1. Futuro civilizado
Situémonos en un futuro utópico -pero
con muchos visos de convertirse en realidad. Situémonos en el año 2020 o
en el 2030. Intentaré dibujar una simplificación del mundo en tomo a
cuatro ejes, cuatro temas en los que se está "progresando" a niveles tan
rápidos como no consensuados por las sociedades. Estos son:
nanotecnología, manipulación genética, reestructuración económica y
urbanismo coercitivo. Obviamente estos temas están interconectados y,
además, forman es sí una ideología más o menos homogénea en fase de
consolidación.
Los definiré brevemente. La
nanotecnología básicamente es la manipulación de las estructuras
materiales a un nivel atómico; la intención es poder crear átomo por
átomo cualquier estructura diseñándola y montándola premeditadamente.
Sin duda entronca en esto con la manipulación genética. No obstante me
referiré a la nanotecnología en lo referente a la robótica y la
inteligencia artificial, y la manipulación genética a la manipulación
consciente, científica y provocada -según los cánones morales e
ideológicos de los responsables- para conseguir especies, ya sean
vegetales, animales, baterías, con el fin de conseguir seres con ciertas
capacidades para cumplir fines determinados.
En cuanto a la reestructuración
económica poco que decir que en pasadas charlas en este centro no se
haya dicho antes. La reestructuración económica es eso que difusamente
se llama Globalización, y que está suponiendo una concentración
creciente de poder en cada vez menos manos, y, por consiguiente, una
pérdida mayor de poder de la gran mayoría; así como los implantación a
nivel mundial de los axiomas liberales interpretados partidistamente
para favorecer a esos mismo grupos de poder que están creciendo, y que,
por añadido, está suponiendo un aumento desmedido del destrozo del medio
ambiente y una escalada de la infelicidad y la miseria material humana.
El cuarto elemento es una de las
consecuencias de atajar, mediante la violencia, el malestar creciente
producido por la mentalidad mecánico-productivista: la reestructuración
del urbanismo para que éste funcione más efectivamente en su faceta de
control y represión social.
Por vía comparativa haré a lo largo de
mi discurso, referencias constantes a algunas películas de ciencia
ficción, entre las que extraigo 1984, Blade Runner, Un Mundo Feliz,
451 farenheit, Gattaca, Matrix... Algo de todo esto puede haber.
En cuanto a la nanotecnología y sus
posibilidades prefiero dejar la palabra a Bill Joy. Este personaje es un
fundador de una de las empresas punteras en esta tecnología punta: Sun
Microsistems. Hace un par de años hizo saltar la alarma al cielo, y
nunca mejor dicho al cielo, porque en el mundo de los mortales no tuvo
casi repercusión; la tuvo en las altas esferas de los tecnócratas y
demás plutócratas. Bill Joy hizo saltar la alarma –y el estupor- con un
artículo suyo publicado en la revista Wired. Una de las cosas que
decía ya es una realidad: la conversión de plantas en "pilas
eléctricas". Estas plantas son generadoras
de energía, sus hojas son pequeños paneles solares gracias a la
modificación genética. Las plantas se convierten así en máquinas, en
máquinas vivas, que son económicamente más competitivas que las plantas
tradicionales y que, en breve, irán quitando terreno al mundo vegetal
clásico -que está decreciendo de una forma alarmante: deforestación,
desertización, recalentamiento global- con la particularidad de que de
estas masas verdes no importan sus facetas oxigenantes ni comestibles,
sino solo las energéticas, rompiendo así toda la concatenación de la
cadena vital de la biosfera. ¿No recuerda esto algo a Matrix y las pilas
humanas en ellas descritas?
Otro peligro de la nanotecnología –y/o
de la manipulación genética- son las nuevas bacterias de laboratorio de
las cuales las consecuencias más visibles, la punta del iceberg, sería
la guerra química y las nueva enfermedades, si bien no menos preocupante
es la inseguridad total: son impredecibles sus consecuencias. ¿Qué
podría pasar si se reprodujesen en los ecosistemas humanos y no-humanos
agentes nuevos, artificiales, no conocidos por los organismos? Bill Joy
concluye que los peligrosos replicantes de estos organismos manipulados
genéticamente podrían ser demasiados fuertes y rápidos como para poder
atajarlos... Tal vez el efecto mariposa más perjudicial no sea el
económico.
Pero Bill Joy no se queda ahí en su
desesperación. Leo textualmente: "Hacia el año 2030 , seremos
probablemente capaces de construir máquinas de una forma masiva, que
serán un millón de veces más potentes que los actuales ordenadores
personales. Si esta enorme potencia en los ordenadores se combina con
los avances tecnológicos de las ciencias físicas y con los nuevos y más
profundos avances en la manipulación genética, se desatará un enorme
poder de transformación. Estas combinaciones abren la oportunidad de
realizar un completo rediseño del mundo, para lo mejor o para lo peor."
No obstante Bill Joy, que no es un cualquiera, sino un alto empresario y
uno de los tecnólogos más importantes de la actualidad -tengamos en
cuenta que fue Vicepresidente de la Comisión Consultiva de las
Tecnologías de la Información del presidente Clinton- no piensa que este
rediseño sea para mejor, sino escuchemos otras palabras suyas: "Creo que
no resulta exagerado decir que estamos ante un mal extremo, de un
peligro mucho mayor que las armas de destrucción masiva que constituyen
el legado de los estados-nación, y que se deriva del sorprendente y
tremendo poder de determinados individuos". En el año 2030 podríamos
hacer realidad una pesadilla donde exista un robot inteligente y de ahí
hay un paso hacia la existencia de una especie robótica que pueda
realizar copias evolucionadas de sí mismas –comenta el tecnócrata. La
pesadilla de Matrix, la pesadilla de la Inteligencia Artificial.
