Ecología libertaria o barbarie tecnológica

Antón Fernández de Rota

Por una soberanía alimentaria, no a los transgénicos

 

1. Futuro civilizado

Situémonos en un futuro utópico -pero con muchos visos de convertirse en realidad. Situémonos en el año 2020 o en el 2030. Intentaré dibujar una simplificación del mundo en tomo a cuatro ejes, cuatro temas en los que se está "progresando" a niveles tan rápidos como no consensuados por las sociedades. Estos son: nanotecnología, manipulación genética, reestructuración económica y urbanismo coercitivo. Obviamente estos temas están interconectados y, además, forman es sí una ideología más o menos homogénea en fase de consolidación.

Los definiré brevemente. La nanotecnología básicamente es la manipulación de las estructuras materiales a un nivel atómico; la intención es poder crear átomo por átomo cualquier estructura diseñándola y montándola premeditadamente. Sin duda entronca en esto con la manipulación genética. No obstante me referiré a la nanotecnología en lo referente a la robótica y la inteligencia artificial, y la manipulación genética a la manipulación consciente, científica y provocada -según los cánones morales e ideológicos de los responsables- para conseguir especies, ya sean vegetales, animales, baterías, con el fin de conseguir seres con ciertas capacidades para cumplir fines determinados.

En cuanto a la reestructuración económica poco que decir que en pasadas charlas en este centro no se haya dicho antes. La reestructuración económica es eso que difusamente se llama Globalización, y que está suponiendo una concentración creciente de poder en cada vez menos manos, y, por consiguiente, una pérdida mayor de poder de la gran mayoría; así como los implantación a nivel mundial de los axiomas liberales interpretados partidistamente para favorecer a esos mismo grupos de poder que están creciendo, y que, por añadido, está suponiendo un aumento desmedido del destrozo del medio ambiente y una escalada de la infelicidad y la miseria material humana.

El cuarto elemento es una de las consecuencias de atajar, mediante la violencia, el malestar creciente producido por la mentalidad mecánico-productivista: la reestructuración del urbanismo para que éste funcione más efectivamente en su faceta de control y represión social.

Por vía comparativa haré a lo largo de mi discurso, referencias constantes a algunas películas de ciencia ficción, entre las que extraigo 1984, Blade Runner, Un Mundo Feliz, 451 farenheit, Gattaca, Matrix... Algo de todo esto puede haber.

En cuanto a la nanotecnología y sus posibilidades prefiero dejar la palabra a Bill Joy. Este personaje es un fundador de una de las empresas punteras en esta tecnología punta: Sun Microsistems. Hace un par de años hizo saltar la alarma al cielo, y nunca mejor dicho al cielo, porque en el mundo de los mortales no tuvo casi repercusión; la tuvo en las altas esferas de los tecnócratas y demás plutócratas. Bill Joy hizo saltar la alarma –y el estupor- con un artículo suyo publicado en la revista Wired. Una de las cosas que decía ya es una realidad: la conversión de plantas en "pilas eléctricas". Estas plantas son generadoras de energía, sus hojas son pequeños paneles solares gracias a la modificación genética. Las plantas se convierten así en máquinas, en máquinas vivas, que son económicamente más competitivas que las plantas tradicionales y que, en breve, irán quitando terreno al mundo vegetal clásico -que está decreciendo de una forma alarmante: deforestación, desertización, recalentamiento global- con la particularidad de que de estas masas verdes no importan sus facetas oxigenantes ni comestibles, sino solo las energéticas, rompiendo así toda la concatenación de la cadena vital de la biosfera. ¿No recuerda esto algo a Matrix y las pilas humanas en ellas descritas?

Otro peligro de la nanotecnología –y/o de la manipulación genética- son las nuevas bacterias de laboratorio de las cuales las consecuencias más visibles, la punta del iceberg, sería la guerra química y las nueva enfermedades, si bien no menos preocupante es la inseguridad total: son impredecibles sus consecuencias. ¿Qué podría pasar si se reprodujesen en los ecosistemas humanos y no-humanos agentes nuevos, artificiales, no conocidos por los organismos? Bill Joy concluye que los peligrosos replicantes de estos organismos manipulados genéticamente podrían ser demasiados fuertes y rápidos como para poder atajarlos... Tal vez el efecto mariposa más perjudicial no sea el económico.

