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Carta de Helen Woodson, presa por la liberación de la Tierra

 

Sienta la ecología a tu mesa

Colin Ward

¿Os habéis fijado que en el rico occidente los pobres están gordos y los ricos delgados? Es decir, exactamente lo contrario de lo que sucedía hace un siglo. Mientras en el Sur del mundo los pobres continúan estando delgados y los ricos gordos. Pariendo de esta constatación, Colin Ward analiza sintéticamente y con un tono desencantado las contradicciones de la relación que tenemos con la comida. También el superpoder de los supermercados y de las cadenas de comida rápida.

A mediados de los cincuenta estaba entre el público en la proyección para la prensa de la película La Strada, de Federico Fellini, allí conocí a un sagaz periodista italiano, Riccardo Aragna, en aquel tiempo corresponsal en Londres del periódico turinés La Stampa. «Londres es una ciudad», me dijo, «donde los ricos hacen cola para ver buenas películas sobre los pobres, mientras en el el East End los pobres hacen cola para ver malas y feas películas sobre los ricos.»

Esta observación me ha vuelto en mente hace algún tiempo, cuando Amartya Sen sacó a la luz una paradoja similar: «En los países pobres, los pobres están delgados y los ricos están gordos; en los países ricos, están delgados los ricos y los pobres están gordos.» Amartya Sen es autor de un célebre ensayo sobre los que comen y los que sufren hambre, su libro Poverty and Famines ilustra la -doña de la «titularidad» que, según su definición, es «un conjunto de bienes de consumo alternativos que una persona puede controlar». Su observación nos recuerda que en toda sociedad existen distintas culturas de alimentación que, en última instancia, están condicionadas por el nivel de riqueza o de pobreza. En los países pobres, aquellos que detentan el poder y la riqueza, y la élite militar aliada a ellos, campan en la abundancia, mientras los pobres están malnutridos y a veces subalimentados. En los países ricos, una minoría no despreciable se alimenta de productos ricos en grasas y en azúcares que los más acaudalados se pueden permitir rechazar. En Inglaterra, el número de niños pobres con sobrepeso se ha triplicado en los últimos treinta años.

Malnutridos en la abundancia

Cualquier razonamiento sobre la comida debe partir del hecho de que existe la malnutrición en un mundo de abundancia y, después, proceder a considerar el elevado costo de los alimentos de poca calidad. La cuestión está muy bien ilustrada por Tim Lang en un ensayo contenido en el libro de Ken Worpole, Richer Futures: Fashioning a New Politics:

Los escaparates de los supermercados pueden rebosar de comida pero el costo para el ambiente es considerable y todavía un número entre el 10 y el 20 por ciento de los ingleses no pueden permitirse seguir una dieta sana... Pero la agricultura intensiva, más o menos mantenida con subvenciones, ha supuesto una especie de nirvana para la comida más pobre y de mala calidad. es cierto: el gasto en alimentación se ha reducido en un cuarto del gasto medio de una familia inglesa, con respecto a 1950, a una décima parte con respecto a 1990 Entonces ¿ dónde está el problema? Más allá de la cuestión de los nuevos pobres, para 1os que el gasto en productos alimenticios es todavía prohibitiva hay un ulterior problema relativo a los costes que soportamos colectivamente todos nosotros, contribuyentes y consumidores.

Lang demuestra en el análisis de los detalles corno los productos alimenticios menos preciados no son los más económicos: cada ciudadano los paga a un alto precio, aunque la compra termine bajo otros términos. Una de estas se refiere a los enormes costes del servicio sanitario público que debe hacer frente a toda una serie de patologías relacionadas con la alimentación, otra es relativa al coste que pagamos, en cuanto consumidores de agua potable, para reducir la presencia de pesticidas en el agua a niveles aceptables, otra, todavía, se refiere a los inmensos costes de los transportes que hacen falta para rellenar los escaparates de los supermercados con productos que provienen de cualquier punto de la Tierra y para llevar a la clientela a los hipermercados Así argumenta el fenómeno:

