La
violencia neonazi volvió a hacer su aparición en las calles de Zaragoza
después de un tiempo larvada o bien no denunciada.
Un grupo de seis skins
heads propinó la madrugada de ayer una brutal paliza a un joven en el
Rollo sin que mediara una palabra ni un mal gesto. Pura violencia
gratuita en la céntrica zona de bares zaragozana.
"Mientras me pegaban en
el suelo cantaban no sé qué porque sólo escuchaba los sonidos de los
golpes que me daban con sus botas. Hubo un momento que uno dijo:
"Rájalo, rájalo". Me remangaron la manga del jersey y me asestaron un
navajazo. Luego me metieron otra en la espalda, a la altura del riñón.
Pensé que me mataban y allí se acababa todo", relató ayer al HERALDO el
joven que fue víctima de la agresión y que ha denunciado los hechos a la
Policía tras pasar por el Servet.
La paliza empezó sin
ningún motivo aparente. El joven se cruzó con uno de los neonazis y éste
le pegó un puñetazo tras amenazarle: "A ti qué te pasa". De ese primer
golpe no cayó el agredido, pero a continuación la turba de seis skins se
abalanzó sobre él y empezaron a golpearle en el suelo con sus botas
Marteen"s, con puntera metálica, que los tribunales han considerado como
un arma en algunas sentencias.
"Me tiraron al suelo y
empezaron a pegarme entre todos. Yo les pedía que dejaran de hacerlo,
por favor y uno que hacía de gallito me respondió: "Así me gusta, así me
gusta, que grites". Siguieron pegándome y nadie de mi alrededor se
paraba a ayudarme. Mis amigos no podían oír mis gritos de socorro porque
estaban dentro de un bar", continúa su relato, que se asemeja a la
película "La naranja mecánica", un clásico de la violencia por la
violencia.
Dieciocho puntos en un
brazo El herido sufrió la rotura del tabique nasal como consecuencia de
las patadas en la cara y hoy luce un aparatoso vendaje. Pero lo más
grave fueron las dos puñaladas: una profunda en el brazo derecho que
precisó de 18 puntos de sutura ("13 dentro y cinco, fuera", señala) y la
que le rozó el riñón izquierdo. A pesar de la peligrosidad de las
heridas, la rápida atención de los médicos de urgencias del Miguel
Servet y la suerte del joven le permitieron ser dado de alta esa misma
noche. "Al hospital me acompañaron veinte amigos", agradeció el apoyo.
"Ellos eran neonazis.
Llevaban las típicas camisetas marca "Londsdale" y las botas "Doc
Marteen"s". No los conocía de antes ni los había visto en mi vida.
Por esos bares no sueles
ver skins. Ellos van por la calle La Paz y la plaza Schweitzer",
describe la víctima de la paliza, en su casa.
"Lo peor -lamenta el
joven agredido- es que nadie me ayudó en ese momento y aún hubo un
hombre al final, cuando estaba sangrando tanto por el brazo que se
asustaron hasta ellos, que me dijo: "Tú también tendrías que llevar
navaja". Si la hubiera llevado y sacado, me habrían cosido".
Cuando sus amigos se
enteraron de lo sucedido salieron a ayudarle y detrás de los nazis que
huyeron en un taxi. "Dejaron de pegarme cuando ellos quisieron", critica
el agredido, que no luce un aspecto característico de alguna tribu
urbana. "Me pegaron porque iba solo y son unos cobardes".
(26-4-03)
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