Pero Bill Joy no se queda ahí en su desesperación. Leo textualmente: "Hacia el año 2030 , seremos probablemente capaces de construir máquinas de una forma masiva, que serán un millón de veces más potentes que los actuales ordenadores personales. Si esta enorme potencia en los ordenadores se combina con los avances tecnológicos de las ciencias físicas y con los nuevos y más profundos avances en la manipulación genética, se desatará un enorme poder de transformación. Estas combinaciones abren la oportunidad de realizar un completo rediseño del mundo, para lo mejor o para lo peor." No obstante Bill Joy, que no es un cualquiera, sino un alto empresario y uno de los tecnólogos más importantes de la actualidad -tengamos en cuenta que fue Vicepresidente de la Comisión Consultiva de las Tecnologías de la Información del presidente Clinton- no piensa que este rediseño sea para mejor, sino escuchemos otras palabras suyas: "Creo que no resulta exagerado decir que estamos ante un mal extremo, de un peligro mucho mayor que las armas de destrucción masiva que constituyen el legado de los estados-nación, y que se deriva del sorprendente y tremendo poder de determinados individuos". En el año 2030 podríamos hacer realidad una pesadilla donde exista un robot inteligente y de ahí hay un paso hacia la existencia de una especie robótica que pueda realizar copias evolucionadas de sí mismas –comenta el tecnócrata. La pesadilla de Matrix, la pesadilla de la Inteligencia Artificial.

Esta vez escuchemos un ex-profesor de matemáticas de la universidad de Berkeley, un tecnófobo, "Unabomber": "Si continúan estas tendencias y los científicos logran desarrollar con éxito máquinas inteligentes que pueden hacer las cosas mejor que los seres humanos, la raza humana podría fácilmente acabar por adaptarse a una situación de tal dependencia en relación a las máquinas que, al final, irremediablemente se vería obligada a aceptar todas las decisiones de estas. Eventualmente, podríamos alcanzar un estadio en el que las decisiones para mantener el sistema funcionando serían tan complejas, que los seres humanos resultarían incompetentes para hacerlo funcionar de una forma inteligente. En esta etapa, las máquinas tomarían un control efectivo. Luego nadie se atrevería a desconectar las máquinas, pues, al depender tanto de ellas, desconectarlas sería equivalente a suicidarse". Obviamente esta etapa no es nuestro 2020, pero el camino que estamos siguiendo sí que parece ir en esa dirección de futuro.

Todo esto puede parecer una exageración bestial, y citar Matrix en conexión con esta visión puede parecer más descabellado aun. No obstante, las citas a las películas de ciencia ficción no las hago en vano, ¿acaso estas producciones, si bien buscan el morbo, no tienen una legión de tecnólogos, sociólogos, etc. para completar sus argumentos con sus previsiones de utopías por venir? La cuestión es que dotando a las máquinas de cada vez una inteligencia artificial más compleja parece más que obvio que de este modo la maquinización de la sociedad seguirá expandiéndose cubriendo cada vez más funciones sociales, e incluso definiendo y rediseñando –como decía Bill Joy- cada vez más efectivamente la sociedad y la vida de las personas. Esto sí que no es utopía: es presente, realidad. Y lo malo, lo peor de todo, es que la pesadilla de las víctimas es a la vez el sueño de las propias víctimas.

Desde siglos, el ser humano ha soñado con librarse del trabajo automatizando funciones gracias a los inventos mecánicos. ¿Qué nos parecería si nos dijesen que, con estas máquinas inteligentes, el no sé cuanto por ciento de nuestro trabajo se podría suprimir y así vivir como reyes? El problema es que esta promesa secular es una mentira, y en este siglo, a la par que se han automatizado muchísimas horas de trabajo, la gente cada vez trabaja más y es más infeliz... y cada vez hay más parados, concentración de poder, de riquezas y conocimiento tecnológico.

Pero pasemos a otro punto: la manipulación genética. Algo de esto ya lo hemos visto con las declaraciones de Bill Joy. Pero ahora me paso al otro extremo -no tan diferente- al del tecnófobo antes citado, a Ted Kazcinsky, más conocido por su alias "Unabomber". Unabomber publicó su manifiesto un par de años antes de conseguir descifrar la totalidad del Genoma Humano –y años antes de que saliese Matrix, por cierto-, y sus vaticinios, precisamente ahora, tienen aun más vigencia. Tengamos en cuenta que el Genoma Humano es la conversión del ser humano en matemática. En su mapa genético los genes tienen valores, se combinan dando resultados, son intercambiables y mesurables. El Genoma Humano es un gran Tetris donde las piezas son encajadas por la matemática y, esta ciencia, la matemática, que es precisamente la ideología de la máquina, y el pretendido saber perfecto humano, es decir, la autodivinización del ser humano, es lo que rige las normas universales de su propio descubrimiento. El genoma humano es descubierto por la matemática y en el Hombre Genético la matemática es la Verdad Absoluta. Unabomber lo que venía a decir es que la tecnología nunca es neutra, sino que es cultural y, además, es una ideología en sí, una ideología que se reproduce y que por los avatares del pensamiento social jamás queda inaplicada; aunque, al principio, muchas veces se encuentre con resistencias, las posibles ventajas que pueda entrañar en un ámbito acaban justificando y aplicando todo su potencial: las desventajas inherentes también. Lo cual nos llevaría, según él, a un cataclismo del sistema, pues tiende a la entropía, y afirma que mejor sería hacerlo estallar ahora que esperar más, pues dice "cuanto más crezca el sistema más catastróficos serán los resultados de su fracaso." No obstante dejando a un lado esta perspectiva fatalista y catastrofista volvamos al tema.

