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Violencia de género. El 1 de agosto entraron en vigor
nuevas medidas de protección para las víctimas
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El Plan Ibarretxe. Un resumen de los puntos
fundamentales de este proyecto ................................. 14
Actualidad
cnt
n°294 octubre 2003
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100
Eugenio Martín
N
unca la vivienda y el mercado de
suelo habían estado en tan pri-
mera fila política y mediática,
pero tampoco nunca de una
manera tan demagógica y falaz.
Ya en la campaña electoral la preocupación
por la vivienda había salido de la rutina infor-
mativa, pasando a la primera línea de la agen-
da política, al revelarse como una de las
primeras preocupaciones de los ciudadanos
votantes, en un país donde oficialmente a
éstos lo que más les preocupaba era el terro-
rismo y la unidad de España. Y ello porque
nunca había sido tan brutal la carestía de la
vivienda y la dificultad para muchos de
encontrar un techo digno en el que vivir.
Lo que nos llega de todo ese debate polí-
tico es la existencia de unos especuladores
malvados, y la inoperancia de los diversos
gobiernos municipales, autonómicos y esta-
tales en corregir las desigualdades e imposi-
bilidad de acceso a la vivienda a los
ciudadanos. Ante dicha situación, ya clamo-
rosa y vergonzante, las diatribas políticas se
quedan en acusaciones de corrupción y en
promesas de promoción de vivienda social,
actividad que se ha reproducido cíclicamen-
te en la historia española sin que nunca
haya supuesto un cambio sustancial en la
posibilidad de acceso a la vivienda.
Para hablar de la vivienda y sus proble-
mas hay que hablar de suelo, y de la regula-
ción jurídica del mercado de suelo, tema en
el que nunca se aventuran de verdad nues-
tros políticos. Es la regulación del derecho de
propiedad del suelo y su urbanización, la
causa primera y directa de todas las disfun-
ciones y problemas que ese mercado causa en
nuestras vidas, bolsillos y ciudades, alcan-
zando también a las estructuras de los parti-
dos políticos como se ha podido comprobar
durante el verano pasado.
El sistema urbanístico español está las-
trado por la atribución que legalmente se
hace al propietario del suelo del aprovecha-
miento urbanístico y la facultad de edificar,
a cambio de que vaya realizando la urbani-
zación de las ciudades, la realización de las
calles y canalizaciones de servicios, ahorran-
do así esa partida a la Administración Pública.
Este sistema, que tiene su origen en la segun-
da mitad del siglo XIX es el que determina el
comportamiento alrededor del urbanismo, ya
que convierte a la propiedad del suelo en un
mercado especulativo y seguro, valor refugio,
que incide con posterioridad en la ordena-
ción de la ciudad, y en la puesta a disposi-
ción de las viviendas, los productos finales,
dominado así por los propietarios de ese suelo,
y por la inoperancia de la Administración para
intervenir.
Y para cambiar ese estado de cosas no se
trata de realizar reformas parciales de las leyes
del suelo, esa no es la solución, no hace falta
más que mirar las diferentes exposiciones de
motivos de todas las leyes del suelo habidas
desde la primera, del año 1956, pasando por
las reformas de 1976, 1990, y terminando por
las leyes autonómicas actuales para advertir
que todas ellas nacen con el objetivo de evi-
tar el encarecimiento de la vivienda y la espe-
culación, lo que convierte dichas leyes en un
fracaso reiterado y sabido; de ahí la acusación
de demagógico al enfoque de los problemas
del suelo y la vivienda más al uso.
Mientras no se desvincule la propiedad del
suelo del aprovechamiento urbanístico, el
estado de cosas seguirá siendo el mismo. Si
el aprovechamiento urbanístico, la posibilidad
de edificar en un determinado sitio, fuera
una atribución pública, una especie de con-
cesión administrativa desvinculada del pro-
pietario, nadie tendría que comprar suelo
agrario en los alrededores de las ciudades por
más de cien veces su valor como ocurre ahora,
por que lo que se compra es expectativa de
aprovechamiento, que los Planes Generales
atribuyen al propietario en virtud de una
regulación legal clásica que ha instaurado
todo un sistema de inversión y especulación
en el que al final participan todos, en la otra
bolsa, la bolsa inmobiliaria.
