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En Valencia 3 compas siguen pres.o.s. |
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S iguen
presos tres chicos en el centro penitenciario valenciano de Picassent,
acusados de asociación ilícita, y de terrorismo de calle. La ley
antiterrorista hace posible ese encarcelamiento sin que se haya realizado
ningún tipo de juicio. Llevan más de dos meses privados de su libertad, en
calidad de presos FIES-3 (grado de reclusión aplicado a terroristas). No
existen pruebas para estas acusaciones tan graves, sí que existen pruebas
de la condición ideológica de los detenidos: pensamiento anarquista -
antisistema y antifascista. Si no alteramos el significado de los
términos, no existe delito de terrorismo, ni tampoco de asociación
ilícita, por lo contrario si alteramos el significado de los términos en
este país se podría acusar a quien se quisiera de terrorista por motivos
exclusivamente ideológicos, económicos, o de cualquier índole, estaríamos
hablando de una caza de brujas al estilo de las practicadas en la Edad
Media por la Santa Inquisición. El juez que lleva el caso intentó
traspasar su responsabilidad a la Audiencia Nacional sin obtener una
respuesta satisfactoria. En un principio, los detenidos eran cuatro,
saliendo uno en libertad por no representar un papel destacable en la
organización, según palabras del juez. La falta de pruebas impide la
realización de juicio alguno por terrorismo, la falta de pruebas realmente
impide hasta la acusación por destrozos públicos, motivo por el cual se
les detuvo. La detención de estos chicos se realizó horas después del
cierre del Centro Social Ocupado "Malas Pulgas", una casa ocupada del
barrio del Cabanyal, curiosamente desalojada por la policía nacional días
después de producirse en Valencia un revuelo por la celebración de dos
manifestaciones totalmente opuestas, una fascista en contra de la
inmigración y las drogas, y otra antifascista en pro de la tolerancia.
Ciertos destrozos producidos en unas inmobiliarias, tras el desalojo,
fueron el motivo de la detención de estos jóvenes. El barrio del Cabanyal
de Valencia, es un barrio humilde. La especulación del suelo y la
edificación de bloques de pisos, como en otras grandes ciudades, prolifera
de forma imparable; lamentablemente, el precio de estos pisos también
prolifera de forma imparable, por lo tanto la existencia de Centros
Sociales Okupados para algunos jóvenes es una salida del todo comprensible
y justificable. El problema aparece cuando esta opción choca con los
poseedores del suelo y los constructores de bloques de pisos, los grandes
beneficios que produce el sector de la construcción para unos pocos no
quieren reducirse, mucho menos por culpa de unos jóvenes utópicos, de ahí
que no sea extraño que, a la largo y ancho del país, se cierren cada vez
más casas ocupadas. Entendidos en la materia valenciana tienen la teoría
de que Valencia es un teatro de operaciones mal intencionadas a exportar
al resto del territorio nacional, escenificaciones del poder político y
del poder empresarial son experimentadas en este territorio comanche. Las
grandes diferencias económicas e ideológicas del Pueblo valenciano, y la
consecuente desunión que representa, impidiendo que haya una repulsa o
conmoción social fuerte ante las injusticias, parecen ser factores ideales
para tener un amplio margen de maniobra con el que hacer y deshacer, al
antojo de quién tenga la cara más dura. El problema de fondo que nos
quieren ocultar es la especulación inmobiliaria que sangra a la gran
mayoría de españoles que intentan comprar o alquilar un piso. Pisos
construidos por obreros mal pagados que se juegan la vida por la
inexistencia de medidas de seguridad, que, una vez terminados, serán
vendidos por inmobiliarias mediante hipotecas, o préstamos usureros de por
vida, a unos precios inaccesibles para la inmensa mayoría de personal de a
pie. Todo ello sin hablar de la violencia que ejercen los matones a sueldo
de las inmobiliarias o de cualquier otro sector empresarial con los
ciudadanos en estos parajes mediterráneos, porque al igual que el Chicago
de los años 20, Valencia es una ciudad sin ley. La cosa tiene delito, pero
unos destrozos en la calle valen más que todo eso, hasta el punto de
acusar sin pruebas a unos jóvenes nada más y nada menos que de terrorismo.
Todo esto es lo que las personas encerradas hasta hace poco en la
Universidad de Valencia querían manifestar, querían denunciar que hay una
"Oleada Represiva en Valencia", y bien puede ser. Veremos qué pasa con
esos chicos de ahora en adelante, las manifestaciones en su apoyo
continúan, sin ir más lejos el 4 de Enero hubo una.
Marlowe |
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