La nueva clase obrera

 

Dios Córides

...A caballo de la noción de eficiencia y de la sacrosanta libertad individual, se procede a un minucioso desmontaje del estado del bienestar, acarreando, como efecto, la desmovilización ciudadana del trabajador... 

¿Ha terminado la guerra?


CNT de Madrid

..."Eje del Bien" nos quieren convencer de que la victoria militar y el genocidio de la población civil de estas semanas queda justificado por el "gran avance democrático" que logrará esta sociedad oprimida. Pero no nos engañemos, los verdaderos motivos han sido económicos y políticos...

Por la Paz: En recuerdo de Rachel Corrie

Stefano Costa

...ha perdido la vida una joven pacifista, Rachel Corrie de sólo 23 años. Era una estudiante de la Universidad de Olympia (Washington), y pertenecía al Movimiento por la Justicia y la Paz...


Recordar es no olvidar.- A Puig Antich

M. Plaza

...aquellos jóvenes luchadores por la libertad cometieron el delito de no ser políticos, sino, jóvenes libertarios, cuya forma de entender la vida era totalmente contraria al sistema de partidos políticos, que lo único que buscaban y buscan es la poltrona desde donde dirigir a las masa...

     

La nueva clase obrera

El siglo XXI ha traído, disimulado entre los ropajes de su promesa de futuro inagotable, el certificado de defunción del "bienestar". No sólo, como muchos parecen o quieren creer, para las sociedades del segundo y tercer mundo. Que el "bienestar" fuera sostenido desde los años 60 del siglo pasado sobre injusticias brutales, no debe hacer olvidar que el cómputo actual de la miseria es muy superior al de la década citada, y, aun peor, que presenta un panorama trágico y desolador que dibuja los perfiles del futuro con los rasgos de una nueva esclavitud.

Lo significativo no se encuentra en las cifras que ofrece el informe Gini sobre bienestar o en que reiteradamente los informes sobre desarrollo humano muestren el continuo declive de la curva. Sino el papel del capitalismo posmoderno frente a ello. El encarecimiento del coste por unidad de energía, la "autonomía" del sistema financiero respecto al sistema industrial, la inviabilidad económica del sector servicios, etc., etc., ponen de manifiesto el agotamiento del sistema por varios de sus flancos.

La repercusión en la producción de todas estas "taras" se ha efectuado exclusivamente en el abaratamiento del factor trabajo. No de otro modo se interpreta la ultrapauperización, en especial, de los productores de las áreas de monocultivo. Y, por otro lado, el sistemático aumento de la jornada laboral, la precarización del empleo, y la posposición de la jubilación.

Aparte de las falsas razones de que la dinámica económica, como mano invisible, así lo determina, en este proceso ha sido determinante la estrategia neoliberal desde los años 80. Esta estrategia se plantea en un triple frente. Desde Hayeck hasta Nozcik, la incardinación absoluta y excluyente de la libertad individual a la libertad económica, entronizada por una perversa moral sostenida por un darwinismo falseado; esta atomización del ciudadano individual desplaza la responsabilidad del sistema social al fracaso del propio ciudadano (del ámbito económico, al ámbito moral, del ámbito estético a la dimensión política), dando lugar a dos figuras características del sistema capitalista el looser (perdedor) y el free rider (insolidario que va a lo suyo).

El segundo frente consiste en el desmantelamiento sistemático de los estados de bienestar. A caballo de la noción de eficiencia y de la sacrosanta libertad individual, se procede a un minucioso desmontaje del estado del bienestar, acarreando, como efecto, la desmovilización ciudadana del trabajador. Si la figura del Estado paternal se construye tras la II Guerra Mundial, como modos de afirmación del Estado nacional que diluya el conflicto de clase, convirtiéndose de ese modo en la propia teleología de las naciones: la revolución tacheriana y reaganiana troquelan la figura del nuevo estado como gestor minúsculo y eficiente de servicios exclusivamente estratégicos. Abandonada la sanidad, la educación, los sistemas de seguridad al desempleo, etc., el estado neoliberal se reafirma en los dos nódulos de control fundamentales, la estructuración y control de los medios de comunicación, y la exclusividad de los medios de represión y guerra. Que se garanticen en exclusividad tales ámbitos no quiere decir que se fomente una estatalización de los mismos, muchas veces lo contrario, sino que constituyen su campo estratégico de actuación preferente, ya sea por intereses ideológicos, ya sea por intereses comerciales y dinerarios (en tal sentido se constatan dos cosas; primera, asimetría entre los medios de comunicación y el público –a este respecto baste cotejar la diferencia entre la opinión del público norteamericano contra la guerra, aprox. del 60%, con la actitud de los medios y corporaciones de comunicación americanas que manifiestan un apoyo a la guerra de un 95 %-; segundo, sistemática profesionalización de los ejércitos que los autonomiza de las sociedades –a lo que habría que añadir el incremento de la seguridad privada en detrimento de la policía "pública", que, necesariamente, también autonomiza al aparato represor de la sociedad en la que éste se instala-.

