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Cuando la guerra de Irak ha tocado a su fin, es necesario sacar valoraciones de todo lo acontecido y sobre cómo va a quedar ahora la situación mundial. Desde luego la guerra en Irak ha marcado un precedente muy negativo. La política del "todo vale" para la caza del terrorista se ha impuesto de manera clara. Ya en las postrimerías de la guerra de Irak se empieza a hablar de los prolegómenos de la próxima o de las próximas, que tiene como víctima a los pueblos de Siria, Irán y quien sabe si Arabia Saudí o Corea del Norte. Siria ha venido a sustituir a Irak en el llamado "eje del mal". Arabia Saudí puede entrar en zona de conflicto por el simple hecho que los norteamericanos ya controlan las riquezas de Irak y ya no necesitan amigos como los saudíes. Incluso el gobierno de Ariel Sharon ha lanzado la misiva de que Arabia Saudí e Irán les hostiga. El panorama que se presenta es muy negativo. Las potencias imperialistas después de este conflicto han quedado en evidencia. Pero, cuando decimos potencias imperialistas, nos referimos a todas. El eje angloamericano que ha dirimido la contienda, con apoyo de países como España o Japón, perpetraron el ataque con el lema de que Irak era un país terrorista o que apoyaba a terroristas y que tenía armas de destrucción masiva y químicas. Lo cierto es que Irak sí ha tenido armamento de este tipo, y la razón por la que Gran Bretaña y EE.UU lo saben es porque ellos se las han vendido. Lo obsceno de este conflicto es que Sadam Hussein era ayer el amigo de los yanquis, porque lo buscaron como aliado en la guerra contra Irán, cuando en este país dejó de mandar su amigo, el Sha de Persia, y sube al poder un régimen de Ayatolahs, dirigido por Jomeini. Después de ocho años de guerra, donde ambos países masacraron a la población con armas de destrucción masiva, las potencias occidentales (todas) daban beneplácito al hecho y miraban hacia otro lado porque era un conflicto que "poco importaba". Cuando en 1990 Sadam Hussein invade Kuwait con el beneplácito norteamericano, Irak seguía siendo amigo. Pero, al darse cuenta los yanquis de que esto les va a repercutir en negativo, declara la guerra a Irak para expulsarlo de Kuwait. A partir de ahí, ya es el enemigo y el sátrapa a derribar. La última guerra que hemos vivido es la apoteosis de todo el conflicto. El pueblo iraquí ha soportado 25 años de dictadura, otros tantos bombardeos en todos los frentes y ahora los defensores de la "democracia" los han vuelto a masacrar. Es ya un pueblo cansado de bombas y crímenes injustos. Pero lo que les espera no es mucho mejor, pues ahora EE.UU. ya controla las riquezas del país (verdadera causa del conflicto), es decir, el petróleo e Irak es tan solo una colonia yanqui y esto sin contar las disputas entre las diversas tribus internas, entre los seguidores del derrocado Sadam Hussein, de los kurdos, de los chíies, …, que pueden perfectamente desembocar en una guerra civil. Un hecho lamentable es la rapiña de guerra. Ya circulan contratos por parte de Donald Rumsfheld o Dick Cheney para la reconstrucción de Irak. Aquí, España ha cogido parte del pastel, con contratos para empresas como ACS o Dragados, sin contar las promesas que se habrán hecho a nivel monetario y en materia antiterrorista. EE.UU. y las potencias belicistas han conseguido su objetivo: controlar toda la riqueza iraquí. La democracia y la situación del pueblo le importan un bledo. Así que no engañen a nadie con falsa propaganda. Por otro lado, nos encontramos con los imperialistas que no han participado en esta guerra y con la oposición. Se defendió mucho las posturas de los gobiernos de Francia, Alemania y Rusia por su oposición a la guerra. ¿Pero qué han hecho estas potencias por evitarla una vez comenzado el conflicto? Nada. Es más, ya Francia y Alemania se han lanzado a ofrecerse en la reconstrucción de Irak, en un claro movimiento de ficha para sacar parte del botín de guerra. La oposición española, sobre todo el PSOE, no les va ala zaga. La oposición del PSOE a la guerra, sólo ha sido por oportunismo electoral, pues el Partido Socialista en toda su historia jamás se ha opuesto a una guerra. Si esto sirviera para cambiar el rumbo de la política militarista del PSOE, bienvenido sea. Pero, como se ha demostrado en las movilizaciones, donde ha aparecido el lema OTAN NO, BASES FUERA, el PSOE no ha participado. Eso demuestra que no se opone al militarismo ni al belicismo, y si ha estado con los verdaderos antimilitaristas y antibelicistas ha sido por puro oportunismo. Desde la Confederación Nacional del Trabajo, queremos hacer que la situación que se avecina tras la guerra de Irak no es buena. Los imperialistas siguen apuntando a sus víctimas para hacerse más poderosos. Pero los anarcosindicalistas y los anarquistas seguimos insistiendo en que hemos de organizarnos para frenar la expansión de los tentáculos del imperialismo y del capitalismo. El pueblo no puede seguir confiando en los Estados opresores y capitalistas que nos llevan a la barbarie y la tiranía. Tampoco en las asociaciones internacionales de carácter burgués como la ONU que una vez más ha vuelto a mostrar su indolencia y su incapacidad. Por ello, optamos por la solidaridad entre los pueblos con las bases de un internacionalismo proletario antiautoritario, que tan bien representa la Asociación Internacional de los Trabajadores. De esta manera, se eclipsaría la mentalidad de lucha entre pueblos, fomentándose la concienciación de lucha de clases. La lucha de los oprimidos contra los opresores es la única vía para acabar de manera positiva tanto con regímenes de sátrapas como el que tenía Sadam Hussein, como con explotadores, capitalistas, imperialistas y asesinos representados por los estados occidentales o pro-occidentales, tengan el nombre que tengan. Si se opta por el camino de la guerra, los trabajadores de todo el mundo sufriremos las consecuencias, no sólo los que son bombardeados directamente, sino también los que estamos de manera indirecta afectados. Si se opta por el camino de la solidaridad y de la lucha obrera, los trabajadores de todo el mundo nos daremos la mano para acabar con las injustificas en todos los lugares. La cuestión no está en el cambio de gobierno sino en el cambio de sistema. La presión popular no ha podido par esta guerra, pero ha dejado erosionado al sistema y a sus valores. Siguiendo con las movilizaciones quizás podamos evitar otras, pero siempre teniendo como objetivo final la transformación social. ¡No a las Guerras! ¡Abajo el imperialismo y el capitalismo! ¡Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases! |
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