Los sistemas de distribución de los supermercados dependen completamente de la energía de bajo coste. Los hipermercados son cualquier cosa menos convenientes: en realidad nos obligan a viajar más, y no menos, para hacer la compra. El número medio de viajes para comprar ha aumentado en un 28 por ciento de 1978 a 1991. Además de eso los consumidores están obligados a desplazamientos más largos, en el período citado, la distancia media ha aumentado en un 60 por ciento (...) El elemento unificador de este fenómeno es el recurso a sistemas de distribución centralizados por parte de los vendedores al por menor de productos alimenticios. Todos los productos confluyen antes en un censo de clasificación y de allí terminan después, en las tiendas. El resultado es que la comida realiza viajes mucho más largos.

De esta manera, se termina por hablar del problema comida-kilómetros, que alcanza dimensiones estratosféricas después de la política de los colosos de la distribución alimentaria que buscan en cualquier esquina perdida del mundo los proveedores baratos. En la pequeña ciudad de Suffolk, cerca de mi casa, puedo comprar zanahorias mejicanas, judías africanas y espárragos del Perú. John Houghton, presidente de la Royal Commission on Environmental pollution y de la comisión consultiva de la ONU para el cambio climático, nos recuerda que hay algo de absurdamente equivocado en el hecho de que en septiembre haya podido comer exquisitas patatas nuevas cultivadas en Egipto. Las patatas habían llegado con un Tir de 40 toneladas al hipermercado cercano, después de haber sido transportadas en un superjet de Egipto a Inglaterra. «Hubiera podido cultivármelas solo», comentó, «en la huerta detrás de casa».

Las tres revoluciones inglesas

Una reflexión análoga debe haber hecho Derek Cooper, el presentador de la transmisión radiofónica de la BBC food Programme que hizo una reseña de las principales tendencias que se habían manifestado en los últimos veinte años. Nos ha recordado que, a partir de los primeros años de los ochenta ha habido tres grandes revoluciones en Inglaterra: el crecimiento de los hipermercados, la difusión de los establecimientos de comida rápida en franquicia y el aumento del consumo de productos congelados y de precocinados. Cooper lo explicó así: «Tesco ha sido un fenómeno, pero lo de McDonald´s ha sido una conquista global, a niveles ni siquiera imaginables por un Gengis Khan o por un Napoleón. En 1979 existían sólo 38 en Inglaterra, hoy son casi un millar».

Por no hablar de la difusión del uso de comer fuera de casa y del colosal aumento de la variedad de comidas «étnicas» que han entrado a formar para de nuestra dieta. Una persona entrevistada por él declaraba: «Nosotros en Nueva York no comemos en casa. Cuesta mucho menos comer o cenar fuera». Cooper ha sacado a la luz la revolución que ha trastornado los hábitos domésticos a través de la comida rápida y del horno microondas:

Lo que ha sucedido entre las paredes de todas las cocinas se ha verificado en una escala mucho mayor en la industria alimenticia, con alimentos congelados que abastecen a los bares, restaurantes y pub. Los camiones de suministro recorren las veredas del campo de Cornualles, llegan hasta las remotos eriales de las Highlands. Todo el país puede servirse con el mismo «plato del día», con la misma tarta de arándanos, preparada en una fábrica que está a muchos kilómetros. Así ya no sólo no hace falta personal de cocina, sino que se asegura un grado infalible en la seguridad de los alimentos.

El presentador se esforzaba en explicar cómo, según las expectativas del consumidor de hoy, la comida rápida ya fuera una necesidad tanto en el plano doméstico como en el plano del catering comercial. El acogedor pub cercano a casa depende de este menú importado. Vivo en mitad del campo y aquí hay una neta distinción entre los pub que ofrecen comidas regulares y las que sirven comidas preparadas allí mismo, donde nosotros no podremos nunca permitirnos comer. Del mismo modo Derek Cooper intentaba demostrar que para la familia típica de hoy, con dos personas que trabajan, «los productos congelados o precocinados son una liberación agradecida por las hornillas y por el lavado de platos». En las familias pobres, en las que nadie tiene un trabajo fijo, se encuentra difundida una cultura del take-a-way, de lo que se llama despectivamente junkfood, perritos calientes, patatas fritas, snack ricos en grasas y azúcares, de alimentos confeccionados con la fecha de caducidad superada, de productos rechazados de los hipermercados y revendidos en las tiendas de descuento.

