En Washington DC, durante el fin de semana del 27-28 de
septiembre de 2002 la gente revivió el espíritu de Génova, parido en
Seattle
L os
manifestantes anunciaron salir a la calle con la intención de poner los
edificios del FMI y BM "en cuarentena". La policía tuvo que cortar las
calles por bloques de cemento coronados por rejas, para impedir
a los militantes cualquier posibilidad de desborde o repliegue y proteger
así a sus señores. 3200 agentes acecharon a los cerca de 10.000
manifestantes que durante el fin de semana se dieron cita en DC.
El viernes por la mañana la policía realizó una
operación represiva que fue calificada por la plataforma Convergencia Anti-Capitalista
(ACC) de "sin precedentes", arrestando a más de 600 activistas, muchos de
ellos anarquistas, que participaban en la convocatoria de "acciones
descentralizadas" realizada por dicha plataforma. Esta convocatoria no
contaba con el permiso legal, y según la policía, el operativo fue
realizado de forma "preventiva". Estas actividades comenzaron a las 6 de
la mañana, de lo que se deduce que fueron protagonizadas por buena parte
de los activistas más comprometidos del movimiento anticapitalista. Las
detenciones masivas no fueron casualidad, había un especial interés por
parte del aparato represivo de actualizar sus registros.
Uno de los colectivos anarquistas perteneciente a la
plataforma ACC señalo que "durante el viernes, día de las acciones
anarquistas, 649 personas fueron arrestadas. La policía de DC y el FBI
estaban preparados, esperando para que cientos de personas pasaran por el
sistema. Les tomaron las huellas dactilares, fotos, nombre, dirección... y
añadieron toda la información de interés a la base de datos del FBI.
Durante la manifestación del sábado, que en cambio sí estaba legalizada,
sólo 11 personas fueron detenidas. Haced las cuentas".
Tal y como recogió el medio alternativo de DC InfoShop,
esa mañana "se utilizaron un ámplio abanico de tácticas para bloquear los
cruces y las calles: desde el paseo en bicicleta hasta el lanzamiento
de ruedas ardiendo sobre el Parque George Washington; se realizaron
sentadas pacíficas en los cruces, varias personas rompieron los cristales
del Citibank...".
Pronto los antidisturbios comenzaron los arrestos
masivos llenando con activistas más de 20 autobuses policiales. Una de las
redadas más importantes tuvo lugar en la céntrica Freedom Plaza, donde 200
personas que participaban en una "tamborilada contra la guerra" fueron
cercados, esposados e introducidos en autobuses. En el Parque Pershing,
donde cientos de manifestantes se habían dado cita, se realizaron 349
detenciones.
Gran parte de los más de 600 detenidos esa jornada
tuvieron que pasar largas horas metidos en los autobuses, sin agua, sin
poder ir al baño y sin que se les dijera en ningún momento de qué se les
acusaba. A tal nivel llegó el carácter fascista de la policía, que según
testimonios de los propios afectados, a los activistas retenidos de varios
autobuses se les ofreció la libertad "a cambio de pagar 100 dólares y
enseñar su carné de identidad", e incluso a muchos no los liberaron
siquiera después de hacerlo.
El planificado nivel de represión fue muy alto, pero
los manifestantes de Washington DC no respondieron escondiéndose; y en
efecto, difícilmente esa podía ser forma de mostrar solidaridad con los
cientos de detenidos.
En la manifestación del día siguiente, el sábado 28 de
septiembre, oradores en la manifestación coordinada por la plataforma
desobediente "Movilización por la Justicia Global" insistían en
"confrontar directamente al FMI y el Banco Mundial".
Tras la marcha, miles de manifestantes atravesaron el
centro de la ciudad hasta Farragut Square, cerca de las instituciones
financieras; allí manifestantes quemaron una bandera norteamericana.
El día anterior la policía había extendido la zona de
exclusión, para mantener aún más
alejados
a los activistas de las reuniones de delegados. Después de la
concentración en Farragut Square, los manifestantes continuaron hasta
Morrow Park, frente a los edificios del FMI y BM.
Pero a pesar de tener sobre sus cabezas en inmenso
fantasma de la insólita represión del día anterior, la gente no abandonó
la política de confrontación y las acciones de aislamiento reales y no
simbólicas.
A las 19.00 decenas de manifestantes lograron bloquear
la salida del recinto a un furgón lleno de delegados del FMI y BM. El
vehículo retrocedió 20 metros y se abrió paso entre la gente sin
preocuparse por atropellarlos, instantes antes de que interviniera la
policía.
A las 19.30, en medio de un multitudinario dispositivo
policial, cerca de 50 pacifistas (muchos de ellos encapuchados) enlazaron
sus brazos atándolos con cinta gruesa especial, y bloquearon durante más
de una hora una de las calles junto a una barricada policial del perímetro
de las reuniones financieras.
Activistas solidarios les llevaban agua y comida
burlando los cercos policiales. Los cruces, bloqueos y agresiones
policiales se sucedieron durante la tarde-noche. El nivel de compromiso
demostrado en Washington DC fue todo un ejemplo tanto el viernes como el
sábado: todos los accesos al BM y FMI estaban cerrados, ya sea por la
policía o por manifestantes. No había tráfico, las calles estaban
cortadas. No había coches.
La gente paralizó el centro de Washington DC. El FMI y
el BM quedaron en cuarentena.
Extraído de La Haine |