Cito otra película Gattaca. En ella todos los seres humanos son manipulados desde la gestación para tener unas características que eligen los padres -las que no son elegidas de antemano por el Poder. De tal manera, hay seres humanos inferiores y superiores según los genes, según la ciencia, la infalible matemática. Según estas características genéticas, los individuos desempeñarán una función u otra. El problema es que Gattaca se queda realmente corta.

Retomo en este viaje el mundo mundano. Cuando se descubrió el Genoma Humano los mass media empezaron -de seguro involuntariamente...- a disparar la ideología de la manipulación genética. Con este conocimiento, podrían descubrirse vacunas para ciertas enfermedades, incluso prevenirlas antes del nacimiento y extirparlas. También decían que el peligro era que esta información genética debería ser secreta -es decir propiedad del Estado- pues si no los empresarios podrían decidir contratar a un trabajador o no dependiendo de su campo genético; un paso más en el campo de la contratación de los denominados "recursos humanos", que dejarían con poca cancha a los psicólogos que hoy se encargar de evaluar a las "piezas" humanas.

Hace unos años salió a la palestra el caso de la clonación de una oveja. La oveja Dolly. Pero, hace escasas semanas, salía en todos los periódicos la noticia de que un científico, empresario de poca monta, había emprendido la primera clonación de un ser humano. Eso si que causó alarma. La clonación es un tema controvertido. No obstante, la clonación es un mal menor. Existen gemelos univitelinos, y si bien su físico puede ser realmente parecido su personalidad puede ser y es realmente diferente. En este caso influyen más la cultura, las circunstancias... Empero, lo que el tipo italiano éste ha hecho no es una simple clonación. Él puede ver cómo se desarrolla el feto, corrigiendo los "errores". Se trata de una clonación con manipulación genética, si bien bastante en precario. No obstante, quién se cree que este fulano ha sido el primero en efectuar este tipo de experimentos, tantos años después de lo de la oveja Dolly... ¿Qué habrán avanzado ya las grandes instituciones privadas y públicas?

Vuelvo a los mass media, esta misma semana volvía a especularse sobre las posibilidades de esta biotecnología. Se comentaba que avanzaba a gran ritmo, que estaban siendo probado con ratones de laboratorio diferentes vacunas. El entusiasmo de los periodistas iba más allá al reconocer que se había descubierto que el miedo que todos sufrimos era en un 50% de componente genético. Galileo, siglos atrás, estableció la máxima de la ciega ciencia actual: mídase todo aquello que sea mesurable, conviértase en mesurable todo aquello que no lo sea. Ahora el miedo lo es: el miedo es un número... o por lo menos en esta ideología tecnológica. Después de decir esto, en boca de grandes conocedores del tema, aseguraban que se podían combatir las fobias mendiante manipulación... pero también a los que no tienen miedo, a los temerarios. La televisión ilustraba está conclusión con la imagen captada por una videocámara de tráfico: un coche adelantaba temerariamente otros automóviles en una autopista... Es posible meterle miedo a la gente en lo que deba tenerlo, es lo que venían a decir, ¡y se alegraban!

Entonces volvamos a la ciencia-ficción, que poco tiene de ciencia, pero visto lo visto menos aun tiene de ficción. Imaginemos que un día se nos dice que mediante manipulación genética pueden las criaturas -nunca mejor dicho lo de criaturas- nacer sin enfermedades hereditarias. ¿Quién quiere que su hijo salga con artrosis o con el Síndrome de Down pudiendo nacer sano? Un paso. La ideología comienza a crear una nueva cultura. De ahí a que se manipule genéticamente para que salga sin fobias -como decía la televisión- un solo paso. En esta continua locura quien podría parar que se manipule partes del cerebro para que no salgan seres con psicopatías, o simplemente violentos, o, para emplear una palabra estatal escalofriante: que no nazcan "terroristas". Y ya, para finalizar con la ideología vuelta costumbre y dejar en ridículo el Brave New World de A.Huxley, la manipulación para ser un ser "feliz". Por supuesto que el dolor y la felicidad no son mesurables y que los senderos de la naturaleza son imprevisibles -como decía el matemático en Parque Jurásico-. No obstante, no importa lo que sea sino lo que se crea. No me acuerdo quién decía que, si la gente dejase de creer en el concepto "Estados Unidos", éstos dejarían de existir; no le faltaba razón. El problema es que somos bastante crédulos.

