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Desde el fatídico 11 de
septiembre, Estados Unidos incrementó su presencia militar en el mundo en
el 20 por ciento, con lo que ya despliega casi 300.000 soldados en más de
140 países. Aunque el argumento explícito es la lucha contra el
terrorismo, un análisis de la distribución de las tropas no deja lugar a
dudas. La Casa Blanca ha aprovechado la fachada de la operación "Libertad
duradera" para asegurarse una influencia decisiva en zonas estratégicas y
controlar las reservas naturales más ricas del mundo. Y aún va por más
La
presencia militar de los Estados Unidos en el mundo ha aumentado un 20 por
ciento desde los atentados del 11 de septiembre. Cerca de 300.000 soldados
presentes en más de 140 países velan por los intereses de la única
potencia mundial.
Podrían existir, y de hecho
se argumentan, otras razones. Sin embargo, un análisis de la distribución
de las bases militares norteamericanas no deja lugar a dudas. Estados
Unidos ha aprovechado la cobertura de la operación militar conocida como
"Libertad Duradera" para instalar bases en Uzbekistán (1.000 soldados),
Tadjikistán y Kirguizistán (más de 3.000).Presencia que se ve fortalecida
por los 5.000 soldados estacionados en las bases de Afganistán. De esta
manera Estados Unidos se asegura una influencia decisiva y cierta
capacidad de control en la zona del Mar Caspio: la región con las reservas
de recursos naturales sin explotar más rica del mundo. ¿Casualidad?
¿Altruismo de los Estados Unidos? ¿Defensa mundial de la democracia?
En el Golfo Pérsico,
Estados Unidos, en connivencia con las despóticas monarquías que gobiernan
la zona, mantiene más de 20.000 soldados. Más de 1.000 entre Oman,
Emiratos Árabes Unidos y Qatar; otros 1.000 en Bahrein, que además alberga
al Estado Mayor de la Quinta Flota de la Marina, y 4.800 en Kuwait. Pero
sin duda, el caso más significativo es el de Arabia Saudita, emirato en el
que Estados Unidos tiene tres bases militares y más de 5.000 soldados,
cazas F-15 y F-16, aviones "invisibles" F-117 y aviones de espionaje U-2 y
Awacs. Si exceptuamos la base "Príncipe Sultán", que se encuentra cerca de
Ryad, la capital, las dos restantes se sitúan en el inicio o la
desembocadura de los dos gasoductos que cruzan el país. Es más, una de
ellas, la base militar de Al Khobar, se encuentra junto al puerto
petrolífero de Ras Tanûra. Parece evidente, pues, el principal valor que
guía la estrategia militar de los Estados Unidos en el Golfo Pérsico. El
control militar de la zona se completa con la base Diego García. Estas
instalaciones militares, situadas en la pequeña isla del Océano Índico que
les da nombre, albergan la presencia de 4.000 soldados norteamericanos,
cazas y superbombarderos B-52. Los habitantes originarios de la isla, de
propiedad británica y explotada conjuntamente por los Estados Unidos y
Gran Bretaña desde los acuerdos confidenciales firmados por las dos
potencias en 1964, fueron "trasladados" en 1971 a las islas Mauricio, a
1.500 kilómetros de la isla Diego García.
Sin embargo, hay ocasiones
en las que las instalaciones militares de los Estados Unidos en el
extranjero no se establecen para controlar los recursos de una zona o
asegurarse su acceso a ellos. Existen otros muchos intereses. Así, por
ejemplo, las bases militares de Morón y Rota (España) y Aviano (Italia)
realizan una labor logística indispensable para las operaciones de Estados
Unidos en Medio Oriente y Europa. Lo mismo ocurre con los 2.000
soldados que la armada norteamericana mantiene en Turquía, lugar del que
despegan los cazas que bombardean el norte de Irak.
En América latina y el
Caribe, se encuentran las bases militares de Aruba-Curaçao (Antillas
Holandesas), Comalapsa (El Salvador) y Manta (Ecuador). Esta última,
situada al noroeste de Ecuador, permite a la armada norteamericana
controlar toda la región andina y realizar labores de vigilancia en
colaboración con el ejército colombiano, al tiempo que sirve de apoyo para
el despliegue norteamericano en Colombia.
Peor aún es el caso de la
Isla de Vieques, al sudeste de Puerto Rico, utilizada desde hace sesenta
años como polígono de tiro de la fuerza aérea norteamericana y como zona
de ensayo para las operaciones anfibias de las fuerzas especiales de la
Marina. A causa de estas acciones, la salud y la calidad de vida de sus
habitantes se ha visto enormemente deteriorada. El control indirecto del
Canal de Panamá es el objetivo de las instalaciones militares de Estados
Unidos en este país.
Además, la armada
norteamericana cuenta con bases en suelo cubano (Guantánamo), Honduras y
Barbados. Por otro lado, a las ya mencionadas bases de Italia y España,
hay que unir otros emplazamientos de fuerzas militares norteamericanas en
Europa: Alemania, por razones estratégicas -que han quedado obsoletas
desde el fin de la bipolaridad-, tiene una importante presencia militar
norteamericana, a la que se suma la presencia de tropas en Grecia,
Hungría, Islandia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Luxemburgo, Portugal...,
etc. Asimismo es significativa la presencia militar norteamericana en
Albania desde la guerra de Kosovo.
En definitiva, más de
100.000 soldados repartidos por todo el continente.
En África, Estados Unidos
mantiene tropas en Egipto, socio tradicional de la superpotencia, que
además es, después de Israel, el segundo beneficiario de las ayudas
financieras norteamericanas.
El mapa de la presencia de
tropas de los Estados Unidos en el mundo se completa con las desplazadas
al sudeste asiático. El dominio de las aguas del Pacífico es un objetivo
estratégico tradicional de los Estados Unidos, acentuado en la actualidad
por el aumento de la importancia de China. El ejército norteamericano
mantiene 37.000 hombres y 100 aviones de combate de última generación en
Corea del Sur; 50.000 soldados en Japón (sobre todo en la base de Okinawa)
y 600 soldados, entre ellos 130 de los cuerpos de élite, desplazados
recientemente a Filipinas. Operaciones como la realizada al sur de
Filipinas, se han repetido en Yemen y Georgia, donde más de 200 soldados
norteamericanos instruyen al ejército en la lucha contra los "extremistas
islámicos".
Este espectacular y global
despliegue militar se ve fortalecido y potenciado por dos aspectos
esenciales: la capacidad de ubicuidad de las tropas norteamericanas y el
apoyo logístico. Este último se realiza a través de los grandes
portaaviones (como el USS Theodor Roosevelt o el USS Enterprise), sin
olvidar la capacidad de vigilancia global de la red de satélites de los
Estados Unidos. Es decir, presencia física y tecnológica, con tropas,
bases militares y portaaviones, grandes destructores y satélites; pero
sobre todo, con capacidad de acción en cualquier parte del globo.
La presencia militar
norteamericana en el mundo aumentará aún más si finalmente Estados Unidos
decide intensificar sus ataques a Irak y realizar una operación a gran
escala para derrocar al régimen de Saddam Hussein. George W. Bush,
republicano aislacionista, que llegó a la presidencia de la única potencia
planetaria con serias dificultades para situar en el mapa cualquier país
que no fuese el suyo, prepara ahora, guiado por quienes fueron los
directos colaboradores de su padre, la intensificación del despliegue
internacional norteamericano. El objetivo es difuso, no así los intereses
que se encuentran detrás de esta operación global.
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Enviado por de Pimienta
Negra |