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Cuadro de texto: ¿Se puede querer a dos personas a la vez y no estar loco?
Germinal

 

 

 

 

 

Este verano, quien firma estas líneas ha tenido la ocasión de ver la última película de Robert Guédiguian. Mis cultivados lectores sabrán, si duda, que Guédiguian es un realizador francés, que toma Marsella y a sus habitantes, en especial a sus clases populares, como protagonistas de sus historias. Creo que bastará con recordar su celebrada Marius et Jeannette (CNT, diciembre de 1998), película con la que su fama saltó las fronteras del hexágono para extenderse, al menos, por toda la Unión Europea. El festival de Cannes ha sido donde se ha presentado su flamante obra: Marie-Jo et ses deux amours. Film interpretado, como los anteriores, por Ariane Ascaride, su compañera, y otros actores habituales como Jean-Pierre Darroussin.

En sus escenarios familiares -los barrios marselleses, el azul del mediterráneo y su cultura multi-racial- en esta ocasión no ha construido una película coral. No trata de las luchas, deseos y supervivencia de unos protagonistas arquetípicos que se enfrentan a los egoísmos de la economía global. Por el contrario, sólo son tres personajes -Marie-Jo, Daniel y Marco- quienes reclaman todo el protagonismo. Además, el argumento es casi íntimo, tanto por la temática como por la necesidad explicativa de los protagonistas. Parece, a veces, que estamos viendo una película de Rhomer.

El argumento de Marie-Jo tiene como eje central un tema tan viejo como el mundo: ¿se puede querer a dos personas a la vez?, y no estar loco añadiría Antonio Machín. A lo largo de la hora y media de duración asistimos a la lucha de esa mujer, felizmente enamorada de su compañero, que nunca ha pedido nada, que se enamora de otro hombre y no es capaz de elegir a uno, ni siente que traicione a ninguno cuando está con el otro. Sufre porque piensa que prescindir de uno es hacerlo también de parte de ella misma. Por ello arrostra la cólera de su hija, que siente el abandono del hogar como una infidelidad, y será capaz de dar su vida para demostrar que no es así.

Como en sus anteriores películas, Guèdiguian nos presenta a personajes buenos, en el mejor sentido de la palabra que diría el poeta, y consecuentemente, en mi opinión, realiza una película romántica que nos retrotrae a otras como Jules et Jim de François Truffaut. Aunque la balanza se inclina favorablemente hacia Marie-Jo. Mucho más cercanos los personajes, las situaciones y, sobre todo, el desenlace. Acostumbrado a retratar la violencia de la sociedad actual, no le cuesta mucho al director presentarnos con pulso firme el sufrimiento, el choque de sentimientos, la lucha entre los amores. Aunque lo que más gusta a este comentarista es la habilidad para encontrar un final que evite el moralismo pacato o la boutade facilona e innecesaria.

Un desenlace que puede interpretarse de diversas maneras. Desde que la película termina "mal", hasta como una forma poética, "simbólica", de liberar a Marie-Jo de su sufrimiento. Sin embargo, pienso, no es sino un final realista, naturalista si se quiere. A un accidente, porque no es sino un hecho casual el que desencadena la tragedia, no le sigue ni una actitud heroica, ni una intervención "ex-deus machinae" del director, sino la que se espera de alguien que realmente ama al accidentado: socorrerle, aunque ponga en peligro su vida. Marie-Jo, Guèdeguian, son consecuentes hasta el final. Son personas, como se ha dicho, buenas. No hay que buscar segundas intenciones, ni pensar que hay "gato encerrado".

Se agradece que, aunque sea de muy vez en cuando, alguien nos recuerde que el hombre no es un lobo para él mismo; que avanzamos como especie por el apoyo mutuo, no por la lucha. En definitiva que si esto funciona es porque la mayoría somos como los personajes de esta película y no como los que dicen representarnos que, esos, sí que son un compendio de las maldades imaginables.

Así que se recomienda la visión de esta película cuando la estrenen en las próximas semanas otoñales o invernales. Aunque seguramente pocas ciudades serán las privilegiadas en tenerla en sus pantallas. En la inmensa mayoría no habrá espacio. Son tantas las películas que quieren avisarnos del peligro "moro" o enseñarnos las ventajas del capitalismo, que Marie-Jo no tendrá su lugar. ¡Seremos románticos en pensar lo contrario!

 
   

 

Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!

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