio. Y pasó lo que no
podía por menos de pasar y de seguir pasando: la represión criminal y
sangrienta por parte del Estado, finalizada con una fantasmagoría de
dimisiones pro forma y de hipócritas declaraciones políticas,
concretadas en el "Acta de Arequipa" y destinada a echar arena a los
ojos de los bienpensantes.
Y esta misma actitud de resistencia es
la que se manifiesta en forma creciente, tanto en amplitud como en
intensidad, en la Argentina. Los sucesos del 26 de junio en Buenos
Aires, los enfrentamientos sin cuartel del puente Pueyrredón y la marcha
y concentración de Plaza de Mayo al día siguiente, así como los
simultáneos enfrentamientos en Tucumán, Salta, Córdoba y Chubut, son una
buena prueba de esa decisión popular de no dejarse someter. Las formas
de autoorganización que van apareciendo en la lucha ciudadana y obrera
son otras tantas pruebas de la capacidad creativa para superar todo
Estado y toda forma de gobierno.
La hora de Latinoamérica parece
redescubrir los momentos gloriosos de los años veinte y treinta. cuando
bajo una orientación anarcosindicalista de lucha obrera y social los
pueblos latinoamericanos se enfrentaban a las patronales y a los
gobiernos con un programa claro para los individuos y para la comunidad.
Posteriormente, el virus político encenagó aquellas hermosas y posibles
perspectivas. La demagogia comunista, atada a la política exterior
soviética, el reformismo socialdemócrata y el engaño urdido por los
milicos populistas y quienes desde el pueblo les prestaron credibilidad,
culminados por las dictaduras de orientación norteña, hicieron el resto
de los estragos.
Hoy, hay que dejar toda esa basura en
el basurero de la historia, e incluso tener la máxima prevención con los
que, bajo el táctico disfraz de "frente social" antiestado, esconden la
alternativa política inclusa en sus prácticas electoralistas.
¡Salud, hermanos de Latinoamérica y
ojo avizor con todos los trapaceros del embeleco político!