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...Raynaud no parece turbado por esta aberración que él enuncia como algo natural y propio. Y, aunque nosotros somos críticos con lo que se da en el movimiento libertario, nuestro análisis llega a conclusiones diferentes sobre el estado de impotencia en el que se encuentra. Es porque la inmensa mayoría de los miembros de estas organizaciones se callan ante la jerarquía que padecen...
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Criticon@ |
...O si acaso porque al filósofo atrapado en ese cuerpo de primitivo le resultaba terrible solidarizarse con la sangre inherente a la entrepierna femenina, más aún en aquellos tiempos precarios sin compresas con alas. Hoy en día, se podría objetar que también eran tiempos sin saldevas, desde luego, y que no ha nacido todavía la regla que impida un buen cunnilinctus en el erotismo menstrual....
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SIDA: Una incitación a la Rebelión
Jesús García Blanca |
...El test estaría ligado a lo que la OMS denomina TOD, Tratamiento Observado Directamente, que rebasa ampliamente los límites del SIDA y que consiste no sólo en vigilar que los pacientes toman sus fármacos, sino en encarcelar al que no lo hace y aplicar tratamientos por la fuerza, incluso separando a los niños de sus familias...
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"Unidad. Por un movimiento libertario" Comentarios de la revista À TROP COURBER L´ÉCHINE Nº 3 al escrito de J-M Raynaud:Le Monde Libertaire y Alternative Libertaire E l texto comienza por la voluntad deliberada de no hacer el análisis global de la situación actual, argumentando que los llamamientos a la unidad precedentes habían procedido así. Caricaturizando de entrada el juego de los que intentaron realizar la unidad a partir del análisis de los acontecimientos, Raynaud elige el camino fácil."Que los libertarios se unan o no, cambiará, verosímilmente (y desgraciadamente) poco en el curso de la historia. Claro que ese "poco" merece en sí intentarse, simplemente porque está dentro del orden de lo posible". Pero, entonces, adónde se quiere llegar. ¿Debemos entender que la unidad de los libertarios es posible, pero la revolución no? En este caso, ¿para qué sirve?
Lo que importa es que el movimiento libertario "remonta la pendiente", se nos dice. La prueba: "se afirma donde quiera que hay movimiento y [su visibilidad es] cada vez más insoslayable en el día a día", pero "todavía sigue siendo impotente para impulsar una verdadera dinámica de de alternativa de la sociedad". ¿Por qué esta impotencia? Porque este movimiento está dividido en una multitud de grupos que tienen, sin embargo "más de un patrimonio común". Y esta impotencia es tanto más fastidiosa cuanto que, "en la base", los militantes tienen un verdadero deseo de unidad. La pregunta siguiente viene por sí sola: ¿por qué tantas divisiones? Porque cada grupo se atiene a su inveterada especialidad (individualista, anarcosindicalista o comunista libertaria) y porque la unidad se acepta a condición de que su propia organización esté en una posición hegemónica. Pues, en efecto, "todas las instituciones actúan en primer término en beneficio propio". ¿Las divisiones no son, entonces, fruto de análisis diferentes, de decisiones tácticas divergentes o de medios organizativos incompatibles? No. Los grupos anarquistas se dividen por "conflictos de personas", por competencia entre ellas, y porque "sus aparatos respectivos y sus jefecillos defienden con uñas y dientes sus bicocas y sus rentas de situación". "En resumen, que nosotros sepamos, no está en el orden del día una sacudida del panorama organizacional libertario que vaya en el sentido de la unificación...." Nuestros lectores habrán seguramente notado que Raynaud confiesa la existencia de jefes, opuestos a la base, en el movimiento libertario. Desgraciadamente, no da ningún ejemplo para ilustrar esa afirmación. Por lo demás, haced la prueba: intentad desvelar ante la gente los manejos de individuos que tienen mano en tal o cual organización, y veréis como seréis tratados por aquellos mismos que no tienen en su boca más que la palabra "unidad". Nuestra concepción de una organización revolucionaria y libertaria es incompatible con la idea de jerarquía, es decir, la separación entre cúpula y base, entre un grupo y su representación. Pero Raynaud no parece turbado por esta aberración que él enuncia como algo natural y propio. Y, aunque nosotros somos críticos con lo que se da en el movimiento libertario, nuestro análisis llega a conclusiones diferentes sobre el estado de impotencia en el que se encuentra. Es porque la inmensa mayoría de los miembros de estas organizaciones se callan ante la jerarquía que padecen - contradiciendo así un principio de base para todo revolucionario consecuente - por lo que son impotentes para hacer algo diferente de aportar su pequeña