Yo y mis amigas las cosas. Manifiesto a favor de los objetos |
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Ed. Pánfilo, Portugalete 2001, 142 pp. Es característica de cualquier discurso, aún de aquellos fijados en el texto escrito y con declaración de intenciones, el que el lector u oyente vea intenciones que el autor no pudiera ni sospechar o incluso que no haga caso de las manifestaciones explícitas del autor sobre las mismas. Todo discurso tiene un aspecto que no puede ser previsto por quien lo emite: la hermenéutica del lector. Uno sospecha en el texto de Nicola Lococo una ironía que nace de la trasposición (metafórica) de lo intersubjetivo a las relaciones sujeto-objeto. También es cierto que en las segundas funda las primeras y para nada necesitaría el recurso irónico, si no fuese porque elaborar un discurso filosófico sobre una hipótesis psicológica hace tiempo que no tiene buena prensa. No cabe reseñar la originalidad del texto, que la tiene, si no es por cuanto pone ante los ojos algo sobre lo que con dificultad solemos recapacitar: nuestra relación con los objetos. Y en esa medida es una reflexión sobre lo cotidiano que por omnipresente no se convierte en materia de análisis. Pero en esa reflexión sobre el cotidiano comportamiento del hombre respecto a los objetos que construye y utiliza se muestra el hombre en su Ser y no como el objeto de estudio que se esencializa en su casuística de salón y al que tanto recurren algunas éticas (i.e. esa que se autodenomina "trágica"). De sus gustos teológicos arranca Nicola Lococo el fin y sentido de la existencia humana: su autoconstrucción en Cristo, en salvador de la imperfecta obra divina, que coincide con su construcción en objeto perfecto artificial que permita evitar el destino inexorable al que está abocada la Naturaleza: su desaparición. Para que este fin pueda ser llevado a cabo la propedéutica comienza con variar nuestro comportamiento con los objetos. |
Nicola Lococo Cobo
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