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Cesaron
las bombas, empieza la limpieza del territorio en un sentido amplio,
aunque, naturalmente, siempre desde la óptica del conquistador. Puede
llevar algún tiempo, pero tendrá un término. Los estados que habían
vociferado contra la guerra perderán ahora (ya lo han perdido) el culo
por sacarle partido a la nueva situación que deja la guerra victoriosa.
Habían vociferado por interés y ahora se la envainan también por
interés. Sadam Hussein, aventajadísimo discípulo de Francisco Franco,
había sabido cubrirse las espaldas otorgando grandísimas prebendas
económicas a Rusia, en un área geopolítica, y a Francia en otra, para
que (obra innegable del genio diplomático de Tarek Asis), llegado el
caso, inevitable, le sirvieran de colchón ante las consecuencias de su
activa y agresiva política panárabe, antijudía y antinorteamericana. La
cosa no le salió porque la decisión inquebrantable de los USA y su, hoy
por hoy, insuperable fuerza, pasó por encima de todo, pero su acción no
iba descaminada, como lo probaron todos los gestos políticos que
precedieron a la contienda.
La globalización económica es, con
matices, un hecho innegable, pero los considerandos políticos de tal
fenómeno están muy lejos de haber recorrido ni siquiera su primer tramo.
Podría tenerse por una quasi aseveración histórico-axiomática -sin dejar
de tener en cuenta la importancia de la intercorrección que supone la
copresencia de los dos adjetivos incluidos- que, mientras la historia no
termine de borrar la historia, los estados nacionales (no se conocen
otros) seguirán pujando, con toda la fuerza de que dispongan y en todos
los terrenos a su alcance, por la prevalencia hegemónica de sus propios
y particulares intereses. Y esta aseveración axiomática vale tanto para
los Estados-bloque como para los Estados miembros de bloques más
amplios. La historia universal del último medio año es aleccionadora en
alto grado a estos respectos.
So color del 11-S y tomando tal hecho
como bandera vindicativa o, simplemente, como cobertura de crípticos
planes trazados con antelación, tras la anexión de Afganistán a los
nuevos proyectos, que contemplaban el establecimiento de una base sólida
para el control y la canalización de doble vertiente petrolera, por el
norte, a confluir con los imaginables oleoductos del Caspio, vía Europa,
y, por el sur, sur-este, a desembocar
en los puertos del Índico, ahora, Iraq representa para los USA, en estos
momentos del desarrollo expansivo, una pieza fundamental para la
consolidación de esas bases próximo-orientales, pues la interposición
geográfica, en esa ruta, de dos países, uno, ya hostil, Irán, y el otro,
muy verosímilmente hostilizable, Turquía, hace, en principio, muy
altamente insegura la aventura caucásica.
El dominio en influencia
político-económica de Iraq, no sólo asegura el control del segundo o
tercer mayor productor de petróleo del mundo y una salida natural al
Golfo Pérsico, sino que, además de constituir una cabeza de puente
inexcusable para decidir con autoridad en el contencioso árabe-israelí,
permite a los USA establecer una sólida base de, al menos, fuerte
condicionamiento sobre la política de Siria, Irán y Turquía. La creación
en Iraq de un estado federal traerá consigo, si no, de momento, la
constitución de un estado kurdo, sí un estatuto de fuerte autonomía para
ellos que vendrá favorecido, en intensidad, por la decidida voluntad
shií (60% de la población global) de una autonomía de grandes fueros. La
reivindicación de autonomía para el pueblo kurdo se vio ya contemplada y
prevista en el tratado de Sèvres (1920) y, aunque el tratado de Lausana
de 1923 dio al traste con estas previsiones, la lucha de esta etnia,
dividida por diversos hechos de conquista y repartos políticos entre
Turquía, Irán, Iraq y Siria, por su independencia viene siendo una
realidad activa, con interrupciones y reinicios, desde 1925. Los
peshmergas que actuaron en esta última guerra son un ejemplo de ello.
Seguro que los Estados Unidos, en
evitación de tener que enfrentar más problemas de los estrictamente
necesarios, no van a apostar, por ahora, por el establecimiento de un
estado kurdo, pero la amenaza del mismo, será, con el apoyo militar USA,
un suficiente factor de disuasión de cualquier veleidad de esos tres
países con minorías kurdas de impedir la autonomía de los kurdos
iraquíes, y, a la vez, un fuerte elemento de presión para que no impidan
seriamente, y más bien faciliten, las acciones político-económicas
americanas en la región.
Otro capítulo que afecta
importantemente a la concreción del nuevo mapa geopolítico que se
avecina es Europa, en la que esa prisa por acudir a la tarta de Iraq, a
desdecirse a medias y al galante besamano mediático de Chirac a Ana
Palacio, son claras muestras de la mentira de la "paz" altavoceada en
fechas recientes por sus máximos dirigentes. Una Europa donde Blair
zascandilea y donde Aznar saca pecho y perdona vidas para hacerse
bienquisto de los corceles de tiro, y, sobre todo, donde vuelan y
trasiegan malentendidos, unos, porque son producto de mal entendimiento;
otros, porque son producidos ya para que se malentiendan.
Las dos últimas reuniones de Atenas,
la de ampliación de la UE y la de la Conferencia Europea, ponen muy de
relieve varias cosas: que hay una voluntad general por parte de los
pequeños estados de acceder, y de forma apresurada, a la Unión; que,
para estos pequeños estados, es prioritario y urgente alcanzar su
seguridad económica y militar (esto último más perentorio para los
países del este); que, para los grandes estados, lo urgente es el
afianzamiento político y el aseguramiento de su liderazgo en la nueva
situación concretada en un bloque de 450 millones de habitantes, con el
que esperan desempeñar un papel de la máxima importancia en el mundo, y
como así, sin duda, será; que, de cara a la inminente Constitución
común, unos, los pequeños, piensan salvaguardar el valor de sus
decisiones promoviendo una Europa de los estados, mientras que los
grandes, al propugnar una Europa de los ciudadanos, en lo que piensan es
en mantener la primacía de sus propios estados, asegurándose
presidencias y cargos de dirección, y aquí los malentendidos y "malpronunciados",
porque lo que en el fondo desean es repetir la imagen de la ONU, aunque
más funcional, pero donde quede asegurado el dirigismo de unos y el
seguidismo de otros. O sea, que, cuando en la reunión del día siguiente
se afirma que se han reunido "para reiterar su determinación de no
tolerar más líneas divisorias", la cosa hay que entenderla acompañada de
dos crípticas frases que se añadieron a la declaración, la de Chirac en
la que habla de "flexibilidad", de "adaptación" y de "planteamiento
diferenciado"; y la segunda de Berlusconi proponiendo eliminar la
Comisión Europea y su sustitución por un gobierno formal europeo.
Sin embargo, lo más significativo,
desde el punto de vista de la originación de un nuevo mapa geopolítico
planetario, nos lo ofrece esta segunda reunión, a la que ya no asisten
ni Blair ni Aznar, la de la Conferencia Europea, con la presencia de
Rusia, Ukrania y Moldavia, países que, lógicamente, no entrarán en la
Unión Europea, y decimos "lógicamente" porque no está en la naturaleza
de uno y otro grupo la copertenencia intrínseca, pero sí aparece
meridiana su significación desde el punto de vista de la alianza "frente
a". Los maridajes y desmaridamientos están a punto de trastocarse. |
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