Stephen Hawkins, el astrofísico, decía que, si pudiese viajar en una máquina del tiempo al año 2025 no conocería al hombre que vería. El ser humano está en constante evolución -para bien o para mal- el problema aquí es que se trata de que unos pocos, con el beneplácito de la masa, ahora van a poder diseñarle un cuerpo biológico al hombre según sus caprichos y los del mercado...

Aun me falta una tercera película por comentar: Blade Runner. En ella, se contempla la posibilidad precisamente de la fusión de la nanotecnología con la manipulación genética de los seres -por llamarlos de alguna manera- naturales. Otra posibilidad que tratar. Pero que no trataré por falta de espacio, que vuele la imaginación de cada uno. No obstante lo interesante de Blade Runner es también la conversión del espacio público y el urbanismo en sí en un método perfeccionado de control social. Las cámaras de video-vigilancia conectadas a un cerebro informático eran una realidad en los principios de los 80 en solamente 3 ciudades de Suiza y con el fin de controlar el tráfico. La crítica a ellas eran masiva. En España nadie pensaba que pudiesen instaurarse, "las tirarían a pedradas". La realidad, hoy, da la razón al Unabomber. Blade Runner hizo famoso la identificación de las personas mediante scaner de retina: años después, ya era una realidad en los edificios de diferentes instituciones de tecnología punta. No obstante Blade Runner se ha quedado muy atrás. A los perros ahora se les insertan chips para poder controlarlos. Se especula en EEUU con insertárselos a los humanos recién nacidos para su propia seguridad... Al igual que, con la excusa de nuestra seguridad, dentro de poco cada rincón estará controlado por una videocámara conectada a superordenadores que serán un auténtico Panóptico. El GPS, la vigilancia por satélite -invento militar para la coordinación de los comandos terrestres, utilizado por EEUU en la guerra de Afganistán- está empezando a aplicarse a lo social. Esta técnica se ha hecho famosa por su aplicación en las vueltas ciclistas para saber cuando segundos separan un pelotón de otros. En EEUU, se utiliza con otros fines: para saber dónde están los coches de los ricos y así evitar su estravío o robo. No obstante, esta técnica se generalizará. Hace poco en la final de a Super Bowl (de fútbol norte-americano), mediante un sistema de cámaras conectadas a un superordenador, identificaron a los 100.000 asistentes por las facciones de sus caras: así no se colarán terroristas en los estadios -justificaron los policías, y la empresa que hizo este experimento se hizo de oro. Y todo esto sin contar con el control del ciberespacio. De todas maneras, estas técnicas puede que no mucho tiempo después de su generalización queden obsoletas. Se ha descubierto -o eso dicen- que las cadenas de ADN son semiconductores, como lo es el silicio de los ordenadores, y, ya puestos en lo peor, qué nos dice que el mundo virtual y el genético no puedan en un futuro compartir un mismo plano, dejando obsoletos los métodos de vigilancia externos al cuerpo orgánico que he mentado.

Pero hasta aquí el control de lo urbano. La cuestión va más lejos; es decir, la infraestructura urbana como un medio en sí de control. Un ejemplo ilustrador en los EEUU: Los Ángeles, año 1965. Momentos de tensión y confrontación social donde se vaticinaban los siguientes disturbios que han llegado hasta nuestros días. En ese año, en ese 1965, el centro de Los Ángeles pasó de ser una zona de oficinas y negocios a ser un barrio, digamos, marginal. El nuevo barrio empresarial se traslado de sitio por completo haciendo de su infraestructura un auténtico complejo carcelario donde macroedificios informatizados se convertían en las puertas de entrada y de escape del mismo. En el 1992, en los disturbios "raciales", tras el apaleamiento de Rodney King, ese barrio, el símbolo del poder blanco, quedó intacto. Ahora mismo en los Ángeles, existen barrios vallados y vigilados por mil ojos tecnológicos: el nuevo apartheid. Las cárceles son extremadamente caras e ineficientes desde el punto de vista de la contención social. El Estado California hace años que gasta más en enviar a sus gentes -latinas y negras en su mayoría- a las cárceles que en enviar a la población a la universidad. El número de presos en ese estado crece de forma alarmante, como crece en el resto del mundo. EEUU duplicó su población reclusa durante la década de los 90 hasta alcanzar la impresionante cifra de 2 millones. En España, por poner un ejemplo cercano, entre el 1984 y el 2000 el número de presos se multiplico en un 320%, si bien sin llegar a los porcentajes de población reclusa / población total que sostiene EEUU. Las cáceles son demasiado caras -a pesar de la explotación laboral a la que son sometidos los reos- y el futuro es demasiado negro, hasta tal punto que algunos grupos de sociólogos sostienen que el siglo XXI será el siglo de la desaparición de los presidios, o mejor dicho, de su transformación. La sociedad, y en especial las ciudades, serán las nuevas cárceles. A esto hay que añadir que en el 2030 el 60% de la población vivirán en ciudades de más de 6 millones de habitantes, y un núcleo poblacional de ese tamaño es, simplemente, imposible de gestionar: es necesario un nuevo urbanismo descentralizado para hacer factible y eficiente la coerción y represión social. De esto ya se han dado cuenta hace tiempo en Los Ángeles.

