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Es
algo innegable que la crisis de la izquierda política, manifiesta desde
hace más de treinta años, pero crucial y flagrantemente operativa en sus
negatividades en los actuales momentos, es la causa o acicate de esas
difusas actitudes que creen, o más bien quieren encontrar para estos
males su bálsamo de Fierabrás en nuevos conglomerados políticos o
sucedáneos de los mismos, sin plantearse que la medicina que proponen,
tal como la proponen, no podría, a la larga, dejar de conducir a las
mismas patológicas situaciones sociales que, subjetivamente, pretenden
superar. Nos referimos, por ahora, a dos propuestas que, a lo mejor, de
forma tácita o no tan tácita, encubren una subrepticio proyecto de
encuentro estratégico, que sólo dejaría ver la punta del iceberg, por
ejemplo, en una fuerte protesta de uno de los prohombres de la escisión
"anarcosindicalista" gallega aparecida, hace un tiempo, en su órgano
La Campana, en la que esa persona arremetía contra el secretismo de
la CGT respecto a una reunión de ésta con elementos extraoficiales del
campo comunista, cuyo objeto fuera la verificación de entendimientos
estratégicos. No se pudo saber más de esto, pues la explicación que se
prometía para el número siguiente sólo fue una salida por peteneras, y
mutis por el foro. En realidad, esto último, oculte lo que oculte o deje
de ocultar, tiene más bien importancia sólo en el campo de lo
anecdótico, pues las conclusiones reales pueden y deben extraerse de los
análisis expresos que esas y otras diferentes formaciones estén
presentando en torno a la cuestión de la forma de organización
internacional del proletariado. Nos vamos a referir aquí a los proyectos
expresos del trotskismo y del escisionismo en el campo del anarquismo y
del anarcosindicalismo.
Respecto a los primeros,
tomamos los datos del artículo de Michael Löwy, Reflexiones sobre la
posibilidad de una nueva
Internacional. ) Por una Quinta Internacional?,
que explica de forma transparente cómo los
hombres de la IV Internacional buscan dar a ésta por finiquitada en aras
de una formación más amplia, para la que no ven todavía construidas las
entidades políticas precisas, pero que imaginan podrían estar
construyéndose a partir de la vitalidad demostrada por los movimientos
sociales en la actualidad. Familiarizados con el zapatismo de Chiapas,
se apoyan sobre todo en el Movimiento de Resistencia Global (MRG) a
partir de Seattle, y no hacen asco ninguno al Foro de Porto Alegre ni al
Foro Social Europeo, en los que reconocen la necesidad de su
heterogeneidad, con el argumento de que "la diversidad puede ser un
obstáculo, pero también una riqueza", aunque, como formación marxista
que se titula revolucionaria, ante posiciones como la de ATTAC, en su
defensa y "regulación" de un "capitalismo de rostro Humano", no pueden
dejar de reconocer la necesidad de un proyecto alternativo que vaya más
allá del capitalismo y que pueden ver prefigurado en la "Izquierda
anticapitalista europea", en la que la italiana Rifondazione Comunista y
la francesa LCR confluyen con otras agrupaciones minoritarias
continentales. Afirman también que el socialismo al que apuntan ha de
ser "un socialismo desde abajo, autogestionario"; que hay que integrar,
selectivamente, aportes positivos de la Internacionales históricas; que
la fuente de inspiración podría ser la I Internacional, y que, en todo
caso, la nueva ha de ser "flexible, abierta, no burocrática". Sin
embargo, reconocen que la primera tarea debe ser, aprendiendo del "zapatismo"
chiapaneco, el fortalecimiento del Movimiento de Resistencia Global (MRG),
con lo que parten de los Foros mencionados, de su carácter altermundista
y de su voluntad de buscar "un mundo en el que quepan muchos mundos".
El trotskismo, dentro de
la óptica marxista, nunca fue capaz de explicar con claridad las
relaciones entre la infraestructura económica y la superestructura
ideológica, y, con su forma especial de valoración del papel de la
burocracia, deja desatendidos espacios de importancia capital en el
desarrollo de los procesos político-sociales. En el caso que comentamos,
transparece la misma deficiencia: indefinición de papeles y tareas, de
presupuestos básicos concretos que deban corresponder a determinadas
finalidades, lo que origina la consecuente vaguedad y confusionismo que
no pueden dejar de llevar a las "lecturas", casi siempre plinto de
enfrentamientos y bases escisionistas. Ven la necesidad de un proyecto
unitivo que vaya más allá del capitalismo, pero colaboran en
planteamientos simplemente "reguladores" del capitalismo, y no sólo eso,
sino que, quizá por debilidad ideológica y sin matices críticos para una
posición como la de Petras respecto a América Latina, no hacen asco
ninguno a procesos como los que terminan conformando, para la tríada
Brasil-Venezuela.-Ecuador, el eje Lula-Chavez-Gutiérrez, a pesar de que,
ostensiblemente, se trata de un eje destinado a servir de puente entre
el Foro de Porto Alegre y el Foro de Davos...