Las oposiciones se coaligan contra la cultura alimenticia que domina de manera preponderante, caracterizada por la competencia entre hipermercados, de cuyos productos son esclavos y cuyos precios al por mayor se contratan cada vez más a la baja, y caracterizada también por la preparación industrial de comida rápida.

En el frente opositor se pueden reconocer varios grupos. En primera línea el lobby de los vegetarianos con todas sus variantes, que ha sabido resistir durante más de un siglo a los escarnios y ahora está desarrollándose de prisa, gracias a todos los escándalos relacionados con los intentos de reducir los costes de producción de la carne. Las tesis morales y estéticas encuentran ahora el apoyo de un argumento concreto en la explotación eficaz de la tierra: se produce más comida destinando la tierra al cultivo que al pasto.

En segunda línea está el lobby de los productores naturales. Las estadísticas dicen que si la tasa de crecimiento se mantiene en Europa, en el 2010 130 por ciento de los terrenos serán cultivados con sistemas naturales. Mientras sólo el 1,3 por ciento del suelo agrícola inglés se cultiva hoy con sistemas naturales que responden a las normas de la Soil Association Una investigación llevada a cabo por Mori para la Soil Association ha puesto en evidencia que en 1999 «la campaña extendida para hacer de los alimentos orgánicos una parte preponderante de la compra y de los hábitos alimenticios había sido obstaculizada por los costes más elevados de estos productos».

En tercer lugar encontramos a los opositores de las manipulaciones genéticas de las fuentes alimentarias.

Después están los grupos que luchan por la justicia social, conscientes del hecho de que las empresas alimenticias, si no continúan en la reducción de sus propios costes, se arriesgan a perder a los comisionistas. Los trabajos peor pagados en Inglaterra y en todo el mundo son los de los recogedores de fruta y verdura y los que se ocupan del cuidado del ganado.

En último lugar están los ambientalistas que se dan cuenta del hecho (como ha explicado George Monbiot) de que los super almacenes descargan sus propios costes en la colectividad y «haciendo viajar a los camiones distancias extraordinarias por el país, arriba y abajo, para mantener vivo un sistema de distribución demencial, terminan por secar enormes recursos sociales y ambientales».

Incontenible McDonald´s

No todos estos temas encuentran un idéntico compromiso: cada persona, cada grupo tiene sus prioridades. Un hecho que ha sabido hacer converger muchas adhesiones ha sido el largo proceso que ha enfrentado a MacDonald´s con Helen Steel y Dave Morris que había rechazado excusarse con la multinacional de la hamburguesa La causa puede haber contribuido al desastre de las relaciones públicas de MacDonald´s pero no ha tenido ningún efecto en la «conquista global» de la empresa descrita por Derek Cooper.

Las principales cadenas de hipermercados son, en apariencia, tan invulnerables como las de comida rápida. Una de ellas te ido absorbida por un coloso americano y George Monbiot está convencido de que «cuando la Wal-Mart desembarque en Inglaterra estará en disposición de ejercitar una presión financiera mayor que la de todos los super almacenes nacionales juntos. Estamos asistiendo a una operación de pulimento de la economía inglesa».

Los cambios en el sector de la preparación y de la distribución de productos alimenticios hacen que fruta y verdura ya no tienen un período estacional y que en todo el país esté disponible una increíble variedad de alimentos y bebidas que provienen de todo el mundo. Esta elección hipertrófica se corrompe y hay que preguntarse si nuestros conciudadanos nunca estarán dispuestos a restringir voluntariamente su menú. Se lo pregunta también Toby Belch: «¿Piensas quizá, que porque eres virtuoso no deben existir tartas y cervezas?»