Llegados aquí, en breves líneas, montemos el cuadro incluyendo los datos del factor que hemos apartado: la reestructuración económica global. Volvamos a nuestro utópico 2020. En ese año, habrá 8 mil millones de personas en el mundo -ahora hay 6- la presión demográfica será tremenda, y, para colmo, la mayoría de la gente vivirá en ciudades, centros del mundo, núcleos de desesperación y violencia. El llamado "tercer mundo" constará de 6.700 millones de personas y ese tercer mundo, globalmente, será más pobre -vivirá la gente peor. Por otro lado el "tercer mundo" se extenderá al "primero", tanto por migración como por la precarización de la vida: pérdida de poder adquisitivo, de prestaciones sociales y aumento del estrés a los que nos somete el neoliberalismo. 4 ó 5 grandes de la biotecnología controlarán a prácticamente el 100% de los campesinos que se verán obligados a comprarles la maquinaria y las semillas patentadas en cada cosecha. Y esto los que trabajen, porque hoy en día hay 800 millones de parados, la cifra más alta desde los años 30, y ésta no parece que vaya a menos, y, de menguar, lo hará a base de condiciones de trabajo más míseras. El problema ecológico en este 2020 ya no será un problema, será una bomba de mecha corta; habrá guerras por el agua –según Klaus Koepfer director general del Proyecto Medioambiental de las Naciones Unidas "La próxima guerra mundial no será por cuestiones ideológicas, sino que estará ligada al agua". Pero también habrá más conflictos por la deforestación, más desertización, menos tierras cultivables; graves problemas humanos en las urbes por el smog; calentamiento global, capa de ozono agujereándose, simplificación de la biodiversidad de y en los ecosistemas, etc. Por si fuera poco, el aumento de la demanda de fuentes energéticas fósiles aumentará en un 50% hasta el 2013 y no dejará de aumentar por décadas, según nos dicen las fuentes gubernamentales estadounidensas. Y, hoy en día, hay 800 millones de automóviles y la situación comienza a ser insostenible. En el 2010 China sola aumentará la cifra en 200 millones más. ¿Duplicaremos el número de automóviles en el 2020? ¿Cómo soportará eso este planeta teniendo en cuenta que el coche es el principal de los factores del recalentamiento global, entre otras cosas?. La diferencia entre ricos y pobres ha pasado de ser 1 a 30 en los 60, a 1 a 60 en el 95, y 1 a 74 en el 2000. ¿Cuánta será en el 2020?. Ante este panorama global: ¿Cuántos Bin Ladens atacarán a la vez? ¿Con qué armas?. La infelicidad mundial crece a la par que crece el consumo impulsivo y los niveles de producción, que, de seguir así en el 2020 serán realmente alarmantes para el ecosistema.

Se puede decir que todo esto es exagerar. ¡A los poderosos no les interesa cargarse el planeta! Pero tengamos en cuenta una cosa. El timón de este barco que llamamos Tierra es dirigido por unas pocas personas que controlan distintas empresas y éstas están, además, asociadas en enormes coaliciones como la Comisión Trilateral que aúna al 65% de las grandes multinacionales. Jamás en la Historia existieron tales niveles de planificación mundial -en manos privadas actualemente en su enorme mayoría-, pero tampoco nunca está coordinación fue tan caótica. Dos razones mueven la planificación: por un lado, las necesidades de beneficio a corto plazo y, por el otro, la ideología personal de los grandes dirigentes, pero es el pez se muerde la cola: la ideología de la tecnología y de la imperiosa necesidad del capitalismo pues no hay alternativas a él –de seguir donde están ellos- es la que los mueve.

Y, para colmo, en este cuadro tenemos el emergente estado policial, dentro de cada estado y, a nivel global, EEUU como militar del mundo en un futuro de pesadilla orwelliana. Tenemos fractura social; enfrentamientos dentro del "primer mundo" y enfrentamientos entre Norte y Sur que, además, no harán sino caldear más los ánimos de los "primermundistas" en sus luchas contra sus respectivos estados, pero que también fomentará la crecida de la extrema derecha –que en estos últimos años ha notado un fuerte crecimiento en todo el mundo occidental. Este es el cuadro y sus marcos, es decir lo que impide que la pintura lo desborde y se una, el control social (videocámaras, microchips...), el urbanismo-control y el control interno: la manipulación genética del ser humano, en una sociedad cada vez más desquiciada e injusta que, como decía, Bill Joy, será reestructurada por la nanotecnología entendida en su sentido más amplio.

