| |
|
|
Dogma |
L a
soledad del librepensador es común en este mundo encasillado en el que
vivimos, no hay alternativa válida a lo que parece que siempre ha existido y
existirá ya sea por imposición divina o por decreto. Nos movemos en una
encrucijada continua que apenas deja entrever unas pocas salidas a lo mismo
de siempre, se tiende a sacralizar el espíritu y a repudiar la materia o
viceversa, si juegas a místico, a integrante de la nueva iglesia que se
atisba en el horizonte, sustituyendo a la antigua, ya no creíble por casi
nadie, hay una tendencia al snobismo y al elitismo intelectual, a alejarse
de "lo feo" porque molesta, no se intenta desentrañar las causas de la
fealdad, simplemente se obvia esta y se siguen creando mundos esplendorosos,
supuestamente terapéuticos para toda la humanidad, como una cura de belleza
necesaria para la desdichada y desgraciada materia, si te unes serás tan
guapo como ellos, si no, pobrecillo de ti que no sabes percibir más allá de
los sentidos, te convierten en un vulgar y trivial tullido.
Si optas por la materia te conviertes en otro tipo de
esclavo, abrumadoramente mayoritario en estos tiempos con respecto a los
anteriores, aquí caben desde los nuevos amos del mundo, desde el ejecutivo
más brillante, y, cómo no, reconocido por toda la secta, hasta el nuevo
rico, pasando por el obrero desclasado, el pelota de oficina de turno o el
eterno aspirante a millonario, es decir cualquier ser pensante, o por lo
menos supuestamente pensante, que viva para ser lo que te enseña la tele,
los periódicos, las revistas, los anuncios, Internet, la escuela, la
familia, la vecina del quinto, etc., intentando acumular confort que
adormezca cualquier sentido crítico.
¿De verdad que no hay más donde elegir? Por supuesto que
lo hay. En primer lugar creo que cualquier teoría, enseñanza, trabajo
interior que se dirija el exterior, dogma, terapia, práctica espiritual,
doctrina, es decir, cualquier idea sistemática que pretenda alcanzar más
allá de lo que corresponde al propio individuo, debe contar con el
beneplácito del nuevo receptor, pero no sólo eso, ya que si hay un rechazo
manifiesto, acto que "por supuesto" traerá la correspondiente crítica, no
debería insinuarse nuevamente.
El librepensador jamás intentará ir más allá de la mera
exposición de ideas, nunca creará un credo para ningún semejante, no
condicionará, insinuará, adoctrinará, pretenderá crear adeptos, no obstante
valorará cualquier iniciativa que parta de la iniciativa e inquietud propia
del individuo libre, por lo menos en lo que se refiere a la pequeña esfera
de la decisión tomada, decisión prendida de espíritu crítico y de
observación, ya sea del entorno natural, del firmamento de estrellas, de sus
iguales, mirando tanto arriba como abajo, lo bonito y lo feo, lo turbio y lo
claro, lo bueno y lo mato, pues todo esto conforma en definitiva el mundo,
nuestro amplío mundo.
¿Te has preguntado alguna vez que hay más allá del
horizonte? Yo no lo sé, unos dicen que allí donde el hombre no ha podido
llegar no debe haber nada bueno, otros en cambio hablan de un mundo irreal e
imposible donde la luz nunca se pone, otros en cambio hablan de que
simplemente el horizonte no existe y nunca se llega a él, ya que no deja de
ser una ilusión óptica. Yo en cambio opino que allí debe haber un lugar, un
mundo REAL llamado LIBERTAD.
Andres R.B. |
|