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gozada, qué gran esperanza, ver a millones y millones de personas, a lo
largo y a lo ancho del mundo clamar contra la guerra! Algo así no ha
ocurrido antes en toda la historia de la humanidad y uno quisiera
sentirse inclinado a creer que se ha dado un paso enorme en el camino
hacia una situación de justicia universal. Sin embargo, el consenso
movilizador parece ser excesivo para que pueda ser significativo de que
esa andadura conjunta va realmente encaminada a esa ansiada meta de
igualdad económico-social entre los pueblos y entre los individuos que
habitan esos pueblos. Un mundo ya en buena medida globalizado y
sintonizado por la vía de internet puede ser un factor explicativo del
fenómeno. La hegemonía manifiesta e indiscutible de una nación y el
rechazo globalizado a la misma, o sea, el antiamericanismo puede ser
otro de esos factores de explicación, como también lo pueden ser
ingredientes de índole emotivo-sentimental (el sufrimiento de los
inocentes) operativos desde el campo religioso, aunque también
familiarizados con motivaciones de carácter solidario... No puede
negarse que estos y otros factores adyacentes a los mismos contienen un
quantum de positividad que debe ser siempre bienvenido, pero que,
por sí solos y sobre todo individualmente considerados, no son
suficientes a justificar ni a sostener seriamente un discurso práctico
antibélico de carácter total que únicamente puede tener sentido en un
proyecto de liberación humana de índole integral.
Hombre, ver al Papa actual llamando al
mundo católico a movilizarse globalmente por la paz reconforta más que
la imagen de Pío XII bendiciendo las armas y los ejércitos italianos que
venían a combatir a la República española. Pero ese gesto "pacifista" y
coyuntural queda desautorizado o desvalorizado, al ir acompañado de un
silencio de fondo respecto de las causas profundas de la guerra, y hasta
de una actitud interesada de apoyo y sostén del sistema económico y
político-social del que, en forma natural, emerge toda guerra.
No hablemos ya de la postura de los
gobiernos antiguerra. Francia, por ejemplo, declara "esta guerra"
inmoral e injusta, a la vez que manda a sus ejércitos a pelear en África
para defender manu militari sus intereses allí. Critica el
hegemonismo y dirigismo americano, pero, al mismo tiempo, se aconchava
con Alemania para, desde dos grandes poderes, "dirigir" Europa, frente a
los países pequeños y desvalidos. O el caso de Rusia, que, para evitar,
en Moscú, la amenaza de unos comandos de matar a algunos rehenes, se
adelanta ella misma a proporcionarles a esos mismos rehenes una muerte
que, a lo mejor, por "gaseosa", se considera más benigna; o que clama
contra la injusticia de sacrificar al "inocente pueblo iraquí", a la vez
que, en Chechenia, se sigue aplicando con inusitada crueldad a uno de la
mayores genocidios conocidos en la historia...
Todas las guerras del mundo moderno,
desde la instalación del capitalismo, nacen en la palestra de los
mercados: luchar por conquistarlos o por mantenerlos, y no hay otra
cosa. Todo lo demás es pura ideología. El sistema es la clave. Ahora
bien, en el sistema actual, los bloques económicos sustituyen el
protagonismo de beligerancia de mercados que antes ocupaban las
potencias nacionales. Impedida, en la actualidad, una confrontación
internacional al estilo pasado, parecían estos bloques haber llegado al
entendimiento de reparto de terceros, o sea, del Tercer Mundo, pero la
gravísima crisis económica actual agudiza las diferencias y fuerza
decisiones unilaterales. Es así como se llega al fin de la dicotomía
Oriente/Occidente, que vino definiendo el comportamiento de bandos en el
mundo durante más de 50 años. Hay un corrimiento interno en la
estructura "bloques" y parece que el bloque USA/JAPÓN se anuncia como
hegemónico y cuasi constituido, frente al incipiente bloque
Europa/Rusia, que, capitaneado por Francia/Germania, naturalmente,
arrastrará convulsiones importantes, sobre todo en el continente
europeo...
Estos movimientos en la
superestructura de los bloques viene acompañada del surgimiento de
fenómenos específicos novedosos en la infraestructura de los mismos. Es
el caso de los "foros sociales", que, en los actuales movimientos
antiguerra están jugando un papel de primer orden.
Dada la función transcontinental de
estos "foros" y su movilidad, deben disponer de fondos económicos muy
consistentes, lo que indica que sectores determinados del capitalismo
están jugando ahí un papel financiador. Disponen de una cobertura
mediática preferente, y, lanzados desde una propaganda de "media
aritmética" (ni pa´tí ni pa´mí), ilustran la democracia promoviendo
movimientos "pacíficos y ordenados" de gran espectacularidad, sobre todo
por el número y el eco en los medios, a la vez que dejan intacto el
sistema y hasta más apuntalado, erigiéndose en campeones del
"capitalismo civilizado"... Son factores de gran equivocidad que no
pueden ser perdidos de vista, como lo es la frase tópica "guerra
ilegal". )Qué guerra ha sido
"legal" desde el comienzo de la historia? Toda guerra es ilegal e
inmoral por antonomasia. "No ha tenido el visto bueno de la ONU", se
dice. Pero, )qué fuente de
legalidad es una organización donde el 95% de sus miembros son
convidados de piedra y donde cada uno de determinados 5 miembros del
Consejo de Seguridad puede imposibilitar cualquier decisión general que,
particularmente, no le convenga?...
Todo lo que sucintamente se dijo más
arriba quiere, ni más ni menos, decir que debe ser más que bienvenida
esta novedosa corriente internacional contra la guerra, pero no sólo
contra "esta guerra", sino contra toda guerra, contra todas las guerras
que tienen en mente muchos de los que hoy están en el bando de la
antiguerra. Que hay que profundizar en el movimiento, pero que ello
requiere ser conscientes de a quién tenemos al lado, y, que a la vez que
pongamos en juego toda la pasión y emoción que pide toda lucha, no nos
olvidemos nunca, nuca de mantener la cabeza fría. De esos presupuestos,
nace la clarividencia y la inconmovible práctica decisión de nuestro
lema: ¡NI GUERRA ENTRE PUEBLOS
NI PAZ ENTRE CLASES!