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Las mistificaciones económicas del PP |
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Q ue
llevamos año y medio de recesión económica mundial, lo saben hasta
las gentes que menos se interesan por tales temas; que la misma no
tiene visos de terminar, al menos a medio plazo, también lo saben.
Gentes un poco más leídas saben que el FMI anuncia que las economías
de la UE y de Estados Unidos - no digamos ya la japonesa- crecerán
menos de lo previsto este año y el próximo; saben también que en
Brasil, inmediato centro neurálgico universal, el real, su
moneda, acaba de depreciarse más de un 4% con relación al dólar
americano, y que la confianza empresarial en Alemania, motor
económico de Europa, está por los suelos. Y gentes un poco más
especializadas saben que las razones de ello son de sobreproducción
y competencia entre bloques, así como de un desarrollo disfuncional
entre la evolución de la tecnología y el consumo, con la
imposibilidad de amortización del material productivo preexistente.
Complica la cuestión la disminución de salarios y de puestos de
trabajo y el factor psicológico acompañante, que producen la
incapacidad de consumo pertinente a la producción, la aparición del
aumento de precios y la subida de inflación consiguiente. Todo esto
se sabe, y, fuera de España, hay la transparencia suficiente para
presentarlo y asumirlo en términos de realidad, pero, en este país
en el que vivimos, donde la pervivencia del franquismo transparece
en tantas áreas fundamentales , se acusa igualmente de forma
manifiesta en la opacidad de las cuentas y en la maquillada
transformación que sufren de cara al público. No sirve de nada que
la UE (Bruselas), la OCDE o el FMI desmientan los informes
económicos que ofrece Madrid. Desde el franquismo y de forma
ininterrumpida, se da aquí un cinismo informativo que escandaliza a
propios y extraños. Y es que lo de aquí es el predominio del talante
militar, y, dentro de este ambiente, es sabido que la guerra
psicológica es una herramienta de primer orden de cara al control y
dominio público, sumado todo ello a que llevan muchos años contando
con el destrozo de la capacidad crítica de las conciencias que
supusieron los cuarenta años de dictadura fuerte, seguidos de otros
veinticinco de "dictademocracia".
"En los últimos años, nuestra economía se ha
beneficiado de las condiciones monetarias y financieras más laxas de
su historia. Este es el factor fundamental que explica el
diferencial de crecimiento respecto a la UE y la benignidad con que
nos está tratando la recesión internacional" (A. Laborda en
Negocios p.21- EL PAÍS, 29-09-02), lo que merece una oportuna
explicación.
Es sabido que, a partir de los "Pactos de la
Moncloa", los sucesivos gobiernos de la "transición",
a la vez que procedían al desmantelamiento del
tejido industrial vernáculo, adquirían una fuerte contrapartida de
divisas, con lo que decidieron la imortancia del campo de juego
dentro del capital financiero, en detrimento del capital industrial.
Ello suponía que ese capital público, puesto a la disposición de
particulares, se convirtiera en capital de exportación para su
inversión en el Tercer Mundo a la busca de mano de obra
semiesclavizada, desatendiendo la inversión nacional, con el
resultado de un crecimiento exorbitante del paro interior. Solchaga
y compañía fueron fautores fundamentales de este proceso, pero
hacían público el montante de la reserva de divisas que era enorme
como resultado del trueque de capital industrial por capital
financiero. Ese montante aparecía en la Prensa y era conocido del
gran público. Desde 1996 en que el PP subió al gobierno, no sabemos
qué fue de la historia. Los datos dejaron de ser publicados o lo
fueron o son de forma tan sibilina que sólo los escogidos acceden a
ellos. Y ello es causa de que se origine la falta de explicación
para ciertos fenómenos, por ejemplo, el de que, no una vez sino con
mucha frecuencia, en esta época de desmoronamiento bursátil general,
mientras Londres, Paris o Frankfurt bajan tres o cuatro enteros, el
Ibex 35 o la Bolsa de Madrid sólo bajen el 0,80 o el 0,75, lo que no
puede tener más explicación que como resultado de una "compra" de
sus propias acciones, con un dinero que evidentemente debe salir de
alguna parte. Es decir, que se trata de un enmascaramiento destinado
a evitar las consecuencias de un conocimiento de la situación real.
Ahora bien, para que el gran público supiera cuál es el estado real
de la economía nacional, debería tener conocimiento de la evolución,
al día, a la semana o al mes, de la reserva de divisas que suponemos
ser el almacén de efectivos de donde proceden todos esos factores de
encubrimiento.
Es de esa manera como se puede mantener la
permanente sonrisa del "España va bien". Los Presupuestos del Estado
son, en este terreno, el ejemplo más palmario de ese cinismo
informativo del que hablábamos más arriba, destinados a la pura
propaganda y a echar tierra a los ojos del ciudadano de a pie. Por
ejemplo y según los datos que recogemos de la página 19 del semanal
Negocios que antes citábamos, el Ejecutivo de Aznar "informó
a Bruselas de que el ejercicio presupuestario del año 2000 se había
cerrado con un déficit del 0,3% del PIB; posteriormente, aunque con
extrema discreción, se revisó oportunamente la cifra hasta el
0,6%". Y sigue Negocios informando de que también el cierre
presupuestario de 2001 sufrió otra revisión del déficit cero
al déficit 0,1, la cual, añade, será muy probablemente
vuelta a revisar al alza dentro de poco. Se trata, pues, en
el caso español de un "paraíso presupuestario" donde todo debe
"cuadrar", aunque ello fuera como con el "lecho de Procusto", donde
al durmiente demasiado largo se le cortaba de las piernas lo que
fuera suficiente para dar la medida de la cama, y al demasiado
pequeño se le estiraba hasta conseguir la misma finalidad. Las
previsiones de crecimiento e inflación son inventadas ad libitum,
el caso es mantener al personal dentro de falsas expectativas
para hacerlo más manejable. Luego viene lo que viene, pero siempre
sobre las espaldas del pueblo.
En medio de este "paraíso", donde Aznar, como
buen escolar de Padres Esculapios, dice "hacer sus deberes", las
suspensiones de pagos crecieron un 107,8% en el segundo trimestre
del 2002, ascendiendo a 106, y a 149 las quiebras, con un aumento
del 65% respecto del mismo período del año anterior, el número de
parados ascendió, este último año, en más de 100.000 personas, la
parcialidad, la precariedad y los contratos leoninos en el campo del
trabajo crecieron sin límite alguno, y, como rúbrica de todo, el
"decretazo" vino a eliminar el PER, los salarios de tramitación y la
disminución drástica de las prestaciones de paro y otras esenciales
prestaciones sociales. Pero, junto a ello y por si a alguno la rabia
y la desesperación le llevara a alguna acción de fuerza, como no
podía ser menos, la máscara "democrática" se cae de inmediato de los
rostros y deja ver, sin ambages, la facies autoritaria y
dictatorial de los gobernantes, acompañándose además, cómo no, de la
amenaza militar secundada por 300 metros cuadrados de bandera.
Redacción |
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