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n°295 noviembre 2003
Prevención
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Contra ese síndrome de la fatalidad debemos luchar para erradicar los accidentes y las
enfermedades graves o mortales. Nuestro punto de apoyo fundamental debe ser una cul-
tura preventiva por encima de las instituciones o las leyes, pues ambas han demostrado
que son incapaces de acabar con las tragedias en el mundo laboral, sea por su inefica-
cia o por su no aplicación.
Cuando uno se va a manuales que hablan de cultura preventiva o son muy simples,
que apenas valen para nada, o son tan complicados que es difícil extraer lo necesario.
Intentaré, mi trabajo me ha costado, ser lo más claro en este asunto pero a la vez no
dejarme nada esencial, pues la complejidad del tema requiere tomarlo en su justa medi-
da. Voy a definir el término cultura preventiva en referencia al tema que nos atañe.
Podemos caracterizar o enmarcar a la cultura con los siguientes rasgos:
- Es un factor de sociabilidad humana, es más, sólo puede desarrollarse en sociedad.
La cultura preventiva debe aportar al trabajador/a unas referencias básicas. Las con-
diciones de trabajo y la actitud ante el mismo son de suma importancia.
- La cultura preventiva debe ser adquirida. No es algo innato al trabajador. La pre-
vención debe ser parte activa de todas las realizaciones laborales.
- Debe estar articulada de forma que existan pautas culturales preventivas estableci-
das. El apoyo en la legislación existente es muy importante.
- La cultura preventiva debe lograr que el medio (el trabajo en este caso) se adapte
al trabajador. Esto debe evitar que se produzcan daños derivados del trabajo.
Resumiendo mucho podría decir que la cultura preventiva en el mundo del traba-
jo es la organización sistemática de unos valores y normas preventivas que logran
la mayor salud y seguridad posibles en el medio laboral, sea éste el que sea. Esto
que así queda muy bonito es obligación del empresario. Y podréis preguntar. ¿Qué ocu-
rre si el empresario no lo hace? Sobre esto hay varias posturas que voy a ver también
si puedo resumirlas. Algunos prevencionistas dicen a las claras que si el empresario no
quiere no se puede hacer prevención adecuada. Otros dicen que los prevencionistas
deben ser unos mediadores entre trabajadores y empresario. Otros que el prevencionis-
ta una vez cumplimentada toda su labor burocrática y realizado su papeleo legal se puede
lavar las manos e ir a su casa con la conciencia tranquila. Contestaré a los tres con los
que no estoy nada de acuerdo. Si el empresario no quiere hacer su trabajo preventivo
se le debe obligar por todos los medios a nuestro alcance: denuncias, presión, etc. El
segundo caso viene a referirse a que debemos convencer a unos y otros basándonos prin-
cipalmente en los costes que a uno y otro le puede ocasionar no cumplir con la legis-
lación. Hay que decir que la prevención, la salud, debe estar por encima de los gastos
que pueda ocasionar. Esto hasta legalmente es así. El tercer caso no debe ser conside-
rado ni prevencionista.
Ahora bien, a casi todos los implicados en la Prevención parece que se les está olvi-
dando algo y que es fundamental para saber por qué ocurren los daños a los/as traba-
jadores/as. Obviar el conflicto, larvado o no, entre capital -y su aliado Estado- y trabajo
es partir de presupuestos falsos. No saber que el capital hace una gestión claramente
terrorista del trabajo es negar una ley física mayor que está por encima de otras muchas
apreciaciones. Quienes sufren accidentes y quienes mueren son los/as trabajadores/as.
Aún no se ha escrito la noticia de que un empresario ha sido atrapado en una zanja por
10 toneladas de tierra. La cultura preventiva laboral debe estar basada, y tener como fin
a la vez, que el Hombre, la Mujer, deben vencer al trabajo, no ser vencidos ni rendidos
por las condiciones de trabajo. Todo riesgo puede y debe ser evitado, o al menos redu-
cido para que sus efectos no sean graves. Los riesgos no son ajenos a nuestra voluntad
ni a la de los demás compañeros/as de tajo. Y por supuesto a quien impone las condi-
ciones de trabajo: el empresario. La fatalidad debe ser descartada. La prevención o es
activa, o no lo es. La tolerancia deber ser cero a los riesgos y los/as trabajadores/as somos
la parte sufridora, esto que no se olvide. Debemos poner en marcha los organismos y
procesos que están dispuestos en las diferentes normativas legales, pero debemos ir tam-
bién más allá. En la negociación colectiva, en acuerdos puntuales, podemos poner con-
diciones que fomenten esta cultura preventiva de la que vengo hablando.
En varias enseñanzas regladas, FP, universidad, están implantándose asignaturas o
módulos sobre la prevención. Algunos profesores se han tomado en serio este tema y lo
están fomentado. ¿Debemos hacer menos los sindicalistas? Si la clase obrera se ha veni-
do caracterizando por algo ha sido por su capacidad de iniciativa. El asunto que nos tra-
emos entre manos es tan importante como más de mil muertos al año y más de diez mil
accidentes graves en el mismo periodo. Muchos podréis hablarme de la impotencia que
se siente cuando una y otra vez se intenta esa cultura y hasta los que deben estar inte-
resados la rechazan. Os podría comentar un montón de anécdotas al respecto, pero os
digo que modificar las actitudes peligrosas es difícil pero no imposible. Contra la incul-
tura preventiva sólo cabe la perseverancia del prevencionista. Algunos autores sobre pre-
vención comentan esta dificultad; que la personalidad, los caracteres diferentes, los tipos
de temperamento hacen difícil una adecuada cultura preventiva. Hablando en llano: que
cada cual es de su padre y de su madre. Pero si se establece un sistema preventivo, si la
comunicación es persuasiva, si se habla con palabras vivas y no con formulaciones retó-
ricas, si hay un compromiso del colectivo más consciente, es posible modificar actitudes
y conductas de riesgo.
Este es el tema que desarrollaré en siguientes artículos, una especie de guía que tiene
como fin y medio la cultura preventiva. Este artículo, por ejemplo, es cultura preventi-
va. Comentarlo en el tajo, en el desayuno, en el descanso, es cultura preventiva. Las pala-
bras adecuadas en los momentos oportunos a veces son más efectivas que las miles de
horas que se imparten de cursos en Prevención de Riesgos Laborales que en demasiadas
ocasiones sólo sirven para adjuntar títulos a expedientes y enriquecer a organizaciones
empresariales y sindicales.
Próximo artículo:
Cómo debe organizarse la Prevención en las diferentes empresas.
Correo electrónico de contacto: cntpuebla@arrakis.es
A casi todos los impli-
cados en la Prevención
parece que se les está
olvidando algo y que
es fundamental para
saber por qué ocurren
los daños a los/as tra-
bajadores/as. Obviar el
conflicto, larvado o no,
entre capital - y su
aliado Estado - y tra-
bajo es partir de pre-
supuestos falsos. No
saber que el capital
hace una gestión cla-
ramente terrorista del
trabajo es negar una
ley física mayor que
está por encima de
otras muchas aprecia-
ciones. Quienes sufren
accidentes y quienes
mueren son los/as tra-
bajadores/as
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