Esta charla llevaba el subtítulo de "Alternativa a la Globalización". Pero qué es la globalización: para mi esto es la globalización. La maquinización de la social –la ruptura total de la sociedad orgánica- de la cual la industrialización ha sido una penúltima estocada. La globalización es generalizar esta maquinización de la sociedad y es la fase de consolidación de la maquinización del propio individuo en su parte más íntima mediante la biotecnología, y esto junto a otros métodos de control social tecnológicos y urbanístico que hagan posible una economía ultra-explotadora, opresora y la generalización del asalarialismo y el vasallaje al mundo privado tecnocrático..., tanto en el espacio geográfico como dentro del individuo. Y todo esto sin hablar de los costes no económicos... del biocidio en curso.

Así las cosas es una estupidez tópicos como el de Fukuyama, "El fin de las ideologías", o tópicos como el que no se puede cambiar en mundo... ¡El mundo no va a parar de cambiar, nunca lo ha hecho! Hay otro tópico más que ante esto me parece una estupidez; ese tópico es el de que "quien no es revolucionario a los 20 le falta corazón y quien lo es a los 40 le falta cabeza". En el año 2020 nosotros, la generación joven, seremos los cuarentones y no nos quedará más que ser revolucionarios o, como dice el refrán, "no tener cabeza"... y ser reaccionarios. No habrá sitio para los que se engañan con el cuento del "apoliticismo". Cuando hay barricadas, solo hay dos opciones: a un lado o al otro. Es por esto que antes de pasar a la segunda parte, la de las alternativas, acabo con una frase de un cincuentón que sigue siendo revolucionario, John Zerzan: "O luchas o callas. Ya no es tiempo de quejas".

2.- Un Libertarismo Verde

Creo que el modelo de sociedad utópica, futura, ideal, no debe tener como centro la faceta económica. Sin lugar a dudas tanto el capitalismo como muchos –no todos- de los ideales revolucionarios surgidos en el siglo XIX pusieron esta faceta, o mejor dicho, la interpretación pseudocientífica de la labor productiva, es decir, la Economía Política, como piedra angular de la construcción social; ya sea sobre la base del capital para el capitalismo, o el trabajo para el socialismo, y esto fue así debido a la abrumante carestía y desigualdad de los medios económicos que multiplicó la industrialización. No obstante, para acabar con el problema económico, por paradójico que parezca, no debe una sociedad volcar sus esfuerzos en la Economía Política ni en su sacrosanta compañera: la tecnología. De hecho, en este último siglo a pesar de los impresionantes avances tecnológicos y los diferentes proyectos económicos cada vez hay más gente que vive peor –materialmente- que ayer, y, para poner un dato reciente que nos proporciona la ONU, en no menos de cien países la gente hoy vive peor que hace treinta años; países, por cierto, que en estos treinta años han pertenecido unos a la órbita capitalista y otros al mal llamado socialismo.

La persona nueva para sociedad nueva ya no puede ser por más tiempo el Homo Economicus si quiere abandonar la carestía material, si no quiere destrozar el ecosistema global y si pretende que los vaticinios expuestos anteriormente no se vuelvan reales. Debemos imposibilitar que nuestros sueños consumistas sean nuestras pesadillas vitales y para eso hace falta adoptar una postura anti-economicista, humanista y ecocéntrica.

Por anti-economicista entiendo que, si nuestros deseos más anhelados son la libertad y la felicidad –si es que una cosa es diferente de la otra- no nos ha de importar que los niveles de producción bajen. No nos ha de importar el crecimiento económico ni la eficiencia productiva; tenemos que evaluar qué queremos, cómo podemos conseguirlo y para qué, y su lado positivo y negativo, sopesarlo y emprender la tarea de la construcción de la vida y cosas sociales. No obstante esta postura humanista, anti-economicista, creo que debe encontrar su complemento cultural con el ecocentrismo, antagónico tanto del antropocentrismo como del biocentrismo.

El antropocentrismo viene a ser el considerar el ser humano como centro de todas las cosas y, en consecuencia, considerar la natura como un gran supermercado del cual aprovecharse y amoldar a la forma del ser humano. Un claro ejemplo de esto sería la cita bíblica del antiguo testamento cuando dios ordena a Abraham que su estirpe crezca y se multiplique y se sirva de lo que el ha puesto sobre la tierra para colmar sus deseos y necesidades. El biocentrismo es la posición de reacción frente a las desastrosas consecuencias de esta concepción que tan palpables son en nuestro días. Para los biocéntricos todo ser vivo posee un valor intrínseco y, bajo la creencia de que ninguna forma de vida es inferior o superior, pregona la total igualdad de las especies y sus derechos. No obstante, los derechos, el valor, la jerarquía son concepciones humanas por lo cual, sin quererlo, están sometiendo toda forma de vida a la lógica humana.

