Isaac Bigio
Los
motivos para ir a la guerra contra Irak fueron confiscar su supuesto
arsenal de armas de destrucción masiva y golpear a un pretendido socio de
Al Qaeda. Hussein ya cayó y no se ha encontrado un solo recipiente de
gases así como ninguna prueba que vincule a su movimiento de origen
republicano, socialista-nacional y secular con el fundamentalismo
anticomunista y social conservador de Bin Laden.
La guerra iraquí fue el
escenario que hubiese necesitado toda seria amenaza panislámica para
aprovechar y golpear a Occidente. Mas, no se produjo un solo atentado de
Al Qaeda, lo cual demuestra la debilidad de ésta.
Todos los analistas
concuerdan en reconocer que Al Qaeda fue inicialmente financiada y armada
por la CIA para crear una red de retrógrados oscurantistas islámicos
contra los soviéticos. Sin embargo, una minoría de ellos (como el
estadounidense Petras), concibe que su inactividad en la guerra demuestra
que ésta no existe o que es una pantalla creada por los halcones para
justificar la militarización global y la conculcación de derechos a los
inmigrantes y ciudadanos en occidente. Meysar, autor del ‘best seller’
francés durante 2 meses ‘La Gran Farsa’, incluso afirma que los Bin Laen
tienen negocios en común con los Bush y que no es casual que no se le
encuentre.
Tras la cacería contra Al
Qaeda en el Reino Unido se creó un clima de paranoia, se militarizó el
aeropuerto de Heatrow y se acaba de aprobar una ley para retirar la
ciudadanía a incitadores del terror.
Diversos periodistas pueden
decir que esta posición es parte de una teoría conspiradora de la historia
pues ha habido algunos atentados desde Bali a Kenia y hay una red de
grupos armados fundamentalistas desde el este iraquí hasta las Filipinas.
Lo cierto es que la guerra
ha demostrado que Al Qaeda no es el peligro descrito y que tampoco ha
existido lazo alguno con sus tradiciones enemigos del Baath a quienes les
tildan de infieles por haber permitido que las mujeres iraquíes no usen el
velo y por haber querido separar a la religión del estado.
El presidente egipcio ha
alertado que con el tipo de intervenciones anglo-americanas se crea tanto
resentimiento que podrán surgir unos cien Bin Ladens. Sin embargo, la
polarización entre la civilización liberal y la barbarie clerical
mahometana es algo de la cual bien saca provecho Bush y Blair para
justificar apoyo interno para implementar su política internacional que
pasa por limpiar al globo de regímenes contestatarios e imponer sistemas
liberalizados que faciliten la penetración de sus inversiones.
La principal amenaza contra
los intervensionistas no son los inexistentes gases o los debilitados
grupos islamistas de terror, sino las masivas marchas de protesta que
sacudieron al globo en estas semanas. Son las masas quienes pueden ser las
armas de destrucción de muchos gobiernos guerreristas.
La necesidad de crear un
pánico anti-terrorista y un eterno enemigo (que ahora es Siria y mañana
puede ser Irán o Corea del Norte) tiene como objetivo desviar la agenda de
los agudos problemas sociales de la humanidad (desempleo, inmigración,
recesión, SIDA, hambre en el tercer mundo, etc.). Los atentados de grupos
islamistas servirán para justificar la mano de los aparatos policiales
contra los inmigrantes y las protestas.
|
|
Moncho Alpuente
En
el tablero global, Aznar es un peón que ejerce de mensajero correveidile
para el amo blanco de WashIngton. Su apoyo incondicional y entusiasta a
las directrices fariseas del gobierno Bush le ha ganado un puesto como
heraldo negro portador de malas noticias y funestos augurios. Su toma de
posición en el conflicto no ha sido ni mucho menos la jugada maestra que
había concebido en su delirio de pequeño estratega; de un plumazo, de un
manotazo, ha conseguido: enfrentarse con la mayoría de sus socios
europeos, especialmente con Francia y Alemania, en un momento
especialmente delicado ante la próxima ampliación de la U.E., enturbiar
sus relaciones con la ONU, y ganarse la enemistad de millones de árabes
desmontando una labor diplomática de muchos años. Por supuesto y ya en el
frente interior también ha conseguido enfrentarse a más del noventa por
ciento de la opinión pública de su país y erosionar gravemente el
patrimonio electoral de su partido. Todo un record de despropósitos que se
corona con el colofón ignominioso de la postura de su gobierno frente a
las explicaciones, o más bien a la falta de ellas, de los amos de
Washington sobre el asesinato de dos periodistas, uno de ellos español, en
el Hotel Palestina de Bagdad. Ni "fuego amigo", ni respuesta al fuego de
francotiradores, los artilleros del blindado estadounidense sabían que
estaban disparando contra la libertad de expresión representada por unos
periodistas que no estaban incrustados en sus tropas ni obedecían
fielmente sus directrices, ni se creían sus mentiras.
Los cabildeos, mariposeos y
devaneos de Aznar y sus adláteres, la inefable Ana Palacio y el enigmático
Federico Trillo, serían materia para un sainete, si en esta ocasión su
trama no estuviese enmarcada en la tragedia y en la masacre, tragedia
bufa, sainete grotesco al que ya no le queda ni una apariencia de verdad,
mamotrético guión de un Apocalipsis redactado por un semianalfabeto que
dejó las visiones del alcohol y ahora delira y alucina con la Biblia. Bush
se cree Moisés pero por ahora se parece más a Baal, sanguinaria deidad de
Babilonia adicta a los sacrificios humanos. |