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Uribe: ¿un Fujimori colombiano?

Una de las primeras acciones del nuevo gobierno de Uribe ha sido la de decretar el estado de sitio. Bajo la nueva administración, Colombia se enmarca en un camino similar al que Fujimori emprendió en Perú o al que Busch y Sharon están implementando en el medio oriente.

Uribe militarizará al país que tiene el mayor índice de violaciones a los derechos humanos en occidente. Su plan es crear una red de un millón de informantes con lo cual se darán las condiciones para un estado policial donde se podrá acentuar la desconfianza y las vendettas entre vecinos. Los 200,000 celadores privados serán obligados a no solo vigilar las propiedades de sus patrones, sino a colaborar con la cruzada anti-subversiva. Las fuerzas armadas y policiales implementarán su número y su aparato de guerra.

El llamado Plan Colombia de represión al narcotráfico irá acentuando cada vez más su eje contra la guerrilla. Las FARC son acusadas de proteger a los campesinos que cosechan la hoja de coca, pero ellos acusan a Uribe de haberse aliado a cárteles como el de Medellín (ciudad de la que fue alcalde) y de haber sido el candidato de los grupos paramilitares financiados por las mafias.

Para dar paso a su estrategia de guerra total, Uribe incrementará los impuestos y hará que el gasto público se oriente más hacia los uniformados que hacia obras sociales. Crecerán las matanzas indiscriminadas y el cercenamiento de las libertades y derechos civiles.

Mientras tanto las causas de la pobreza, la miseria, el desempleo y  la masiva emigración seguirán incrementándose. Al tratar de usar la represión como la medida para poner orden al país,  Uribe amenaza con desencadenar tarde o temprano una explosión social.

Al igual que Fujimori, Uribe se presenta como un candidato independiente extra-partidario que busca apoyo popular proponiendo mano dura. El mandatario colombiano no es descendiente de un emigrante nipón sino de la rancia oligarquía castellana. Es un político nato que llega al Palacio de Nariño con una larga experiencia en el poder, incluyendo haber organizado grupos armados (las 'Convivir') que acabaron como paramilitares.  
Las FARC y el ELN, por otra parte, son una guerrilla más fuerte, antigua, mejor armada y con mayor base social que el senderismo. Los paramilitares colombianos tiene su propia estructura y son más autónomos que las poco armadas rondas campesinas controladas por el ejército peruano.

La guerra colombiana ha de ser más compleja que cualquiera otra desatada en Sudamérica. Al tratar de erradicar la violencia social impulsando la violencia estatal se podrán fomentar las condiciones para una dictadura cívico-militar y la corrupción autoritaria.

Fujimori acabó con la guerrilla peruana y luego fue echado por su propio pueblo. Su emulador antioqueño puede que no acabe con la subversión o acabe acicateando ésta. Si esto llega a pasar su popularidad y su mandato acabarán más cortos que los del ex-presidente peruano.

Isaac BigioArriba lucha antifascista

 

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