Si se trata de aprender
de la historia, parece que la pregunta inicial a plantear es la de si
las Internacionales se originan por una necesidad de unidad o de
ruptura, o, de otra manera, si han de tener un carácter genérico o
específico. Visto grosso modo, de las cuatro Internacionales
históricas parece que sólo la primera tendría, en origen, un carácter
genérico, que mantendría hasta 1868 (Congreso de Bruselas), en que se
convendría la propiedad colectiva de los medios de producción. Pero,
desde entonces hasta su ruptura en 1872 (Congreso de La Haya), la cosa
no haría más que enconarse, en su seno, en torno al cómo de la gestión
de esa propiedad colectiva. Ya en septiembre de ese mismo 1872, en el
congreso de Saint Imier, del grupo no marxista, se define: lucha contra
el Estado capitalista por una sociedad sin Estado; los medios, de esa
lucha serán económico-sociales, nunca políticos. En 1889, Engels
definirá la especificidad de la II: finalidad, Estado socialista a
través de medios políticos en el estado capitalista. En 1919, la III
Internacional negará a las dos anteriores, especificando sus fines:
Estado comunista; y sus medios: dentro y fuera de los ámbitos políticos
del estado capitalista, revolución y dictadura del proletariado.
Igualmente, en 1938, la IV Internacional, trotskista, se erigirá como
negación antiburocrática de la III.
La enseñanza fáctica que
se desprende de estos planteamientos es que la ruptura sobreviene a
planteamientos de una unidad que deja de serlo. ) Razones de ello? )
Sobreviene la separación por insuficiencia de clarificación en los
planteamientos de origen o causada por un desviacionismo de motivación
externa? Ambas cosas, sin duda, pueden intervenir separada o
conjuntamente en el fenómeno, pero la pregunta quizá pueda realizarse de
manera más clarificadora desde el punto de vista de la relación entre
medios y fines. Si se parte de que éstos son de naturaleza diferente y
de que, a priori, cualquier medio podría intervenir positivamente en la
culminación de un fin determinado, de ello podría extraerse la
conclusión de que la postulación unitaria es, subjetivamente,
pertinente, si no para fines absolutos, sí para fines intermedios o
relativos. Si, por el contrario, como es nuestro caso, se estima, en
términos de objetividad, la igualdad de naturaleza entre medios y fines,
entonces se rechaza que formaciones político-sociales con metodologías
de funcionamiento interno y externo diferentes, y por lo tanto con fines
diferentes, puedan constituir partes integrantes de un todo unitario.
Si hacemos intervenir en
la terminología los conceptos de táctica y estrategia, no se podrá dejar
de convenir en que los pasos encaminados a la formación de una
Internacional obrera han de ser necesariamente de carácter estratégico,
y por lo tanto afectan a los fines de cada organización componente. No
pueden, por tanto, formar parte de la misma Internacional organizaciones
con fines diferentes, por ejemplo, un comunismo de Estado, por ello,
autoritario, y un comunismo sin Estado, o sea, libertario. De este modo,
ninguna organización anarquista podría formar parte de una simple
Internacional anticapitalista, ya que la superación del capitalismo
plantea, instantánea y simultáneamente, la cuestión de la forma de
sociedad de nueva instauración. En las organizaciones anarquistas, su
estructura es de carácter celular multiplicativo, quiere decir, que,
desde la primera organización social o económica hasta la última, es la
misma repetida en diferentes ámbitos. Únicamente a ese título,
entendemos los anarquistas, no puede darse dominación de un individuo
por otro, de un grupo por otro, de una parte de la sociedad por otra.
Las organizaciones anarquistas no podrían renunciar a esto sin negarse a
sí mismas. Es así como, en las Internacionales anarquista o
anarcosindicalista, los estatutos de las organizaciones componentes han
de ser homogéneos y congruentes con los de la propia Internacional que,
previamente han sido objeto del pacto federativo de coincidencia. Esto
no quiere decir que no puedan existir circunstancias de trabajo común
con otras organizaciones, pero han de ser carácter matizado, tangencial
y externo, de manera que la estructura organizativa, la esencia íntima
de la organización y la independencia de fines no se vean en ningún caso
comprometidas.
En cuanto a la
"internacional paralela" de la AIT u otras que pudieran surgir en campos
adyacentes y que vienen, desde años, intentando forzar un determinado
desarrollo, valiéndose del confusionismo reinante en la crisis de la
"izquierda", no representan sino la voluntad contradictoria de pretender
ocupar un espacio social e ideológico que saben muy bien que no les
pertenece, obligándolos al uso y abuso continuado de una retórica que se
demuestra constantemente vacía, al ser confrontada con los hechos que,
en su práctica social, los definen: actitud electoralista, en el campo
sindical y municipal, colaboracionismo estatalista, comités,
"liberados", subvenciones, afiliación de miembros de estructuras
represivas del Estado.... Prisioneros de la doblez de su lenguaje, no
son ni capaces de sostener teóricamente sus propios actos, llegando a
profesar una esquizofrenia práctica de la que no puede augurarse nada
positivo ni siquiera para ellos mismos. Por ello, moviéndose en el campo
del engaño, sus pretensiones no pueden ir muy lejos. Más bien pronto que
tarde, aquellos que hoy son víctimas de sus falsos discursos llegarán a
la conciencia de su estado y serán sus propios contradictores. |
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