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Carta a un amigo

Nos complace, en justicia, por la sinceridad, la vida y la inteligencia que hay en ella, transcribir esta carta de Federico Arcos, compañero que vivió la vieja CNT y aún hoy, habitante en Canadá, milita todavía en la década novena de su vida, con un entusiasmo y generosidad verdaderamente conmovedores. El compañero, como pregnante síntesis de lo que quiere decir, hace preceder su carta de este breve poema suyo:

Igual que las estrellas a la noche,

como el sol al día,

el alba a la mañana,

al pétalo la flor,

la abeja el néctar

al panal y la miel,

el enamorado a su amada,

así se lleva el Ideal:

en el pensamiento,

en el corazón.

Me pides si podría hacer una definición del anarquismo. Es algo muy difícil para mí poder hacerlo en entera concreción. En cuanto a mí mismo, no me considero lo suficiente bueno para llamarme anarquista, pues siempre he creído que, para serlo, sería necesario llegar al máximo extremo del sacrificio y entregarse sin reserva, haciendo el bien sin límite ni freno. Yo puedo decir que aún me encuentro atado a ese sinfín de comodidades que la sociedad actual ha creado, y, aunque procuro limitarlas en lo que puedo, ello nunca será suficiente. El espíritu tolstoyano, que preconiza la liberación del individuo por separado, no podré alcanzarlo nunca.

Como sabes, crecí en el ambiente de una familia obrera, de recursos muy limitados, en un tiempo en que la propaganda de las ideas libertarias iba cuajando e incrementaba las esperanzas de poder alcanzar un mundo mejor. Así, en casa se leía la Soli, La Revista Blanca, Estudios y otras publicaciones libertarias de actualidad.

Un tiempo en que mi padre fue despedido del trabajo a causa de su edad avanzada, yo le leía la prensa a él y a unos vecinos que se juntaban en la puerta de la casa a tomar el fresco, como era costumbre entonces. Así que, tanto por lo que leía como por las conversaciones que se tenían en casa frecuentemente a las horas de la cena en los días de trabajo, o en la comida de los domingos, yo iba impregnándome del espíritu de aquellos tiempos, sintiendo con mi familia las mismas inquietudes de hacer algo para poder alcanzar esa finalidad del Comunismo Libertario, sueño que no dudábamos llegaría a ser pronto una realidad.

Y es difícil, hoy en día, para los que viven a una distancia de casi tres cuartos de siglo, poder comprender las inquietudes, el sentimiento, la entrega en que los obreros se daban enteramente en la organización sindical y educativa. Todo ello a costa de sufrimientos de despidos, de persecuciones, encarcelamientos, torturas, incluso asesinatos. Era un ambiente sin par que llegó a forjar a miles de compañeros en que esa fraternidad y entrega era el distintivo que caracterizaba a aquellos hombres y mujeres que escribieron páginas hermosas, llenas de gestas que hoy algunos quieren borrar de la historia, pero que aún permanecen vivas en el corazón y la mente de los que todavía quedamos y que supimos comprender aquellas grandezas y revivirlas intensamente.

Con todo esto, no he contestado a tu deseo de saber qué pienso del anarquismo. El anarquismo debe ser la expresión máxima de la libertad en todos los sentidos, sin coartar la libertad ajena. Siempre respetando la libertad de los demás. Podría decirte también que, para mí, el Anarquismo está más allá de la libre asociación para la organización económica de la sociedad, donde el individuo es base funcional, como existió en muchas colectividades y pueblos de España durante el proceso revolucionario de 1936 a 1939, especialmente en las regiones de Cataluña, Aragón, Levante, La Mancha, y debe llevar el implícito respeto a la vida, la revalorización del ser humano, basándose en los sentimientos y afectos ante las inquietudes, esperanzas, sinsabores o penas que se presentan en el curso de nuestra existencia.

Quizá podría decir que siento más el Anarquismo en mi corazón que en mi mente, como lo puede sentir el enamorado ilusionado en su amor al que idealiza siempre. Y, en ese camino, sentir amor hacia la Humanidad entera y a la Naturaleza en sí.

Repito que se me hace difícil definirlo y siento defraudarte, si no soy lo suficiente explícito para poder satisfacer tu deseo.

Federico Arcos

 Arriba lucha antifascista

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