a
ruptura de los diálogos entre las FARC y el Gobierno Nacional, ocurrida
en febrero del 2002, conlleva nuevos escenarios en la confrontación
armada, donde los acumulados militares de las partes se estructuran a
partir de varios tipos de accionar. El Gobierno asume una nueva
estrategia para enfrentar a los grupos armados ilegales, contando
incluso con los recursos de cooperación estadounidense, recursos
destinados inicialmente para adelantar la política de lucha contra el
narcotráfico. Por su parte, las FARC desarrollan una táctica de
desestabilización de los gobiernos locales y departamentales, amenazando
y atentando contra Personeros, Alcaldes y Gobernadores, -buscando que la
institucionalidad se retire para así convertirse en el grupo hegemónico.
Desde mediados de los años 90 los grupos
paramilitares y la guerrilla se disputan la presencia territorial en
varias regiones del país consideradas estratégicas como son la Sierra
Nevada de Santa Marta, Norte de Santander, Arauca, Urabá, Córdoba,
Magdalena Medio y Putumayo, donde se han presentado graves violaciones a
los derechos humanos e infracciones al DIH. Nuevas zonas de
confrontación se presentan en el Eje Cafetero (Norte del Valle, Quindío,
Risaralda, Caldas y el Sur de Antioquia) Caquetá, Meta y Guaviare,
igualmente se incrementan las acciones armadas en Cundinamarca. Según
los datos del Ministerio de Defensa Nacional, son aproximadamente 32.000
los miembros de las organizaciones subversivas y los miembros de las
paramilitares que operan actualmente en el país; 16.980 pertenecen a las
FARC, 4.065 al ELN y 10.520 a los grupos paramilitares.
Algunas estadísticas muestran la gravedad del
conflicto armado en Colombia: el Informe Anual sobre la Situación de
Derechos Humanos del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos
Humanos, señala que durante el 2001 se presentaron "633 masacres, con
3.043 víctimas (...) y fueron desaparecidas forzosamente 735 personas" .
Se informa que entre 1992 y 2001 fueron secuestradas 20.726 personas, de
las cuales el 53% se presume autoría de la guerrilla y el 44% de la
delincuencia común . De igual manera, son los grupos paramilitares son
los presuntos autores del mayor número de homicidios políticos con el
77% en el año 2001 . Incluso el Ministerio de Defensa señala en su
Informe que durante el 2001, tanto los grupos subversivos como los
paramilitares cometieron masacres. El 64.1% (281) de las víctimas
murieron en 42 de estos actos violentos ejecutados por los paramilitares
mientras que el 35.9% cayeron en 25 realizados por la subversión Según
los datos presentados por Amnistía Internacional "Las estadísticas de
tan sólo el 2001 son alarmantes: (....) más de 300 personas han
"desaparecido", más de 4.000 civiles han muerto, la mayoría de ellos a
manos de paramilitares respaldados por el ejército, decenas de miles de
personas se han visto desplazadas, y más de 1.700 han sido secuestradas
principalmente por grupos de la guerrilla. La información preliminar que
ha recabado AI indica que la situación de los derechos humanos se está
deteriorando en el 2002" más de 60.000 personas han sido víctimas del
conflicto armado colombiano desde 1985. En la actualidad, según el mismo
Informe, hay un promedio de 20 muertes por día.
De acuerdo con las cifras registradas por el
Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República,
se nota un incremento considerable en las acciones militares de las FARC
durante el año 2001, sin embargo: "Las acciones propias de la
confrontación, como los contactos armados que parten de la iniciativa de
las Fuerzas Armadas para combatir a las organizaciones al margen de la
Ley se incrementaron de manera notable y en 2001 superaron en número a
las acciones que parten de la iniciativa de cada uno de los grupos
armados ilegales" . Podemos concluir de estos informes, que en el año
2001 y parte del 2002, mientras se desarrollaba una estrategia de
diálogo entre el Gobierno Nacional y las FARC, se incrementaron
considerablemente las acciones militares de los supuestos dialogantes,
especialmente en los momentos de mayor crisis del proceso de dialogo, lo
que constata la poca seriedad de las partes en la búsqueda de una salida
política y negociada al conflicto social y armado que vive el país.
