He hablado con la verdad.
Trabaja en un club de carretera
y cobra cinco mil por servicio.
El presentador del telediario
es uno de sus mejores clientes.
Le gusta someterla, golpearla
y humillarla, pero paga bien.
La verdad gime de mentira,
mientras fuma bajo el peso
de la objetividad.
Tampoco llora la verdad,
cuando palpa
las quemaduras del cigarro
en sus nalgas golpeadas.
La verdad se vende en los burdeles.
De verdad que lo he visto.
Así son las cosas y así
se las hemos contado.
Buenas noches y feliz fin de semana
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Ni un rastro de poesía
en estos versos muertos.
Porque nunca la ha habido.
Porque es esquiva y no la quiero.
Rapsoda de ripios sin fortuna.
Payaso sobre veleta al viento.
Sólo blanco, sólo niebla,
entre estas palabras negras.
Nada más.
Nada.