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historia del país es otra desde diciembre a esta parte. Las fábricas
cerradas y reabiertas por los trabajadores como este nuevo caso de la
Cooperativa Lavalán en Avellaneda (Buenos Aires) son un emergente de ese
proceso más amplio.
La historia del país es otra desde diciembre a esta
parte. Las fábricas cerradas y reabiertas por los trabajadores como este
nuevo caso de la Cooperativa Lavalán en Avellaneda son un emergente de ese
proceso más amplio. Para quienes analizan estos casos en términos
históricos, Lavalán aparece en una línea de evolución que ha comenzado
hace dos años y muy tímidamente en uno de los viejos pulmones fabriles de
Avellaneda...
La Siam, la corporación fundada a principios de siglo
por Torcuato Di Tella y que después de varios intentos de cierres, ventas,
estatizaciones y privatizaciones ahora funciona sostenida por una
cooperativa de 70 ex trabajadores. La nueva Siam y esta nueva fábrica
Lavalán integran un frente compuesto por unas 100 industrias y pequeñas
unidades de producción que están diseminadas por todo el país y se
mantienen abiertas por distintas estrategias impulsadas por los
trabajadores. Lavalán es una de las 50 fábricas nucleadas alrededor de lo
que se definió como Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. Sin
embargo, éstas son sólo la mitad de las que ahora están funcionando con
esa modalidad en todo el país. Luis Caro, vocero del Movimiento, cuenta
unas 30 asentadas solo en el conurbano bonaerense. Entre ellas está la
nueva Siam, que se dedica ahora a explotar el rubro de la metalmecánica y
que para sobrevivir a la crisis puso en marcha buena parte de ingenio.
Los obreros se asociaron a un grupo académico que
intentaba ensayar en Buenos Aires y en medio de la crisis un tipo de
trabajo distinto al que había desarrollado Di Tella con su línea de
producción. El modelo, conocido en Europa como cluster, les ayuda ahora a
amortizar costos subalquilando el terreno a pequeñas empresas. La mayoría
de los rubros son complementarios al trabajo mecánico de la Siam y por lo
tanto cada empresa puede complementar el servicio que presta con el de
otra. Esto que nació como una opción para bajar costos es parte del
ingenio que busca impedir el hundimiento de los pocos barcos industriales
que todavía están a flote en el país.
Y funciona. Las fuentes de empleo alternativo generadas
por el abanico de fábricas recuperadas pueden asombrar a los mejores
economistas: en este momento, según los datos de Luis Caro, hay 10 mil
personas que obtienen trabajo en ese circuito, con sueldos que promedian
los 1200 pesos. Aunque no todas funcionan como cooperativas, el Movimiento
estimula ese tipo de organización. Para Caro, esa forma jurídica facilita
el acceso al crédito y el reconocimiento legal necesario para
desarrollarse como empresas rentables. Y ésa es otra conquista: en
general, las que han comenzado siguen abiertas, con una consolidación que
van logrando después de un primer período difícil, con ingresos de
subsistencia y deudas en todos los frentes.
Alejandra Dandan