Sin Embargo, debe registrarse como un hecho
importante del año 2001, fruto de los diálogos Gobierno–FARC, la
liberación de 373 militares y combatientes privados de la libertad por
ambas partes. Este hecho puede ser considerado el acumulado humanitario
más importante del proceso de dialogo entre el Gobierno y las FARC.
Igualmente son de destacar los logros humanitarios con el ELN, como la
entrega de policías, soldados y civiles secuestrados. Las aproximaciones
entre el Gobierno de Andrés Pastrana y el Ejercito de Liberación
Nacional – ELN – tuvieron varios momentos: Conversaciones en Caracas;
Encuentro en Ginebra, Suiza; Conversaciones en la Habana, Cuba; Firma
del primer Acuerdo para la Zona de Encuentro; Ruptura del proceso;
Seminarios en Estocolmo, Suecia y Ginebra, Suiza; nuevas conversaciones
en la Habana, Cuba; Firma del Acuerdo por Colombia; Cumbre de Paz;
Agenda de Transición y ruptura definitiva .
El Presidente Uribe Vélez ha declarado el Estado de
Conmoción Interior y a su amparo emitió una serie de Decretos que le
permiten al Gobierno ejecutar estrategias excepcionales de "seguridad
democrática", entre otros medios, creando las Zonas de Rehabilitación y
Consolidación; inicialmente en municipios de los departamentos de Sucre,
Arauca y Bolívar. Igualmente puso en marcha el impuesto para la
"Seguridad Democrática". Estas estrategias buscan aumentar la capacidad
operacional de la Fuerza Pública en las regiones consideradas de alto
riesgo y aumentar las finanzas que garanticen la continuidad de estas
acciones. Ya se han escuchado las denuncias de las organizaciones de
derechos humanos sobre los abusos y violaciones a los derechos y
libertades de los habitantes de esas regiones donde se implementa dichas
políticas.
Una reciente investigación concluye que la percepción
de las acciones de los grupos armados ilegales son interpretadas por la
mayoría de los medios de comunicación como acciones terroristas, y que
las posibilidades de la negociación política, en la opinión pública en
general, son vistas como una debilidad del Estado frente a estos grupos.
Esta tendencia de los medios de comunicación hace más difícil la
búsqueda de salidas políticas negociadas y han generado una opinión
pública convencida que la única salida a la actual situación es la
guerra total, como la planteada por el presidente Uribe.
La posibilidad del Canje Humanitario, impulsado por
diversos sectores de la sociedad civil colombiana y el Congreso de la
República; los llamados diálogos regionales, realizados con la
autorización expresa del Gobierno Nacional; la solicitud de "buenos
oficios" o "mediación" realizada por el Presidente Uribe Vélez a las
Naciones Unidas; los acercamientos exploratorias del Gobierno con los
jefes paramilitares para iniciar un proceso de paz, en fin, todas estas
expectativas representan un horizonte muy difuso que no permite ver el
camino hacia la paz.
Como si fuera poco, el Gobierno Nacional ha decretado
un aumento del salario mínimo del 7.1% en un acto de profundo cinismo,
que traerá como consecuencia el aumento en la pauperización de las
condiciones de vida de los trabajadores del país. Las políticas
descaradamente neoliberales impulsadas sin ninguna consideración por el
Gobierno del presidente Uribe prevé despedir a 20.000 trabajadores
estatales y congelar los salarios de los que tengan la "suerte" de no
ser despedidos.
Los líderes de organizaciones sociales y sindicales
siguen siendo asesinados, amenazados, desplazados o exiliados, tanto por
las organizaciones insurgentes como por los grupos paramilitares que en
su desenfreno guerrerita han tomado a la población civil como principal
blanco de sus acciones. Solamente entre junio del 2001 y Diciembre del
2002 han sido asesinados 194 lideres sindicales. Las políticas de
"seguridad Democrática" impulsadas por el actual gobierno han entregado
amplias zonas del país a la acción desenfrenada de las fuerzas armadas,
creándoles un status especial que es la más grave evidencia de la
impunidad respecto a las acciones denunciadas por organizaciones
nacionales e internacionales de derechos humanos sobre los crímenes
cometidos por la fuerza pública. Los allanamientos contra las sedes de
las organizaciones de derechos humanos y de paz , organizaciones
sociales y sindicales se ha incrementado en estos meses de la "Era
Uribe". Se ha detenido a miembros de estas organizaciones acusándolos de
ser auxiliares de los grupos insurgentes.
