|
Aunque
las mujeres no aparezcan en los medios con un protagonismo propio, tal vez
alguna persona piense que nuestra contribución a la economía gallega no
sea en realidad la que es. En estos últimos tiempos, en la televisión y en
los medios de comunicación, sólo vemos a los hombres luchando bravamente
contra las olas del mar, contra el petróleo, y hablando y volviendo hablar
sobre cómo han quedado nuestras costas y el medio de vida de los marineros
después de la catástrofe del Prestige.
Se habla de percebeiros,
cuando en Corme, según dicen los propios hombres, la mayoría de las
personas que trabajan en los acantilados son mujeres. Se habla de
mariscadores, y son las mujeres las que realizan el trabajo, en gran
parte, del marisqueo a pie y llevan a su cargo el cuidado de las rías para
que no falte marisco para la próxima campaña. Son más de 7.000
mujeres las que trabajan directamente en el mar y muchas no tienen
reconocidos sus derechos laborales plenamente.
Hay muchas mujeres, miles,
que trabajan en actividades directamente relacionadas con la pesca :
rederas, pescantinas, en las lonjas, en los mercados… y otras tantas que
lo hacen en industrias derivadas del pescado : las conserveras. Estas
últimas a merced de convenios sexistas que priman unas actividades y
trabajos sobre otros sin sentido ninguno : ¿puede por ejemplo tener más
salario el que limpia el pescado que el que lo enlata?
Muchas mujeres no están
percibiendo las ayudas, pues no figuran o simplemente no están siendo
consideradas por la administración como afectadas directas. El caso más
claro es el de las vendedoras de pescado de los mercados : no hay pescado
y no venden, así de simple. Pero no son afectadas. Por otra parte los
pagos se hacen sobre lo vendido en lonja y muchas veces es complejo hacer
valer tus derechos pues pueden faltar papeles, porque hay que presentar
facturas que no siempre se guardan.
Hay problemas que las
mujeres mariscadoras llevan sufriendo desde siempre, y son los derivados
de que no todas tienen la titularidad de las explotaciones, que siguen
estando a nombre de los varones en muchos casos. En muchas cofradías de
pescadores, todavía hoy, no hay una igualdad de derechos ni de
oportunidades entre los dos sexos, en definitiva son sexistas. Las
sociedades de mariscadoras, algunas promovidas incluso desde la
propia consellería del PP, son en su mayor parte asociaciones sin fuerza
en la lucha sindical y sin poder de decisión real sobre el sector. Algunas
de las reuniones de mariscadoras propiciadas desde la Xunta de Galiza,
parecen a veces encuentros de amas de casa que están faenando para sacar
una ayuda para la familia y no auténticas trabajadoras que es lo que son.
A los propios gobernantes, les interesa mucho tener a estas mujeres
trabajadoras como complemento "ideal" de la economía familiar, pero no
como un valor propio dentro del trabajo del mar. Y en las rías, los que
llevan el gato al agua son los empresarios mejilloneros que sacan la gran
tajada contante y sonante.
Por otra parte, es de
resaltar que hay miles de mujeres en la costa que tienen que llevar la
casa, los huertos, los hijos, mientras el hombre va al mar : al Gran Sol,
Terranova o a la pesca de bajura. Son mujeres que hacen de amortiguador
frente a cualquier crisis social y económica que afecte a la costa, y
están, gran parte de su vida, solas… y no se ven en los telediarios, y
cuando salen en los medios es para hacernos ver lo abnegadas que son,
nunca aparecen en la lucha o en la acción.
Estas personas de sexo
femenino, en tiempos no muy lejanos, eran la cabeza visible de la lucha
contra los vertidos asesinos del mar, hace ya más de 25 años,
acordaros del "Urquiola".
Con la catástrofe del "Prestige"
me vino a la cabeza "Carmiña", aquella mariscadora de la ría del Burgo,
que fue una de las luchadoras en la reclamación de los derechos y en la
restauración de los criaderos de almeja y berberecho arruinados por el
vertido del buque "Urquiola" en A Coruña.
Carmiña, en aquellos años
70, aparecía en cualquier puerto de bajura de Galiza, y hablaba con sus
compañeras, y reclamaba, y gritaba e iba a donde hubiere que ir, porque
era su medio de vida, su vida, lo que estaba en juego. La imagen era la de
una mujer fuerte, que había tenido una existencia difícil y que había
dedicado la mayor parte de sus años a trabajar sin descanso en la ría de O
Burgo, y que no estaba dispuesta a claudicar de sus derechos ante nadie.
Hoy, esa ría tiene berberecho en abundancia y, si hay marisco fue
precisamente por la lucha de esas mujeres mariscadoras como Carmiña, que
rehabilitarom los bancos y lo siguen haciendo día a día y año a año, con
un trabajo duro, extremadamente duro…probar a estar 8 horas o más con los
pies en el agua y con la espalda doblada y cargando y descargando kilos de
marisco, veréis lo que se siente.
Cuando vas a limpiar
chapapote, ves a los hombres en puestos de dirección, no todos es cierto,
y a las mujeres en las cocinas o limpiando las playas. Esa realidad que se
percibe, puede que sea parcial, pero es lo que observamos por lo general.
Si echas un vistazo, los hombres están al mando en las cofradías de
pescadores, están en los barcos (no dejan apenas mujeres), son los que
andan negociando con el gobierno de la Xunta…. ¿y las mujeres?. Son casi
invisibles.
A las reuniones de la
propia plataforma, van mayoritariamente hombres; los que representan o van
en nombre de colectivos relacionados con la pesca o el marisqueo son del
sexo masculino. En resumen, el poder de decisión, incluso para dar
la información a los medios de comunicación sobre la situación de l@s
trabajador@s afectad@s, continúa teniendo al hombre como protagonista.
Las mujeres del mar tienen
que luchar y exigir alternativas para que se recuperen totalmente nuestras
costas y rías, y para que se reconozca el trabajo real que están
desarrollando como trabajadoras. Pero no es sólo una cuestión de trabajo,
faena les sobra, con la recuperación de nuestro mar va la
independencia económica imprescindible para ser un poco más libres. |