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Una nueva crisis o el colapso (I)

Una nueva crisis o el colapso (II)

Josep

Este capitalismo de rapiña, mafioso, destructor y criminal, no es más que el desenlace histórico inevitable de aquel capitalismo productivo, emprendedor y desarrollista cuando entra en plena decadencia.

Pedir a la burguesía que defienda los valores éticos, que promuevan la solidaridad de las naciones y la equidad en el mundo, es obviar que esta burguesía ya no existe, que la Sociedad de las Naciones ya hace años que desapareció y que la Organización de las Naciones Unidas ya ha quebrado.

La gran concentración de la Propiedad que se ha producido en las últimas décadas es, en si misma, la realización absoluta del sistema y es, a su vez, (cuando alcanza los límites absolutos) precursora de su total agotamiento. Cuando la privatización del mundo alcance su máxima realización, la crisis ya no podrá ser resuelta dentro de sus propios espacios.

(...)"Una formación social nunca declina antes de que se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas que ella, en toda su extensión, es capaz de contener y nunca surgen nuevas relaciones de producción superiores antes de que sus condiciones materiales de existencia hayan sido generadas en el seno de la vieja sociedad. Es por esto que la Humanidad nunca se propone realizar tareas que no pueden ser llevadas a cabo, ya que, si analizamos bien las cosas, llegaremos siempre a la conclusión de que la propia tarea sólo surge si las condiciones materiales de su resolución ya existen de antemano, o por lo menos existen en vías de formación". (Marx, en el prefacio de la "Crítica de la economía política").

La inmensa capacidad de desarrollar las fuerzas productivas que la Humanidad ha alcanzado camina en el sentido contrario al de la parcelación o individualización de la propiedad. Hace muchos siglos que caminamos en el sentido contrario. Es ceguera intelectual no comprender este proceso. La vuelta atrás es impensable: no podemos volver a parcelar los cielos, los mares, los territorios, los recursos naturales, etc. Nuestro Patrimonio Común es único e indivisible y la próxima tarea de los ciudadanos del mundo será sin duda alguna evitar que éste sea nuevamente privatizado por individuos o grupos de individuos, por naciones o grupo de naciones para su beneficio privado.

El proceso de concentración que se está realizando dentro del sistema capitalista, la Humanidad en su conjunto la terminará.

La crisis del trabajo asalariado es la crisis del capital

La crisis del sistema es el final de un proceso histórico en donde la manera de organizar la producción y la distribución de la riqueza nos acercan a un callejón sin salida.

Por primera vez en la Historia el trabajo humano es considerado como un COSTO de producción a eliminar o suprimir. En la sociedad de esclavos el expolio del trabajo humano era de las 24 horas. En el feudalismo era prácticamente de sol a sol. En las primeras sociedades industriales las jornadas laborales alcanzaban de 14 o 16 horas. Más tarde la reducción de la jornada laboral que impusieron las luchas de los trabajadores, constituyó un notable descenso del tiempo de trabajo apropiado (en 1936 en Francia ya se estableció la jornada de 40 horas semanales) fue recuperada por un incremento muy importante de ingentes masas de trabajadores asalariados, y en la implantación de sistemas tayloristas de producción que acompañaron a las constantes innovaciones tecnológicas. Más fábricas, más trabajadores, incesantes innovaciones tecnológicas y una gran racionalización del trabajo hizo posible una gran etapa de acumulación capitalista.

Las crisis cíclicas (ciclos de Kondrayev) no asustaban a los economistas. El circulo capital-mercancía-capital parecía no interrumpirse.

Durante todos estos periodos de expansión y de concentración capitalista ya se dieron los diferentes síntomas de unas crisis inherentes al modo de producción que de una manera rigurosa ya fueron analizadas por Karl Marx en el año 1858 en los borradores preparatorios a "El Capital". La sobreproducción, el paro, las crisis bursátiles, las guerras destructivas, los procesos migratorios actuales no son ni mucho menos síntomas novedosos o sorprendentes.