Uribe pretende acabar con cualquier tipo de
oposición, en este sentido, decenas de líderes sociales, incluso
miembros del colectivo de Amigos de la AIT han recibido amenazas
telefónicas en su casas y lugares de trabajo y han denunciado que están
siendo objeto de seguimientos. Este panorama hace prever que decenas de
líderes de organizaciones sociales serán asesinados o llevados al
exilio.
El panorama económico es un más alarmante, la nueva
reforma fiscal aprobada por el Congreso en diciembre del 2002 incrementa
de manera incomprensible la carga fiscal, especialmente a trabajadores y
pequeños empresarios, crea el IVA (Impuesto de Valor Agregado) del 7% a
productos básicos de la canasta familiar, los combustibles han sufrido
alzas mensuales, los costos de los servicios públicos se han
incrementado hasta el 30% afectado a los estratos de la población más
pobre, el transporte aumento el 15% y se consolida el proceso de
monopolio del transporte por parte delas empresas privadas,
especialmente en Bogotá, con la ampliación del llamado Sistema
Transmilenio que consiste en privatizar las principales vías públicas
para el desplazamiento exclusivo de los vehículos de una compañía
privada, los beneficios se quedan el las arcas de la empresa, pero los
impuestos de los ciudadanos son los que pagan el mantenimiento y los
costos de la red vial para que el Sistema funcione.
Muchos estudios muestran también los altos costos
económicos de la guerra, el impacto se calcula en el 10% y el 15% del
Producto Interno Bruto – PIB – anual si no hay proceso de negociación
política y en $4.0% anual se inicia en la actual administración un
proceso de negociación y se llega a unos acuerdos paz antes del 2005 Los
nuevos impuestos de la "Era Uribe" van destinados a la guerra, más de
800 millones de dólares han sido donados en el año 2002 por el gobierno
estadounidense para adelantar su propia guerra en territorio colombiano.
Un helicóptero Black Hawk cuesta 3 millones de dólares, es decir, 9000
millones de pesos colombianos, el Gobierno ha comprado 12 de estos
aparatos, solo con este dinero, sin contar los otros gastos militares,
se podría dar solución definitiva a los más de 3 millones de personas
desplazadas por la violencia que deambulan por el país.
Mas del 40% del presupuesto nacional se destina al
pago del servicio de la deuda externa en detrimento del dinero que debe
ser destinado a educación, salud, deporte, empleo, vivienda etc. El 62%
de los 46 millones de colombianos viven en la pobreza y unos seis
millones se debaten entre la miseria y la indigencia.
Los Amigos de la AIT–Colombia hemos impulsado desde
hace años la Campaña Colombiana Contra los Gastos Militares "Desarma tus
Impuestos y Hagamos Cuentas", logrando en este año crear un plataforma
amplia de organizaciones sociales que estamos promoviendo el no pago de
impuestos destinado a fines bélicos, el siguiente es el texto de la
Declaración de adhesión que lanzaremos a nivel nacional el próximo 7 de
febrero de 2003: Declaración de Adhesión Campaña Colombiana Para la
Objeción Fiscal a los Gastos Militares "Desarma tus Impuestos y Hagamos
Cuentas" Las organizaciones sociales abajo firmantes; Recordando que
muchas de las causas estructurales del conflicto social y armado que
vive el país tienen que ver con la pobreza, la exclusión, las grandes
asimetrías sociales, la desigual e injusta distribución del ingreso, la
tenencia de la tierra en pocas manos y la falta de democracia,
Conscientes que el conflicto social y armado, que vive Colombia desde
hace más de 4 décadas, ha dejado como consecuencia el desarraigo y
desplazamiento de más de tres millones de compatriotas, que representan
el 7% de la población colombiana y para las cuales el gobierno
colombiano invierte menos del 0.1% al año del presupuesto nacional,
Sensibles al dolor de las millones de victimas que ha generado la
guerra, la muerte, la desaparición forzada, el secuestro, las amenazas,
los ataques indiscriminados contra miles de compatriotas cada año a
causa de la guerra y la escasas políticas públicas, Recordando que los
informes de organizaciones internacionales como Human Rights Watch,
Amnistía Internacional y la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para
los Derechos Humanos alertan sobre la escalda del conflicto armado y las
trágicas consecuencias que conlleva esta situación para la población
civil, Afirmando que la única solución al conflicto social y armado que
vive nuestro país es la búsqueda de salidas políticas y negociadas y la
urgente necesidad de retomar los procesos de paz, suspendidos durante el
gobierno de Andrés Pastrana, Rechazando la drástica reducción, por parte
del actual gobierno de los recursos destinados para educación, salud,
recreación, atención a la población desplazada, programas de atención a
las víctimas de la guerra, programas dedicados a la infancia y los
adultos mayores, etc. Y que a cambio, se aumenten geométricamente los
gastos destinados a la guerra, Reiterando el rechazo al secuestro,
boleteo, los ataques indiscriminados contra la población civil, la
desaparición y el desplazamiento forzado de personas, los asesinatos de
líderes sociales y trabajadores de derechos humanos y cualquier otro
medio que los actores armados legales e ilegales utilicen para financiar
esta guerra.