Cuando le confesé avergonzándome un poco, a la dueña de la tienda de productos orgánicos, que había comprado aceite de oliva en un gran supermercado de la ciudad vecina, porque en el pueblo de al lado lo vende sólo en botellitas, me hizo la pregunta esencial «¿Cuánto has ahorrado?» Yo, claramente, no le respondí. Ella y su compañero son ejemplos vivientes de ese tipo de personas (que ganan poquísimo) que comen bien y con gusto a pesar de rechazar la sociedad de consumo, y no sólo en teoría.

Hace veinte años oí en la radio la intervención de uno de los verdes, Henry Skolimowskui, en La tierra y sus amigos. Según él «la sociedad tecnológica ha cultivado intencionadamente un ser humano insensible, egoísta, derrochador y vago. La sociedad frugal ... deberá partir reorientado nuestras actitudes y reeducándonos en nuevos valores... »

Pienso que tiene razón, pena el compromiso para profundizar será enorme.Arriba lucha antifascista

Traducción del italiano E.G.W.


HELEN WOODSONCarta de Helen Woodson, presa por la liberación de la Tierra

El gobierno de Washington DC ha cambiado el rumbo de mi caso. Han ordenado que se realice una evaluación para determinar la "idoneidad" de mi puesta en libertad al finalizar mi condena.

El gobierno considera que soy una amenaza para la seguridad nacional y que debería permanecer encarcelada indefinidamente. Un@ abogad@ me ha dicho que los EE.UU. están bajo el control del "Rey George" y que no hay nadie en el gobierno que tenga la intención de pararle. Es incluso posible que se etiquete a algun@s activistas como "peligros@s y dementes" y se les encierre en centros psiquiátricos como se hizo en la antigua Unión Soviética y se practica actualmente en China.

Durante los dieciocho años y medio que he estado presa por ser una activista por la liberación de la Tierra y contra la guerra, nunca he buscado la publicidad, y en mis cartas esporádicas he intentado mantener la atención exclusivamente sobre la razón del escrito. Pero ahora, es un asunto personal. Cuando me separé de mis amad@s hij@s, amig@s, y de mi hogar por mis acciones, sabía que nunca regresaría. He perdido el contacto con much@s viej@s amig@s, tengo una nuera y un@ niet@ que no conozco y no tengo más bienes que una cuenta bancaria de la prisión.

La verdadera resistencia es un asunto muy serio. Jesús decía "Para Cesar lo que es del Cesar y para Dios lo que es de Dios". Así que la cuestión es, ¿qué le pertenece al Cesar por legitimo derecho? No le pertenecen la vida de mi familia, ni de todas las familias, no le pertenece la vida de todas las otras especies, ni las montañas, ni los desiertos ni el aire, ni la Tierra. En términos religiosos la resistencia es una forma de devolver la creación a Dios, de quien procede. Las personas cuyas acciones son políticas lo expresarían de forma diferente, pero el significado es el mismo.

Las armas nucleares, la guerra, la destrucción de la naturaleza, y la avaricia del gobierno y las empresas deben ser combatidas.

Cualquiera que sea el resultado, permaneceré fiel a este testimonio, con otra acción si soy liberada o como una detenida permanente si no lo soy. Obviamente mi situación tiene consecuencias para otr@s.

Debido a la histeria post 11 de septiembre propagada, cualquier@ oponente seri@ a la política oficial se puede convertir en un objetivo. Yo debo ser la primera sujeta a este particular proceso, pero indudablemente no seré la última. Estar alerta, ser seri@s, meticulos@s y permanecer alegres y viv@s.

Helen Woodson 03231-045 FMC Carswell PO Box 27137, Admin Max Fort Worth, TX 76127 USA

Traducción Palabras de Guerra

http://flag.blackened.net/pdg/Arriba lucha antifascista

Helen Woodson.

 

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