ijo el jefe de
la policía federal, Comisario Giacomino:
"Necesitamos que vuelvan los edictos o alguna ley
similar, porque del delito menor se pasa al mayor. (...) Los edictos fueron
creados por legisladores, no por policías ni militares. Cuando yo era
oficial, veíamos a un chico tomando cerveza en la calle o robando una
manzana y lo llevábamos a la comisaría. Se llamaba a los padres y, si
veíamos que eran normales, se lo entregábamos. Asentábamos todo en el libro
memorando 40".
Periodista de Clarín:
Pero ese memorando 40 fue derogado porque posibilitaba
que la Policía detuviera menores en razias sin avisar a la Justicia.
Giacomino:
Se derogó por el caso Walter Bulacio... "Walter murió por
un aneurisma, no porque le hayan pegado en la comisaría. El memorando salvó
diez millones de situaciones y en una sola quedó complicado. Si un policía
delinque, hay que aplicarle tres veces la sanción de un civil. El problema
es que hoy no tenemos cómo prevenir.
Antes estaba la figura del "merodeo", que sancionaba la
actitud pre-delictual. El policía se acercaba al sospechoso, lo interrogaba
y si no podía justificar un trabajo o un domicilio, lo metía preso... El
policía sabe cuándo un tipo está en el delito, se da cuenta. Con los
edictos, tan mal no nos iba. Por lo menos, podías asustar al punga. El
Código de Convivencia está pensado para Noruega, no para Buenos Aires.
Además, hay que pensar que por el delito menor, se llega al delito mayor. Y
eso hoy no se previene. Empezás por colarte en el colectivo, robar una
manzana, unos caramelos. Al día siguiente robás una bicicleta y luego, un
auto".
Correpi responde:
a) El "problema de la inseguridad", aún planteado en la
forma falaz que lo hacen los medios, no se resuelve con más policía ni más
facultades a los policías que ya están.
b) En la provincia de Buenos Aires no hay "edictos
policiales" sino un Código de Faltas. ¿Hay por eso menos inseguridad?.
c) La federal quiere volver a los edictos porque fueron
por décadas su herramienta favorita para ejercer control social sobre los
sectores más desamparados, al mismo tiempo que eran una fuente generosa de
ingresos ilegales para su "caja chica" cotidiana (las grandes recaudaciones
las hacen con la extorsión y la administración de delitos redituables como
la prostitución, el juego, el robo de autos, el tráfico de drogas, la venta
de armas y de información).
d) El "memorándum 40" era una orden interna de la policía
que estuvo vigente en secreto desde 1965 hasta la detención y muerte de
Walter Bulacio en abril de 1991. Permitía a los policías, cuando detenían a
un menor de edad, decidir arbitrariamente si lo notificaban al juez de
turno. La Cámara Criminal en pleno y la Corte Suprema, en la Causa Bulacio,
dijeron que era un instrumento ilegal, jurídicamente inexistente, ordenaron
a la policía no utilizarlo más y lo descartaron como elemento de defensa del
comisario Miguel Angel Espósito, al que mandaron dictar la prisión
preventiva. Que 11 años después Espósito haya quedado impune por la
prescripción de la causa con la complicidad manifiesta de ese mismo poder
judicial es harina de otro costal.
e) La muerte de Walter Bulacio ya no es objeto de
investigación ante la justicia nacional. El Estado Argentino está demandado
por la CIDH y la familia Bulacio representada por la CORREPI ante la Corte
Interamericana. Pero la sociedad argentina no necesitan una resolución
judicial para saber que a Walter, como a 1.300 pibes más, LO MATÓ LA
POLICÍA.
f) No nos imaginamos cómo puede un policía determinar si
los padres de un menor "son normales" o cómo es que "se dan cuenta cuando un
tipo está en el delito". En este último caso, por lo menos deberían admitir
que les falla sistemáticamente el "olfato" para detectar a los centenares de
policías federales que están presos o procesados por delitos comprobados, y
que en ningún caso fueron denunciados o detenidos por sus camaradas. ¿O el
mecanismo de detección sólo funciona si sos civil, y preferentemente joven y
pobre?
g) Giacomino muestra la hilacha al reclamar facultades
para sancionar actitudes predelictuales. Al margen de la imposibilidad
jurídica de instalar una norma semejante, que colisionaría con la
Constitución Nacional y los tratados humanitarios internacionales que la
integran, a la luz de los recurrentes hechos gravísimos en que aparecen
involucrados policías de todo el país, parecería que la más evidente actitud
predelictual en Argentina es enrolarse en las fuerzas de seguridad. h.. La
plena identidad que Giacomino establece entre pobre y desocupado con
delincuente nos exime de mayores comentarios. Lo que quiere, en sus propias
palabras, es tener más herramientas para asustar a los excluidos de la vida
productiva, excluyéndolos también de las calles.
i) La plena adscripción de Giacomino a la teoría yanqui
de la "broken window", es decir, al planteo de que reprimiendo con dureza
contravenciones menores hoy se evitan graves delitos en el futuro, demuestra
que las políticas de seguridad en Argentina son dictadas desde los think
tanks de Manhattan. Lo que nos debe es la explicación de cómo se logra
prevenir un asalto comando a un camión blindado o un secuestro extorsivo
metiendo preso al pibe que toma cerveza en una esquina. Y lo que nos debemos
como sociedad es recordar que en todos los crímenes de envergadura, con
organización, inteligencia previa, armamento sofisticado, etc., más temprano
que tarde aparecen las conexiones o el protagonismo policial (vg. Masacre de
Ramallo, atentado en la AMIA, asalto en OSN, asesinato del cabo Ayala,
innumerables secuestros extorsivos, piratas del asfalto, etc.).
j) Giacomino es el jefe de la misma policía federal
responsable de centenares de fusilamientos de gatillo fácil y de centenares
de casos de tortura a detenidos. Es el jefe de la misma policía federal que
el 20 de diciembre disparó contra el pueblo y asesinó a seis compañeros
movilizados contra la represión y el hambre. Quien olvide de qué policía
estamos hablando sólo puede ser catalogado como cómplice de la represión al
pueblo.
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Correpi