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Aunque
parezca insólito, todo empezó porque la policía, esos que siempre reprimen
todo intento de rebelión, decidieron rebelarse. Quizá les llamaba la
atención lo de estar por una vez del otro lado, sabiendo que no iba a
haber otra policía para masacrarlos; quizá es que por una vez les afectó
el recorte de salario y probaron esa cosa de la protesta.
El gobierno de Sánchez de
Lozada (Goni o el Gringo, coloquialmente) había preparado el domingo 9 un
nuevo impuesto del 12% para cumplir obedientemente con las exigencias del
Fondo Monetario Internacional. Bolivia es el país más pobre de Sudamérica.
Tener un empleo estable y bien remunerado es un privilegio. En la zona
rural, donde viven más de tres millones de personas se concentra la
pobreza extrema y los índices más bajos de desarrollo humano. En la zona
urbana, una gran parte de la población está subempleada, con bajos niveles
de ingresos, condiciones de trabajo precarias, desprotección social y, en
muchos casos, en condiciones de sobrevivencia. Pero con esta realidad
convive otra muy diferente que es la de l@s k’aras (blanc@s) y
clase alta boliviana que residen en las mejores zonas de las distintas
ciudades; trabajando en empresas privatizadas, multinacionales y
organismos de cooperación, sus sueldos europeos y yankees les permiten un
ritmo de vida que no puede ni soñar la gran, gran mayoría, especialmente
indígena, que sobrevive excluida de estos privilegios. Recientemente, el
plan "Coca cero" impuesto por Estados Unidos provocó la respuesta de
campesin@s e indígenas en el Chapare, que bloquearon los caminos y
pusieron un par de decenas de muert@s (la mayoría menores de 25 años) en
la cruenta represión que ejerció el gobierno, mientras Evo Morales,
diputado y jefe de la oposición, conseguía su ansiado protagonismo.
Tras el anuncio del
"impuestazo", hubo protestas de diferentes sectores sociales y la policía
se amotinó el martes en las comisarías y La Paz pasó la noche sin
patrullas. La mañana del miércoles la policía realizó una marcha al grito
de "La policía y el pueblo unidos, jamás serán vencidos" (¿?) en el
palacio de gobierno en la Plaza Murillo, que se unió a otras y a un grupo
de jóvenes estudiantes del cercano colegio Ayacucho (a los que ahora
algunos culpan de ser los incitadores de todo) que apedrearon la sede de
gobierno y fueron reprimidos con gases por la guardia. No se sabe muy bien
cuál fue la secuencia de los hechos, quizá alguno de los gases llegó a la
esquina del cuartel del Grupo Especial de Seguridad (GES), donde los
policías estaban amotinados a media cuadra del palacio de gobierno, o
sencillamente ya estaban preparando una respuesta. Sea como fuere, la
plaza se llenó de militares y policías que se mataban entre ellos ayudados
por un gran número de francotiradores que actuaban desde los tejados.
Nunca pensamos que hubiese sido tan fácil acabar con el enemigo, habrá que
tener en cuenta la máxima de "divide y vencerás" para próximas
ocasiones... Ha dejado 11 policías y 4 milikos muertos, además de un
centenar de heridos.
Esa fue la llama y el
descontento general acumulado hizo explotar la ciudad.
A media tarde, empezaron
los incendios acompañados de saqueos. Primero, fue el Ministerio de
Trabajo y Microcrédito, después de sacar muebles y archivos a los que
prendieron fuego, con una de esas llamas hicieron arder todo el edificio.
Le siguió la Vicepresidencia, que se encuentra a un par de cuadras, donde
se destrozaron los dos pisos, y el Tribunal Militar. Y, ya cuando empezaba
a oscurecer, el Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación, que
se vació y ardió un par de horas antes de que llegasen los bomberos.
Pasada la medianoche todavía se veía el fuego a través de las ventanas,
mientras la gente entraba en la Cámara de Comercio, llevándoselo todo. No
había ni policías ni militares en las calles.
Pero no sólo edificios
públicos fueron objeto de la ira de "la turba de delincuentes", también
fueron saqueadas e incendiadas las sedes de varios partidos: el MNR (en el
gobierno), MIR (Movimiento de la Izquierda Revolucionaria), UCS (Unidad
Cívica Solidaridad) y ADN (Acción Democrática Nacionalista), además de la
Cervecería y galerías como Ismar y Handal, entre otros negocios. En la
puerta de Burguer King los guardias enseñaban los dientes. Se robaron
varios cajeros automáticos y atacaron bancos como el Santa Cruz y la
Financiera Acceso. El producto estrella de los saqueos fueron sin duda las
computadoras, pero no sólo. Mujeres con niñ@s a la espalda llevaban ropas,
parejas jóvenes sacaban algún mueble para mejorar su casa y, con suerte,
una computadora o televisión, viej@s que encontraban una lámpara, niñ@s
chic@s que a duras penas podían cargar con un escritorio, adolescentes
cargados de cds y vídeos, padres que salían como Papá Noel llenos de
juguetes... Desde la radio y televisión se escuchaban los lamentos de l@s
locutor@s que no podían creer que la población l@s echase cuando
intentaban filmar a l@s autor@s de los destrozos y saqueos: "Convocamos a
la policía y las fuerzas armadas a que cumplan su misión y protejan la
propiedad privada".