Especulación es la apuesta en la compra o
inversión en un determinado bien en la espe-
ranza de una ganancia futura, y es un aspec-
to básico de una economía de mercado. Por
ello no parece que haya que rasgarse las ves-
tiduras ante dicha práctica si no nos la ras-
gamos consecuentemente ante un sistema
económico capitalista de mercado como el
que tenemos. La inversión en suelo, en
inmuebles, siempre será una inversión segu-
ra, y la práctica especulativa la realizan las
empresas, los inversores y los pequeños aho-
rradores al comprar viviendas, ya que ello les
otorga el beneficio y revaloración del desa-
rrollo de las ciudades e incluso de la realiza-
ción de costosas infraestructuras para facilitar
el transporte público y privado con las peri-
ferias de las grandes ciudades. Por lo que no
debe extrañar que en el culebrón de la
Asamblea de Madrid lo que más ha aparecido
han sido alcaldes y corruptelas de municipios
emergentes de los alrededores de Madrid,
donde se dan los mejores pelotazos.
Este sistema está santificado actualmen-
te por la ley estatal de suelo y valoraciones,
de 1998, pero nunca la raíz del sistema ha
sido tocada por gobierno alguno, ni se ha
puesto en cuestión por ninguno de los par-
tidos políticos de gobierno que en el estado
español hay.
Las instituciones, los Ayuntamientos,
Comunidades Autónomas y partidos políticos
han perdido la batalla ante un sistema que
consideran intocable, tras lo cual se han dedi-
cado a políticas demagógicas, de parcheo, y
a participar también de ese botín. Las
Administraciones Públicas de todo signo, tam-
bién propietarias de suelo, se han dedicado
a rentabilizar al máximo su patrimonio inmo-
biliario, recalificándose a si mismas incluso,
para enjugar déficits, financiar equipos de
fútbol locales, fiestas patronales y otros cir-
cos similares, todo ello en una huida hacia
delante que tendrá sus consecuencias dentro
de unos años en muchos municipios donde ya
no quede más suelo que explotar y el man-
tenimiento de ciudades crecidas sin orden ni
previsión sea insostenible para los presu-
puestos municipales.
Los políticos de todo signo son actores fun-
damentales de este desastre y se constituyen
en auténticas "piovras" en las que los pro-
pietarios del suelo, grandes empresas u ope-
radores locales, actúan de financiadores de
éstos a cambio de que estos gobernantes no
interfieran en sus desarrollos urbanísticos a los
que solo da vía libre el Ayuntamiento de turno
cuando aquellos se han hecho con la propie-
dad del suelo y todo está atado y bien atado.
Y como el conocimiento de los entresijos es tan
importante, no es extraño ver a multitud de
promotores que provienen de las filas de la
política y el sindicalismo de "izquierda". Son
en muchos casos los llamados gestores de coo-
perativas de viviendas, protagonistas princi-
pales del fraude de las viviendas protegidas,
con los sobreprecios de dinero negro.
Las migajas de ese macronegocio serán ven-
didas políticamente como creación de vivien-
da en alquiler para jóvenes, viviendas sociales
para minusválidos u otros productos similares
que llegan sólo a una minoría de ciudadanos
y que suponen muy poco para garantizar el
olvidado derecho a la vivienda del art. 47 de
la Constitución.
De este escenario resulta una renuncia al
gobierno del territorio por parte de las
Administraciones aterradora y una ciudada-
nía obsesionada por la compra de vivienda a
cualquier precio, y por especular con ella.
Parece por tanto que se necesita un nuevo
modelo, el desapoderar al suelo y al propie-
tario de su posición, y a que alguien se deci-
da por fin a hacer efectivo el citado artículo
47 y a realizar una política dirigida a la cre-
ación de viviendas y no de bienes de inversión,
y por tanto de viviendas en alquiler o en cual-
quier otro régimen que impida la especula-
ción con ellas, teniendo en cuenta que las
viviendas protegidas o sociales también son
objeto de fraude y especulación. Todo ello des-
pués de que la aspiración de aquel ministro
franquista, "hagamos propietarios y no pro-
letarios", haya tenido las consecuencias que
todos conocemos.
Me temo, sin embargo, que en las próxi-
mas campañas electorales asistiremos a las
algaradas habituales, para que todo siga como
está; y los especuladores, de todo signo, tan
tranquilos.
D. BOBER
Las verdades del suelo
Tras la repentina espantada de dos diputados de la Asamblea de Madrid y la
imposibilidad consecuente de lograr el gobierno de la Comunidad de Madrid por parte
de la coalición PSOE-IU, se ha desatado todo un torrente de acusaciones y
valoraciones que sitúan en los aledaños de la promoción inmobiliaria el origen de
dichos hechos.Con intención se nos ha dicho el impedir la reforma de la Ley del Suelo,
por parte de los "especuladores", como sentencia reiteradamente el nuevo candidato
socialista, a pesar de lo ocurrido.
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