Este estrangulamiento sistemático del estado no obedece tanto a un voraz proceso "privatizador" (pues a día de hoy el Estado es el mayor cliente de todas las empresas: aprox. 50% de los recursos de gasto de cualquier país, y además en sectores que requieren alta inversión), que, dentro de la concepción de eficiencia y optimización de la gestión capitalista, adelgace el estado a su mínima expresión, sino a una doble intención:. por un lado, la creación de un ámbito opaco de los grandes negocios fuera del control de los ciudadanos (proceso Enron y similares: las grandes corporaciones esquilman a los accionistas manteniéndose en una impunidad jurídica absoluta; o, peor aun, se repercute el fraude y la pérdida en el conjunto de la ciudadanía, sin posibilidad de responsabilidad subsisdiaria por parte del estado). Por otro lado, el desarrollo de un proceso de exclusión social que, descarnadamente se expresaba en la doctrina de la sociedad de los dos tercios, Así pues, y la sociedad norteamericana es fehaciente prueba de ello, el que sale del sistema, por las razones que fuera, no vuelve a entrar, y el que está dentro se guardará muy mucho de que lo saquen. Para ello, por supuesto, es condición necesaria tragar todas las ordalías que el sistema impone y propone. Pues, incluso manteniendo el sistema de democracia formal, las estadísticas muestran que el índice de participación política de los "excluidos" de la sociedad es nulo, y, por tanto, su rentabilidad política igual a cero.

Las consecuencias de esta "desocialización" son más graves y profundas de lo que pudiera parecer. El proceso de "tribalización" que se observa en algunas capas sociales, el redescubrimiento de la explosión social como forma de manifestación de rabia e impotencia, la vuelta de los linchamientos, el proceso por el cual los sistemas jurídicos y la conciencia de los ciudadanos instaura de nuevo la idea de venganza como justicia -justicia de sangre-, etc, etc. son indicios inexcusables del proceso de exclusión social llevado a cabo por la ideología neoliberal.

El tercer punto es el propio diseño de la nueva empresa capitalista, con sus infinitas redes de subcontratas y relaciones subsidiarias. Dentro de este nuevo diseño, uno de los pilares fundamentales se encuentra en la progresiva autonomización de lLa clase obrera se divierte.- Ceesepeos trabajadores (bajo la paradoja semántica del autotrabajo y bajo la desvergüenza económica de que este miniempresario ve sus condiciones laborales y salariales, en muchos casos, aun peor que un trabajador de plantilla). De tal modo que, en realidad, las grandes empresas y corporaciones, se convierten en intermediarios del mercado de trabajo, y los riesgos que pudieran derivarse de la actividad económica se carga sobre esa nueva clase de miniempresarios y trabajadores autónomos.

El marco de esta triple estrategia determinará la estructura de la nueva clase obrera. Porque, en el proceso de atomización y uniformización (en absoluto contradictorios) de las sociedades posmodernas, el rol del trabajador, roto el principio de solidaridad de clase, aislado socialmente y con una autocomprensión de competencia darwiniana respecto a sus semejantes, permitirá el acrecentamiento de la precariedad del empleo y el abaratamiento de su coste.

Como tantas veces a lo largo de su historia, el sistema económico desestructura el equilibrio del modo de producción en aras de una lógica exponencial del beneficio. La diferencia a día de hoy estriba en que la dinámica del proceso apunta hacia la creación de un nuevo trabajo esclavo donde el nivel de subsistencia tasará el salario.

El reto pues al que se enfrenta la nueva clase obrera radica, primeramente, en la comprensión de este nuevo marco, a la que debe orientar su estructura reivindicativa. En segundo lugar y ahora más que nunca, se hace necesaria la conciencia autogestionaria y colectivista que pueda oponer una economía real a la omnipresente economía capitalista. La revolución a la que debe aspirar la nueva clase obrera modifica el paradigma de las revoluciones que hasta ahora han sido. Hoy, la revolución debe convertirse en un acto cotidiano, un imperativo ético que minuto a minuto invente y modifique nuevas relaciones económicas.

De modo mecánico, nos hemos acostumbrado a pensar que las estructuras sociales y económicas determinan la vida cotidiana. Ha llegado el momento en que la misma vida cotidiana intente el asalto de las estructuras sociales y económicas. Sin ese esfuerzo, el mismo nombre de nueva clase obrera será un concepto sin sujeto, y el término esclavo la calificación habitual de la mayor parte del género humano.

Dios Córides

 Arriba lucha antifascista