Caro
es el precio y nula la virtud. España lidera estética y
funcionarialmente la Europa centinela. La que en el 2002 caerá en sus
garras fácticas para que los rapiñeros que han diseñado su futuro
prometedor tengan la recompensa que reciben los lacayos de élite.
Tras el verano de limpieza
étnica y de represión otoñal a los movimientos sociales una nueva
muesca enarbola estos desechos constitucionales. Ahora el gobierno
español es el portavoz y justificante ante Latinoamérica de los planes
de la OTAN de reinvasión en todo el continente extrañado humanamente.
Allí los pobres y hambrientos
deberán cerrar la boca para no perder el poco aire que les queda. Su
respiración es la dieta del silencio para no engordar más la suciedad
famélica que les regalamos entre todas y todos.
El próximo mes de diciembre, en
sus estúpidas y aberrantes fiestas navideñas,
va a conseguir un
"marketing" milagrero que dulcificará el rencor en almanaques
de récords y recopilatorios de hermandad más asesina que el ántrax.
Luego los hombres y mujeres sin voluntad caerán en las rebajas de sus
ganancias y coleccionarán stocks y deudas de despidos laborales.
Europa fruncirá el ceño un
tiempo. Su gente reorganizará sus clichés y dirán que los malos son los
"raros/as" que tratan de vivir en otro tipo de realidad posible.
España, ya en la parrilla de salida, retocará su máscara global y de
Latinoamérica a Asia sus proles místicas alardearán de que el sol no se
pone en las cananas de su función vigilante Y tú y yo, por ejemplo,
seguiremos siendo los feos porque al malo ya se lo cargarán Stallone,
Steven Seagal, o una reencarnación de Rin-tin-tín.
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