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En una época cruel en la
que el capitalismo salvaje, al mando del criminal imperialismo de EE.UU.,
domina el mundo, se hace cada vez más difícil resistir contra el Sistema.
La tendencia de que cada cual se las arregle como pueda, el conformismo de
gran parte de la clase trabajadora traen, como consecuencia, que el
pensamiento único y el aberrante concepto de que ésta es la mejor de las
sociedades posibles se constituyan como la tónica dominante. Pero lo
cierto es que el trabajo es considerado como un "lujo", y que lo general
es el empleo precario y en condiciones denigrantes, lo que lleva a la
desesperación a millones de personas, añadido el no poder pagar el
alquiler de un humilde piso por sus elevados precios, derivados de la
especulación inmobiliaria, el no poder tener cubiertas las necesidades
mínimas, con sueldos con los que no se llega a fin de mes, en medio de una
carestía creciente y sin control.
Consecuencias:
Deshumanización de la sociedad, marginación creciente, soledad y
aislamiento ideológico. Las cárceles están llenas y se proyecta la
construcción de otras nuevas. Con la reforma de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal y los juicios rápidos, promulgados por el gobierno neofranquista
del PP, cualquiera puede ir a la cárcel por los motivos más absurdos.
Todos somos sospechosos,
mientras no se demuestre lo contrario. Han criminalizado las ideas
anarquistas con el intento de amedrentar a los que aún no se han vendido o
rendido ante el Sistema. Te acusan de terrorismo, de radical y te pudres
en la prisión, cuando los mayores terroristas son los poderes fácticos
dominantes. ¿No es terrorismo la guerra de Iraq por petróleo?, ¿no lo es
la explotación por empresarios sin escrúpulos?, ¿no lo es el marginarte al
paro y a la muerte laboral y civil, simplemente por tener antecedentes de
resistencia sindicalista o haber cumplido ya los 46 años, con lo que te
dan por inútil perpetuo para el mundo laboral?
Es muy fácil ser solidario
con los problemas lejanos (cosa que tenemos por correcta) mientras en
nuestras ciudades sufrimos y morimos de soledad ideológica y de
desesperanza de un futuro mejor...
Ante tanta violencia,
directa y sutil, del sistema capitalista, ¿quién puede recriminar, moral e
ideológicamente, que se utilice la Acción Directa - en sus distintas
variantes- para defender nuestros derechos o, simplemente, para
sobrevivir en una sociedad patológica, depredadora, cruel y violenta?
Ignacio Acosta |
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Violencia necesaria |