Y mientras tanto, de nuevo,
los grupúsculos de izquierda coreaban consignas ante las miradas atónitas
de la gente al grito de "Viva la revolución" y "Quememos la embajada
yankee". Si la revuelta tomó por sorpresa a casi todo el país, ell@s
fueron posiblemente los más sorprendid@s. A última hora y portando un par
de banderas, siempre a la retaguardia pero intentando ser la dirigencia de
una "masa" que tenía muy claro lo que estaba haciendo, corrían de acá para
allá sin saber exactamente cuál debía ser su lugar. Eso los que se
atrevieron a salir a la calle, claro.
A pesar de todo, los
negocios no fueron los más atacados, sino los edificios de gobierno, algo
que no sólo ocurrió en la ciudad de La Paz. La revuelta se extendió a todo
el país. En El Alto, quemaron la Alcaldía y saquearon el edificio de
Aduanas, además de las oficinas de Electropaz y aguas del Illimani, y
también en Cochabamba, Santa Cruz, Sucre y Tarija. En el Chapare se
extendieron de nuevo los bloqueos.
Al mismo tiempo, en el
Penal de San Pedro, en La Paz, los presos se amotinaron exigiendo a los
guardias que les abrieran las puertas y prendieron fuego al penal mientras
sus familiares esperaban fuera a que tuviese éxito el intento de fuga. Fue
necesario un batallón de policías y bomberos para la represión.
A medianoche salieron los
militares a "poner orden", detener gente y revisar cada coche por si
llevaba algo saqueado.
Igual que esa misma policía
que al principio se hacía la compañera del pueblo, apelando a su
solidaridad y que al día siguiente, una vez que Goni les tiró un puñado de
bolivianos, no dudó en salir a la calle de nuevo a reprimir la
manifestación que tuvo lugar y llevarse detenid@s a l@s saqueador@s.
La manifestación, convocada
por la oficialista Central Obrera Boliviana (COB), transcurrió sin
incidentes en medio de una calma tensa en una ciudad ya militarizada. El
ejército rodeaba con tanquetas la Plaza Murillo y francotiradores
acechaban en buena parte de los tejados. Pasado el mediodía, los
enfrentamientos con la policía y el ejército (algun@s ingenu@s pedían
explicaciones a la policía por el "cambio de actitud") dejaron más muertes
y herid@s. Las "anarquistas" Mujeres Creando llegaron con tacos, bandera
blanca y un cartel de "No a la violencia" y casi son linchadas por quienes
resistían los gases lacrimógenos. De nuevo empezaron los saqueos y
destrozos, pero ya l@s propietari@s de los negocios estaban armados y
todas las fuerzas del orden en la calle. No pasó mucho tiempo hasta que
fueron detenid@s y la represión tuvo éxito.
Hoy, un día después, los
restos: intelectuales lloran el patrimonio reducido a cenizas (se ve que
les importan más los muebles que las gentes), los ministros de trabajo y
planificación se lamentan al ver sus oficinas destrozadas y advierten que
esto tendrá consecuencias en el cobro de ayudas y pensiones, el Salón
Villanueva de la Vicepresidencia y sus cuadros de próceres no existe más
que en el recuerdo mientras en el Palacio de Gobierno todavía se ven los
agujeros causados por las balas. Mujeres Creando llenaron de pintadas los
edificios quemados, como si hubiesen tenido algo que ver con todo lo que
pasó. La izquierda ya no reparte panfletos de "Estamos con el pueblo en la
revolución". Lo ocurrido es el tema de las tertulias, para muchos es algo
ajeno, incomprensible, como si hubiese tenido lugar en un lejano país. L@s
k´aras y clase alta respiran de nuevo tranquil@s mientras le gritan a su
empleada o le tiran dos bolivianos al limpiabotas de apenas 6 años. Hay
120 "vándal@s" detenid@s, de los cuales más de la mitad son menores de
edad, y 4 civiles muert@s (entre ell@s una enfermera que salió a la calle
a atender a l@s herid@s y fue asesinada por un francotirador), el
presidente todavía no ha dado señales de existencia (¿estará en la ciudad?
¿estará en el país? ¿estará en algún sitio?) y la ciudad vive en calma,
como si nada hubiera pasado.
Pero, ¿existe realmente esa
calma...?
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