Lo verdaderamente relevante (que el análisis de Marx desarrolla y anticipa) es la continua desvalorización del trabajo humano en la medida que el ingenio, la destreza, la técnica, la rapidez, la perfección... el vertiginoso avance de los conocimientos aplicados que los seres humanos hemos ido transmitiendo, acumulando y aumentando sin cesar, los hemos ido depositando en artilugios tecnológicos que pueden producir mucho más y mucho mas eficazmente. La reducción del tiempo de trabajo necesario hace inviable que este siga siendo la única medida del valor y la única fuente de riqueza. La desvalorización del trabajo representa la desvalorización del Capital por cuanto el círculo capital-mercancía-capital se ha interrumpido.

Tanto es así, que el trabajador en la actualidad, en la llamada sociedad de la tercera revolución tecnológica, estará obligado a trabajar muchas más horas y en peores condiciones laborales que los antepasados que trabajaban con maquinaria mucho menos adelantada y observará con indignación que su salario va perdiendo progresivamente su valor de cambio en la medida que la tecnología se haga cada vez más eficiente.

Este hecho contradictorio no es más que el resultado de un cambio profundo en las relaciones de producción: el carácter individual de la fuerza física de trabajo (perfectamente calculable) se ha transformado en otra fuerza de carácter colectivo (el conocimiento: investigación, comunicación, información, etc) mucho más eficiente.

La revalorización del Capital ha llegado a sus límites

Mientras nuestra capacidad de producir ha aumentado de manera espectacular, NADA EXISTE ni puede existir si no pude ser convertido en mercancía, es decir sin adquirir un valor de cambio: sino puede venderse.

Un ciudadano argentino me escribía: ..."En una hectárea de trigo en la provincia de Buenos Aires se cosecharon once toneladas de trigo, probablemente un récord mundial. En el año 2001, Argentina produjo 70 millones de toneladas de cereales, o sea dos mil kilos por habitante. Si a eso le sumas la producción de carne de vaca, ovejas, cerdos, pollos, pesca, lácteos, frutas y hortalizas, producimos más de 3.000 kilos de alimentos por habitante por año. Expertos en alimentos calcularon que Argentina, si no exportara sus cereales podría alimentar a 300 millones de personas. Nuestra población es de 36 millones (...) Acá no se ara la tierra. El suelo es tan fértil que no hace falta. Se practica la siembra directa, es el país del mundo donde se practica más la siembra directa que consiste en eliminar las hierbas con herbicidas y luego sembrar directamente sin remover el suelo (...) Más de 7 millones de argentinos en este mismo momento, comen menos de lo necesario para sobrevivir, o sea están en peligro de desnutrición e incluso de muerte...".

Los ciudadanos argentinos continuarán trabajando la tierra pero seguirán viendo sus graneros vacíos. Ellos no podrán comprar aún cuando el precio mundial de los cereales seguirá también desvalorizándose (precios a la baja para el productor y al alza para el consumidor). Como se desvaloriza el café, la leche, la caña de azúcar, el cacao, ... el acero o el petróleo. Cuando los graneros del Imperio estén a rebosar y no necesiten sus cereales, se quemarán si es preciso sus campos de trigo porque no pueden existir para su USO, solo existen para el CAMBIO.

Es así como el Capital ha sentenciado a una gran parte de la Humanidad y es así como continentes enteros se han convertido en simples reservorios de recursos para un pequeño sector privilegiado de la población mundial.

Los periodos en donde en estos países expoliados se intentaba mantener una cierta estructura política, con el intercambio de materias primeras-armamento con el que sus capataces podían mantener un enorme séquito de funcionarios y fuerzas represivas para someter a sus desesperanzados pobladores en la mas absoluta rendición, parece también haber acabado. Simplemente se ha optado por una selecta y demoledora fuerza militar vigilante de gaseoductos, acueductos, centros de materias primeras, etc. que asiste impasible al desmembramiento, luchas fratricidas y autoaniquilación de los pueblos expoliados. Afganistán y Colombia son dos ejemplos de ello.

 Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!

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