Advirtiendo las nefastas consecuencias de la
industria y la economía del narcotráfico como fuente de recursos
ilegales para los diferentes actores armados, Conscientes de la
necesidad que tiene nuestro país de la cooperación internacional y la
ayuda solidaria de gobiernos y organizaciones del mundo, solicitamos que
esta ayuda este destinada a proyectos sociales y no a incrementar la
guerra, Reafirmando el sentido de autonomía de la población civil
colombiana y en consecuencia, el rechazo a cualquier forma de tutelaje
de alguno de los grupos armados para que asuma la defensa de nuestros
legítimos intereses, Recuperando la decisión inequívoca y soberana de
mas de 10 millones de colombianos y colombianas que votamos en favor del
Mandato Ciudadano por la Paz y destacando el concepto realizado por la
Corte Constitucional donde afirma el carácter vinculante, para el
Gobierno Nacional, de esta decisión, es decir, que sus acciones deben
estar encaminados al logro de cada uno de los puntos del Mandato,
Consecuentes con el Art. 18 de la Constitución Política de Colombia que
proclama: "Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado
por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni
obligado a actuar contra su conciencia".
Recordando que la Objeción Fiscal a los Gastos
Militares es una modalidad de la Objeción de Conciencia, un acto de
desobediencia civil y una acción no violenta utilizada por las personas
cuando sienten que el estado les obliga a actuar contra su conciencia en
el momento de pagar impuestos que van destinados para la guerra.
Afirmando que la Objeción Fiscal a los Gastos
Militares no es un acto de evasión fiscal ya que el dinero descontado
del pago de los impuestos se destina a un proyecto o acción social a
favor de sectores o personas desfavorecidas o victimas de la guerra.
Declaramos que:
1. Hemos decidido no apoyar moral, espiritual, física
ni económicamente a ninguno de los grupos armados tanto legales como
ilegales, que de manera ciega, continúan empeñados en esta guerra,
porque participar de alguna manera en la guerra atenta contra nuestras
conciencias.
2. Pagaremos condicionadamente nuestros impuestos y
todas nuestras obligaciones fiscales durante los años 2003 y 2004.
3. La condición es que nuestro dinero no sea gastado
en la compra de armas, el financiamiento de la guerra o en gastos de
Defensa.
4. Si el Estado no toma en cuenta nuestra solicitud,
en el año 2004 descontaremos del pago de nuestras obligaciones fiscales
y tributarias el porcentaje de estos recursos que el estado gasta en la
guerra.
5. Ese dinero que descontamos del pago de nuestros
impuestos lo invertiremos el un proyecto o acción social, creando el
Fondo Nacional de la Objeción Fiscal a los Gastos Militares.
6. En el momento de pagar nuestros impuestos
anexaremos todas las facturas y soportes correspondientes para que se
pueda verificar el proyecto social que hemos decidido apoyar y este
dinero debe corresponder al porcentaje descontado del valor total de mis
obligaciones fiscales y tributarias.
Bogota, Enero de 2003
Amigos de la AIT–Colombia