Te lleva a la página de la CNT Te lleva a la página de la AIT-IWA

Índice General  Portada  Contraportada  Agenda  Actualidad  Sociedad  Gaceta Sindical  A.I.T.  Mundo  Ecología  Buscando el Norte  Opinión  Ocio Cultura  Vida confederal  Comunicados

Índice General

Portada

Contraportada

Agenda

Actualidad

Sociedad

Gaceta Sindical

A.I.T.

Mundo

Ecología

Buscando el Norte

Opinión

Ocio Cultura

Vida confederal

Comunicados

 
El efecto Judas

Oscar Grácia

"Somos como pescadores en un barco. Los pescadores creen que el río está en calma, que no corren riesgos, y sólo nos damos cuenta cuando nuestro barco, tu empresa, se acerca a la garganta. Es cuando percibes la velocidad de la corriente, que esta corriente de capitalismo especulador es de tal magnitud que tratas de dar gritos, hacer señas, para advertir a los demás pescadores que el río no está en calma, que algo habrá que hacer, que algo tienen que hacer, si no quieren que su barca, que su empresa, acabe tragada por las aguas en la propia garganta."

Esta descripción es una de las más precisas que pueden haberse hecho sobre la inactividad de muchos trabajadores que, confiados en que sobrevivieron ayer y sobreviven hoy, lo harán también mañana. De repente, un día todas esas malas noticias que veían, esas mordeduras de la bestia en otras gargantas les llegan a ellos, se dan cuenta de que la sensación de seguridad no era tal y que o aceptan la caída hacia la precariedad, humillación y explotación o luchan por evitarla uniéndose a compañeros todavía engañados y aislados para luchar contra la corriente porque no se conforman con el destino al que se ven arrastrados. En definitiva, recuerdas tu conciencia de clase y abres los ojos a la realidad de una lucha que los poderosos nunca olvidaron.

En uno de los pocos casos de rebelión obrera organizada en este estado, los trabajadores de Sintel se negaron a aceptar caer por la garganta y acamparon en las narices del corazón económico de la oligarquía española en Madrid. Ellos, con sus lujosos coches, sus bonitos trajes, sus frías calculadoras donde las personas sólo cuentan como consumidores o fuerza de trabajo, tenían que soportar ver a esa escoria, que malvivía en barracas, desafiarles con la mirada cuando pasaban, manteniéndola fija hasta que desaparecían en el siguiente semáforo verde por el espejo retrovisor.

Un día tras otro, insultantes, dignos, su misma presencia era insoportable pero se debían mantener las formas y esperar que el desgaste personal, las depresiones o los suicidios acabaran con ese patético espectáculo en el Madrid moderno de películas de Almodóvar donde cada cual sabe cuál debe ser su sitio.

Por el contrario, los lazos se fortalecieron igual que la determinación, los ojos de los acampados se abrieron más y más hasta que llegaron a ver, más allá del horizonte de su empresa, las manos que causaron su situación, y entendieron que aquello era sólo una de las muchas injusticias y sufrimientos que provocaban esas manos, y así empezaron a gritar, allí donde se les invitaba o participaba, que el ‘efecto Iguazú’ nos llevaba a todos a una caída de la que sólo se podía escapar despertando y luchando unidos contra la catástrofe aniquiladora del capitalismo.

El cáncer amenazaba con extenderse, las células infectadas se movían a los músculos del sistema para contagiar su comportamiento y, quizás, alguna vez, incluso era posible que se dirigieran al corazón para matarlo. Entraron en acción entonces las potentes vacunas que hasta ahora tan bien habían funcionado. Esa era la última lección que tenían que aprender los dignos obreros de Sintel.

La cúpula dirigente de los sindicatos mayoritarios encontró oídos receptivos en el Gobierno, o el Gobierno encontró oídos receptivos en la cúpula dirigente sindical. Como dijo uno, qué más da, la misma mierda es.

Se redactaron unos bonitos acuerdos, prejubilaciones de obreros conflictivos y un plan de recolocación para el resto en un futuro no muy lejano, si es posible, alejados entre sí para evitar núcleos duros de resistencia. De esta forma, el campamento fue demolido al día siguiente de la firma, eliminando las huellas de la lucha obrera y enviada la plantilla a casa para esperar las llamadas de teléfono de los nuevos patrones.

Fue duro saltar la última barrera, entender el papel que la organización, en la que militas, tiene en la corriente, que un detalle secundario del ‘Efecto Iguazú’, pero imprescindible, es que los pescadores están dormidos, no se dan cuenta de nada y que la mejor manera de que no lo hagan es que unos cuantos de ellos en los que confías traicionen al resto susurrándoles al oído que no hay nada que temer, que siempre es mejor dejar que se ahogue un pescador a que se hunda la barca por exceso de peso; que el timonel tiene que dirigir y nosotros remar más fuerte para pescar más y más; que ese ruido en la dirección donde nos lleva la barca es normal, y que no hay por qué preocuparse, "nosotros vigilamos por todos". Es el necesario ‘Efecto Judas’.

La tranquilidad se rompe cuando, desde una barca, se grita a las otras la realidad de la situación, poniendo a los patrones nerviosos y haciendo peligrar lo perfecto del montaje. Como solución de emergencia, se recoge a esos desgraciados que nadaban por salvar la vida y la de sus compañeros y se continúa un tiempo río arriba para que, una vez tranquilizado el ambiente, les empujen otra vez al agua las mismas manos que les recogieron, pero, esta vez, más débiles y alejados de las otras barcas. Mientras sorprendidos por la traición intentan salir a flote casi sin fuerzas, dirigen una última mirada de comprensión hacia la barca que se aleja donde ,inexpresivos, José Mª Fidalgo y Cándido Méndez se limpian las manos sucias de sangre y miseria.

"El portavoz de Sintel señaló que el "divorcio" entre ellos y CCOO comenzó un par de días después del levantamiento del campamento en la Castellana, al enterarse de que Comisiones había firmado acuerdos con el Gobierno y Telefónica a espaldas de los propios trabajadores de Sintel.

Los trabajadores no conocen exactamente en qué consisten estos acuerdos, pues sus intentos de comunicarse con los dirigentes de CCOO, sobre todo Fidalgo, han sido ignorados.

Más de 1000 trabajadores de Sintel continúan en el paro. Hace menos de dos semanas, estos trabajadores pidieron a la Federación del Metal de Comisiones Obreras (a la cual pertenecen cerca de 500 de Sintel) que convocara tres manifestaciones durante el mes de febrero en Madrid, a lo cual este sindicato se negó sin aducir ningún motivo. Por lo tanto, decidieron convocarlas ellos mismos. El delegado gubernamental Ansuátegui no les dio permiso.

Ante ello, los trabajadores se desplazaron a su tradicional lugar de reunión, la sede de CCOO. Allí, altas instancias de este sindicato les dijeron que se marchasen, y terminaron llamando a los antidisturbios, que acudieron para expulsarles violentamente del edificio."

09/02/03

Extraídode La Haine

 Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!

 Índice General  Portada  Contraportada  Agenda  Actualidad  Sociedad  Gaceta Sindical  A.I.T.  Mundo  Ecología  Buscando el Norte  Opinión  Ocio Cultura  Vida confederal  Comunicados