... Sobre
el concepto de la llamada autodeterminación de las pueblos abría que
discutir mucho en referencia a la utilización nacionalista que hacen de
ello las facciones políticas burguesas para mantener el control sobre los
explotados, pero la cuestión de la eticidad de las formas de la lucha
revolucionaria aparece como central tanto en la intervención pacifista
como en la antiimperialista.
Los antiautoritarios, que
consecuentemente se declaran antiviolentos han puesto siempre mucho
atención en la cuestión de la coherencia entre medios y fines.
En efecto no hemos aceptado
nunca la lógica apriorística según la cual, en polìtica, el fin justifica
los medios, pero al mismo tiempo siempre habíamos intentado evitar el
enfrentar tal cuestión de modo simplista o abstractamente ético; por esto
también nosotros nos guardaríamos con gusto la cartera de Berlusconi, aun
sabiendo que la justicia social es otra cosa.
Antes que nada se trata de
precisar no solamente que no existe una ética absoluta, sino que la ética
no puede calcar la legalidad o la moral dominantes, así como es necesario
tener presente que aquello que es ilegal o transgresivo no es
automáticamente definible como revolucionario.
La ética en efecto cuando
asume una validez doctrinal y por ello ideológica -sea ella anárquica o
no- tiende a transformarse en la negación de la investigación individual y
de la experiencia colectiva.
En manos del poder después
ella se convierte en un instrumento mortal de chantaje, baste pensar cómo,
a través de la teoría del fin que justifica los medios, ella es
sistemáticamente utilizada por los poderes dominantes: Bush emprende para
legitimar el estado la guerra global hablando de "guerra ética", mientras
la izquierda liberal, en nombre de la no violencia, condena y si puede
reprime toda forma de oposición no legalitaria y por ello toda práctica
revolucionaria..
Los antiautoritarios más
que hablar de coherencia medios-fines
prefieren hablar de medios adecuados a los fines y, como invirtiendo los
términos de tal asunto, lo mantienen sin preguntarse en qué medida los
medios justifican los fines; si se equivoca el camino, observaba de hecho
Malatesta, se termina allí a donde el camino nos lleva y no donde
queríamos ir.
Queda casi descontado que
si se está contra la esclavitud sólo se puede reivindicar coherentemente
la violencia que rompe las cadenas, pero el problema muy raramente se
presenta de modo tan lineal; si, por ejemplo ponemos la libertad sobre
todas las cosas )por qué razón deberíamos escandalizarnos si para
obtenerla un prisionero, en vez de escapar, acepta ser soplón, o si un
Previti corrompe a los jueces?
El problema de la
"coherencia" por ello, apenas se le echa de la puerta reaparece por la
ventana incluso la de los más pragmáticos.
ANTI
Tomado de Umanitá Nova. Año
83 nº 5 |
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Moncho Alpuente
La
serie "Dallas", telefilm iniciático y emblemático que convocó durante
largas temporadas los mayores índices de audiencia de la televisión
española durante la transición, mostraba la vida, la buena y la mala vida,
el lujo y la corrupción, las envidias, insidias y perfidias de una
dinastía de petroleros tejanos , incultos, inmorales y cínicos dispuestos
a conquistar el mundo a través de una red subterránea de oleoductos y
gasoductos que conducirían el viscoso y apestoso flujo del petróleo a sus
pozos negros y a sus cuentas blanqueadas.
La teleficción se adueña de la
tele-realidad, la familia Bush es clavadita a la familia Ewing y a George
le toca el papel de J.R. el malo universal de la película. Los antiguos,
que sabían lo que se decían, llamaban al petróleo "aqua infernalis", agua
del infierno, oscuro destilado, fruto de la descomposición de la materia
orgánica en ausencia de oxígeno, zumo de muerte. El petróleo es el
combustible que mantiene activa la pesada maquinaria de nuestra
civilización a la que sostiene y contamina haciéndole pagar un peaje cada
vez más alto, insostenible en un futuro próximo.
Por supuesto existen energías
alternativas, fuentes menos contaminantes que podrían mantener con menos
costo el tinglado de nuestra antigua farsa, pero esas fuentes han sido
sistemáticamente torpedeadas, boicoteadas y ninguneadas por los grandes
complejos industriales y multinacionales con la complicidad de una clase
política domesticada y financiada por ellos..
Los dos grandes conflictos a los que se
enfrenta en estos momentos el gobierno del P.P., los vertidos del "Prestige"
y la anunciada guerra de Irak, tienen como telón de fondo el petróleo..
Los derivados del petróleo surcan los mares en desvencijados petroleros
fletados por empresas piratas con patente de corso y banderas de
conveniencia cuya pista se pierde en los infiernos financieros de los
paraísos fiscales .Piratas y corsarios inmunes, e impunes que se burlan de
las leyes a través de sofisticados y perversos contubernios firmados por
una retahíla de hombres y nombres de paja al servicio de las grandes
compañías, malas compañías.
Para los Bush, para Donald Rumsfeld y
para Condoleeza Rice, testaferros de la industria del petróleo por encima
de todo, Afganistán es ante todo un gasoducto e Irak una reserva de
combustible fuera de control.
Algo tan obvio puede sin embargo ser
obviado, borrado de la realidad , vitual y audiovisual. En la entrevista
realizada por el acólito supernumerario y mercenario de La Moncloa,
Ernesto Saénz de Buruaga al presidente Aznar en Antena 3 sobre la guerra
de Irak, la palabra petróleo ni siquiera se mencionó.
Nos pondríamos rojos ni no estuviéramos
tan negros. |