|
Liberación de Iraq
Odisea anarquista, o el
archivo Christie ampliado
|
Cine y guerra civil española
Germinal
|
D icen
algunos graciosos que el cine español sólo sabe hacer películas sobre la
llamada Guerra Civil de 1936-39. No es verdad que se hagan demasiadas
películas, ni que lo ocurrido en 1936-1939 sea una guerra civil. Como si
toda guerra no lo fuera y si algo caracterizara a lo ocurrido en España
durante esos años no pudiera caracterizarse mejor como una revolución,
la última que ha tenido Europa, desencadenada como respuesta a una
rebelión contra el Estado vigente en ese momento en el país: la Segunda
República. De todas formas, sí es cierto que, en estos últimos años,
parece que lo ocurrido en esos años y, sobre todo, durante las décadas
siguientes ha dejado de ser un tema tabú. Por lo menos, una parte de la
sociedad, incluyendo a los aprovechados de siempre, parece que está
dispuesta a sacar del limbo de los justos en el que se había colocado,
durante las décadas de la llamada transición, a cuestiones como la
represión franquista, y los desaparecidos que ocasionó, o la mera
identificación entre república y caos y el papel de la actual monarquía.
No se trata, en el caso del cine, de
trabajos especialmente incisivos, ni en forma ni, mucho menos, en
contenidos. Pero son de agradecer su aparición como muestra de que
algunos cineastas, aunque sea sólo porque piensan que tienen un público
asegurado, se preocupan por una cuestión para la que todavía la sociedad
española espera respuestas a un gran número de preguntas. Aunque se
suela decir que las sociedades y personas tienen una memoria débil, lo
cierto es que no es tan endeble como a veces parece. Son películas que,
en el caso de las que quiero hablar, tienen un precedente literario:
Soldados de Salamina de Javier Cercas y El lápiz del carpintero
de Manuel Rivas. La primera dirigida por David Trueba y la segunda por
Antón Reixa. Ambos han realizado películas correctas, menos académica la
de Trueba pero sin quemarse las meninges, y "políticamente correctas",
es decir continuadoras de interpretaciones tales como "todos mataron por
igual" o "fue una lucha entre fascistas y demócratas".
Sin embargo, pese a ser filmes tan
"correctos" no se han salvado de duras críticas y polémicas que, a este
modesto comentarista, le parecen que van más allá de la valoración de la
película. Como si, por una vez, nuestros críticos olvidaran sus siempre
alardeadas pretensiones de "objetividad" y se les colara el "contexto",
lo "social" por las rendijas de la incomodidad ante un tema que, como
Costa, con el sepulcro del Cid, pretendía que mejor estaría cerrado en
un ataúd con siete vueltas de llave. Es como si no se quisiera abrir el
cofre donde se encierran los demonios familiares, ante los que se
sienten particularmente incómodos. Incluso se dedican más páginas a las
inevitables comparaciones con la obra literaria que las inspira que,
incluso, a las propias películas. En cualquier caso, se incide en lo
negativo, llegando incluso a desaconsejar su visión. Otra película más
sobre la guerra. Como si los norteamericanos dijeran "¡Otra más del
oeste!"
No debe extrañar esta actitud. La
guerra civil y el régimen franquista han sido cuestiones sobre las que
se ha pasado de puntillas desde la instauración del actual régimen
monárquico que el general Franco decidió en 1947 y que preside, como
rey, aquel joven que, en 1948, llegó a España para ser educado por la
dictadura. Actitud que parece que continúa todavía hoy. Cuando los
costes sociales y políticos parecen estar amortizados; cuando los
partidos del nuevo turno de la restauración, lo consideran tema de
estado sobre el que marchan al unísono, olvidando diferencias; cuando
los grandes olvidados, los que han pagado con sus vidas, bien fueran
muertos, bien enterrados en vida, no pueden ni apenas alzar sus voces a
punto de romperse, sin tener que oír que ya está bien de hablar de un
tema sobre el que otros se han pasado medio siglo dando su única visión.
Así que, aunque sólo sean meros
productos de serie de una industria raquítica, bienvenidas sean
películas como las de Reixa y Trueba. Al menos en el "Cine de Barrio" de
dentro de treinta años, como hay tantas, alguna de ellas podrá ser
presentada como representativa de una época y el Alfonso Guerra de turno
o cualquiera de los actuales jóvenes leones de la democracia española
podrán merendar recordando sus años mozos.
|
David Trueba |
Antón Reixa |
|
|
|
|