contribución a la gestión, y por ello a la perennidad de este sistema que pretenden combatir. Después de haber esbozado un rápido y discutible resumen histórico del movimiento anarquista francés, o más bien francófono, Raynaud traza el retrato de las principales organizaciones concernidas. Su procedimiento pone de relieve el desprecio que manifiesta por los grupos más radicales de este movimiento, pero más divertidas son las concepciones generales que atribuye al conjunto de estas organizaciones. En su opinión, las tesis anarquistas no han cambiado desde su nacimiento en el siglo XIX, de ahí su falta de "credibilidad". Porque el problema es ciertamente ése: "hablando claro y pronto [el movimiento libertario] va a tener que definir y popularizar una concepción de la revolución creíble para el hombre de la calle". Según Raynaud, se trata para los anarquistas de hacer su "revolución copernicana", y, para hacerla, propone "una estrategia para vencer": aplicarse a reanalizar el capitalismo (o a reactualizar el análisis) a redefinir el cómo de una ruptura revolucionaria y a elaborar un proyecto social y societario susceptible de suscitar el deseo de las poblaciones, tal es con certeza el programa, y, por ello, el por qué y la base de una unidad del movimiento libertario". En resumen: "hay que, y no hay más que".... Por ello, su pregunta, "¿cómo hacer para atraer a la mayoría del pueblo a la idea de revolución?", entiende responderla de un modo muy fácil: "uniéndose a los no libertarios", fórmula suficientemente vaga como para dejar la puerta abierta a cualquiera. Para nosotros, hay hoy en día personas que son revolucionarias, es decir, que, en una forma u otra, están organizadas, y que, por sus actividades teóricas y prácticas, apuntan a la toma de conciencia por la mayor parte del pueblo del interés ( y no sólo del deseo) de destruir un sistema que nos oprime, y de hacerse con los medios posibles para llevarlo a término.... Si se trata de atraer a la mayoría de los explotados a nuestra lucha, conviene, al mismo tiempo, ahuyentar de ella a los seguidores falsos: jefes, autoritarios, intermediarios y parásitos de todo tipo etc. Y esto no es posible más que si rechazamos la adhesión pasiva a las ideas de la revolución, practicada por una parte importante de los que declaran estar por ella. Esta adhesión pasiva, fundada en buenos sentimientos y en principios vagos, hace inoperante todo análisis revolucionario. Es buena, precisamente, sólo para motivar a gente a firmar peticiones, pegar carteles o manifestarse como ciudadanos. Las cuestiones que plantea Raynaud son efectivamente fundamentales (¿qué hacer?, ¿cómo?, ¿con quién?). Algo más extraño es leer de su pluma que los anarquistas de hoy han dejado de planteárselas, cosa que, lógicamente, les impide responder a las mismas. Sería preciso relativizar esta afirmación, pues conocemos anarquistas que no son vagos de cabeza, precisamente porque supieron rechazar la adhesión pasiva que acabamos de evocar. Y conocemos otros grupos o individuos - que no se dicen anarquistas - cuyo pensamiento y actividad son muy útiles para el movimiento revolucionario...También hay que dar la razón a Raynaud cuando denuncia a los libertarios que no saben lo que quieren y que son incapaces de tomar la más mínima decisión. Estamos de acuerdo en estos últimos puntos, pero seguimos persuadidos de que esto no es nada nuevo.... Las razones se han evocado más arriba: ausencia de debate y de crítica, renuncia a ciertos puntos insoslayables, adhesión azarosa y puramente contemplativa de la que se deriva un compromiso práctico estéril, silencio y dejar hacer sobre los manejos de algunos etc. En conclusión, Raynaud esboza, a pesar de muchas insuficiencias, un estado de cosas bastante realista del anarquismo francófono. Por el contrario, se mantiene muy evasivo acerca de la búsqueda de lo que él llama credibilidad ante la mayoría de la población. ¿De qué credibilidad se trata? ¿Con qué criterios debe establecerse? Nosotros creemos que el único criterio válido es el de la verdad, y, en consecuencia, el del combate sin tregua contra las mentiras y las manipulaciones del poder. En estas condiciones, no viene al caso soltar lastre ante los fundamentos sobre los que se erige nuestra revuelta y nuestro proyecto social. No haremos avanzar la toma de conciencia y menos todavía la práctica revolucionaria dejando de decir claramente y desde ahora lo que rechazamos - y por qué lo rechazamos - y lo que queremos. Es pues claro que los que pretenden querer continuar haciendo funcionar esta sociedad lo menos mal posible deben ser combatidos al mismo título que el poder. Debemos llevar nuestra crítica sin miramientos para con ninguno de nuestros enemigos. Siendo nuestro combate el de la mayoría - ya que los males del poder son padecidos por la gran mayoría - esta credibilidad, buscada de esta manera, será, pues, tanto más fácil de encontrar. |