El motivo de reunirnos aquí ha sido para recordar la gesta de nuestros compañeros y compañeras, octogenarios de la generación del 36. Hombres y mujeres, trabajadores manuales, gente corriente, que con la sola fuerza de sus ideas y de su determinación transformaron el mundo, dándonos el patrimonio  de su ejemplo y de su gesta. En estos pinares, tras la derrota y la represión, continuaron juntándose, sin darse por vencidos. Hoy rendimos un pequeño tributo a aquella quinta de militantes que sindicalmente en 1936 consiguieron las 36 horas en el ramo de la construcción, la jornada de cuatro horas en la siega, que el empresario tuviese que contratar a los parados designados por el sindicato... trabajadores y trabajadoras que viviendo en lo que hoy consideraríamos miseria, eran capaces de repartirse en asambleas de un par de horas el trabajo siguiendo criterios de necesidad... personas que no tenían que pasar por un juzgado para fundar una familia... militantes que se enfrentaban a persecuciones, despidos, cárcel y a la misma muerte porque se sentían protagonistas de sus vidas. Hoy nos faltan aquí la mayoría, pero aunque no estén en presencia, si los sentimos en esencia, porque... ¿Quiénes son los herederos de la tarea que iniciaron aquellos compañeros y compañeras? ¿Quienes tienen la responsabilidad de cambiar el mundo, de transformar la vida? (los/as presentes responden a coro) ¡Nosotros/as!

El secretario: Lorenzo Cavanillas