El ecocentrismo en contrapartida viene a ser un término medio. Es una visión de globalidad que busca limar la separación y confrontación entre naturaleza humana y no-humana, donde es el ecosistema –en el que el ser humano es solamente una parte- el centro de la concepción social. En esta perspectiva, es en la que el ser humano ha vivido el 90 ó 95% de su historia, en forma de comunidades nómadas de recolectores-cazadores. No obstante no es una vuelta al Pleistoceno lo que aquí se propone.

Creo que debemos frenar la tecnología en cuanto a la manipulación genética y el desarrollo de la Inteligencia Artificial, pues esa tecnología una vez desencadenada es imparable, incontrolable e impredecible, y, además, porque podemos vivir perfectamente sin ella. No obstante, esto no quiere decir que debamos renegar de toda tecnología, ni siquiera del avance tecnológico. Es cierto que en una sociedad libertaria es la gente a través de sus distintos planos y organismos de participación directa quien debe decidir y ejecutar; pero una sociedad libertaria ecológica creo que debería potenciar la implementación y estudio de ciertas tecnologías y renegar de otras. Por poner un ejemplo: las fuentes de energía renovables y poco contaminantes deben ser radicalmente potenciadas para abandonar lo antes posible la sociedad industrial basada en el petróleo y demás materias no renovables y altamente contaminantes, ya que este modelo de industrialización es, simplemente, insostenible.

En cuanto al sistema legal, de legitimidad social, el actual es una completa incoherencia. El sujeto del derecho es el individuo; la soberanía, en cambio, corresponde a un ente totalizante, excluyente y abstracto que es lo nacional: soberanía nacional; y, en cambio, los sujetos patentados para practicar la soberanía son unas élites plutocráticas que se reparten mínimamente el poder con la casta política profesional que –en teoría- representa a los ciudadanos y la soberanía nacional, por tanto.

Creo crucial encontrar una coherencia en todo esto. La única que encuentro, buscando la libertad y no la servidumbre, es que el sujeto de derecho sea el individuo, pero que el sujeto de la soberanía y el potentado para decidir sea él mismo, el individuo. Lo que reclamo es la soberanía, plena y total, individual. El problema es, viviendo en sociedad, cómo es posible la soberanía individual.

Entraré dentro de la sociedad libertaria en un utópico municipio anarquista, pongamos por caso, Coruña. La gente, cada uno soberano, se asociarían por puro instinto animal con sus compañeros. De tal forma para gestionar esta ciudad de 300.000 habitantes lo normal es que en cada barrio cree su organización de decisión y coordinación de todo lo que competa al barrio, y que estas organizaciones de barrio manden a sus portavoces al pleno municipal para tratar los temas que metan las asociaciones de barrio en el orden del día de dicho pleno y que decidiendo dentro del margen de maniobra que la asamblea de barrio les haya marcado. De esta manera, lo que se está haciendo es compartir la soberanía personal con gente de tu entorno –de tu barrio por ejemplo- y compartirla aun más, al llevar tu voz un compañero al pleno del municipio. No obstante, ¿qué pasa si alguien no está de acuerdo con determinada resolución? Puede hacer dos cosas: acatar la resolución y seguir en ese organismo social, para bien o para mal, o simplemente salirse de él para meterse en otro o quedarse donde vive pero sin entrar dentro de la organización de su ciudad. De esta manera, se podría, argumentar que la asociación no tendría por qué tener el deber de protegerlo y de facilitarle las comodidades de la que disfrutan los asociados. Pero esto podría ser un caos; si no goza de protección y a alguien le da por matarlo –poniéndose en un caso extremo- este acto no tendría ninguna repercusión. Es por esto que creo que el objeto del derecho, como ya he dicho, es el individuo sea cual sea su situación; por lo tanto debe de haber un tipo de carta constitucional donde se recojan ciertos obligaciones que todo ser humano y asociación humana deba cumplir con sus semejantes y con el medioambiente. Esta puede ser hecha mismamente en el municipio pero sería mejor que fuese una constitución más amplia, de un cúmulo de municipios federados siguiendo los cánones de democracia directa definidos para la ciudad, por ejemplo. Esta constitución, por otra parte, debe ser clara, concisa y general de forma que fuesen innecesarios los abogados y el cuerpo legal actual, y debería asegurar el derecho a una vida digna: intregridad de la vida, inviolabilidad del cuerpo, comida y vivienda. No obstante sobre esto mucho se puede discutir; muchas son las formas en las que puede expresarse.

La célula fundamental será la libre federación de base –de base porque cada estrato depende absolutamente del anterior, es decir que el poder va de la circunferencia al centro, siendo cada estrato que se sube un organismo con menos poder y con mayor abanico de coordinación-, y, como contrapunto a estas federaciones territoriales, deben de estar las económicas estructuradas de igual modo; y por económicas entiendo las de productores (la mítica autogestión industrial) y la de consumidores (autogestión de la demanda). De tal manera, se establecería un rico juego de contrapoderes, donde cabrían otros colectivos de base, ideológicos, sindicales, etc., donde fuese la base, los ciudadanos, siempre los que tuviesen las riendas de la sociedad, sólo que con la facultad de tomarlas desde distintos planos: el de la fábrica, en la ciudad, en la asociación de consumidores, desde un centro social musical, etc.

De esta manera, la producción sería dirigida por la demanda, que se realizaría a través de las sociedades de consumidores. De esta forma, no habría miles y miles de personas pensando qué novedad vender a la gente para el próximo año; de esta manera, las modas se reducirían al mínimo pues no habría toda una industria trabajando para su creación y su difusión; de esta manera, las necesidades serían las necesidades y nos separaríamos de la loca carrera que hoy nos impulsa a tener más cosas de las que somos adictos, que nos llenan de insatisfacción, que nos obligan a trabajar como burros para crearlas y que están consumiendo esté planeta.

Y hablando del trabajo, IBM nos vende productos a un precio cuyo coste de producción es el 3% del precio de venta; Coca-Cola mantiene ese mismo 3%; en la industria farmacéutica el porcentaje ronda el 5%; en la de la instrumentalización mecánica el 15%; en la industria cervecera europea el 15%. Los productos industriales tienen un costo de producción que es menor del 10% del precio de venta. ¿Para qué estamos trabajando? ¿Para quién estamos trabajando? Esta sociedad alienada está llena de propaganda de su propia existencia, para reproducir –en todos los niveles- esta propaganda es para lo que estamos trabajando. En beneficio de quién: de nadie. Hay ricos, pero ellos también son víctimas de la demencia colectiva de esta sociedad mundial que se esfuerza por destrozar el planeta y buscar en la tecnología, en el prozac y la máquina, la salvación de su propia miseria, huyendo siempre hacia delante, con la mirada puesta sobre la montaña creciente de miserias que hasta ahora ha creado la civilización.

Hace unas semanas estuve en una manifestación contra la Unión Europea en Oviedo. Queríamos hacer una pancarta que impactara por el mensaje para llevar en la movilización. A un compañero del GAP (Grupo Autónomo de Psicología) se le ocurrió un gran eslogan y éste salió en todos los periódicos de Oviedo, este era: "Algún día de estos vamos a mandar todo a tomar por culo". Y tal vez debamos hacerlo: liberar un territorio –Galiza, la Península Ibérica... el que sea- declararnos insumisos al capitalismo. Abandonar el productivismo, jamás intentar competir económicamente con el capitalismo. Trabajar 3 ó 4 horas al día para producir lo que se decida producir y cambiar drásticamente el concepto "trabajo", de forma que no sea una autoimolación. Reconstruir las ciudades sin avenidas para que entre ningún ejército y sin legiones de ojos electrónicos vigilándonos; sino ciudades verdes. ¡Ningún coche en Coruña Ciudad! ¡Manzanos y carballos en la Ronda de Outeiro y en la Avenida! Transporte por raíles: metros-tranvías con un vagón ambulancia o una vagón de bombeo de agua para incendios. ¿Y la incineradora SOGAMA? ¿Y la fábrica de armas?: ¡reconversión! Y de aquí en adelante, si queremos construir una presa, una depuradora o una central hidroeléctrica, que haya un previo debate social y se decida en plebiscito si sí o si no. Y más de lo mismo a todos los niveles; en el pueblo decidir, qué maquinaria y producción se va a desarrollar, qué centro social se va a hacer y con qué actividades, ¿cuáles son los intereses de la gente del pueblo?

La cuestión es abandonar esta camino que nos dirige al precipicio. Crear unas sociedades alternativas donde se construya la vida social; sus puntos de encuentro, sus diversiones, sus deberes, entre todos. Que compitan con el capitalismo en libertad, felicidad y respeto ecológico. Y yo, por mi parte, lo tengo muy claro, prefiero currar mucho menos y sin jefes y participando en la creación y tener que limitarme a los bienes que produzcamos bajo esas condiciones –que no serán pocos: ropa, ordenadores, centros sociales...- y no matarme a currar bajo la férrea disciplina empresarial para poder comprarme... ¿Un Cd de Tamara? ¿Un Musculator de esos?

Enviado por C.L. Oveja NegrArriba lucha antifascistaa