Esta vez escuchemos un ex-profesor de
matemáticas de la universidad de Berkeley, un tecnófobo, "Unabomber":
"Si continúan estas tendencias y los científicos logran desarrollar con
éxito máquinas inteligentes que pueden hacer las cosas mejor que los
seres humanos, la raza humana podría fácilmente acabar por adaptarse a
una situación de tal dependencia en relación a las máquinas que, al
final, irremediablemente se vería obligada a aceptar todas las
decisiones de estas. Eventualmente, podríamos alcanzar un estadio en el
que las decisiones para mantener el sistema funcionando serían tan
complejas, que los seres humanos resultarían incompetentes para hacerlo
funcionar de una forma inteligente. En esta etapa, las máquinas tomarían
un control efectivo. Luego nadie se atrevería a desconectar las
máquinas, pues, al depender tanto de ellas, desconectarlas sería
equivalente a suicidarse". Obviamente esta etapa no es nuestro 2020,
pero el camino que estamos siguiendo sí que parece ir en esa dirección
de futuro.
Todo esto puede parecer una
exageración bestial, y citar Matrix en conexión con esta visión
puede parecer más descabellado aun. No obstante, las citas a las
películas de ciencia ficción no las hago en vano, ¿acaso estas
producciones, si bien buscan el morbo, no tienen una legión de
tecnólogos, sociólogos, etc. para completar sus argumentos con sus
previsiones de utopías por venir? La cuestión es que dotando a las
máquinas de cada vez una inteligencia artificial más compleja parece más
que obvio que de este modo la maquinización de la sociedad seguirá
expandiéndose cubriendo cada vez más funciones sociales, e incluso
definiendo y rediseñando –como decía Bill Joy- cada vez más
efectivamente la sociedad y la vida de las personas. Esto sí que no es
utopía: es presente, realidad. Y lo malo, lo peor de todo, es que la
pesadilla de las víctimas es a la vez el sueño de las propias víctimas.
Desde siglos, el ser humano ha soñado
con librarse del trabajo automatizando funciones gracias a los inventos
mecánicos. ¿Qué nos parecería si nos dijesen que, con estas máquinas
inteligentes, el no sé cuanto por ciento de nuestro trabajo se podría
suprimir y así vivir como reyes? El problema es que esta promesa secular
es una mentira, y en este siglo, a la par que se han automatizado
muchísimas horas de trabajo, la gente cada vez trabaja más y es más
infeliz... y cada vez hay más parados, concentración de poder, de
riquezas y conocimiento tecnológico.
Pero pasemos a otro punto: la
manipulación genética. Algo de esto ya lo hemos visto con las
declaraciones de Bill Joy. Pero ahora me paso al otro extremo -no tan
diferente- al del tecnófobo antes citado, a Ted Kazcinsky, más conocido
por su alias "Unabomber". Unabomber publicó su manifiesto un par de años
antes de conseguir descifrar la totalidad del Genoma Humano –y años
antes de que saliese Matrix, por cierto-, y sus vaticinios, precisamente
ahora, tienen aun más vigencia. Tengamos en cuenta que el Genoma Humano
es la conversión del ser humano en matemática. En su mapa genético los
genes tienen valores, se combinan dando resultados, son intercambiables
y mesurables. El Genoma Humano es un gran Tetris donde las piezas
son encajadas
por la matemática y, esta ciencia, la matemática, que es precisamente la
ideología de la máquina, y el pretendido saber perfecto humano, es
decir, la autodivinización del ser humano, es lo que rige las normas
universales de su propio descubrimiento. El genoma humano es descubierto
por la matemática y en el Hombre Genético la matemática es la Verdad
Absoluta. Unabomber lo que venía a decir es que la tecnología nunca es
neutra, sino que es cultural y, además, es una ideología en sí, una
ideología que se reproduce y que por los avatares del pensamiento social
jamás queda inaplicada; aunque, al principio, muchas veces se encuentre
con resistencias, las posibles ventajas que pueda entrañar en un ámbito
acaban justificando y aplicando todo su potencial: las desventajas
inherentes también. Lo cual nos llevaría, según él, a un cataclismo del
sistema, pues tiende a la entropía, y afirma que mejor sería hacerlo
estallar ahora que esperar más, pues dice "cuanto más crezca el sistema
más catastróficos serán los resultados de su fracaso." No obstante
dejando a un lado esta perspectiva fatalista y catastrofista volvamos al
tema.
Cito otra película Gattaca. En
ella todos los seres humanos son manipulados desde la gestación para
tener unas características que eligen los padres -las que no son
elegidas de antemano por el Poder. De tal manera, hay seres humanos
inferiores y superiores según los genes, según la ciencia, la infalible
matemática. Según estas características genéticas, los individuos
desempeñarán una función u otra. El problema es que Gattaca se
queda realmente corta.
Retomo en este viaje el mundo mundano.
Cuando se descubrió el Genoma Humano los mass media empezaron -de
seguro involuntariamente...- a disparar la ideología de la manipulación
genética. Con este conocimiento, podrían descubrirse vacunas para
ciertas enfermedades, incluso prevenirlas antes del nacimiento y
extirparlas. También decían que el peligro era que esta información
genética debería ser secreta -es decir propiedad del Estado- pues si no
los empresarios podrían decidir contratar a un trabajador o no
dependiendo de su campo genético; un paso más en el campo de la
contratación de los denominados "recursos humanos", que dejarían con
poca cancha a los psicólogos que hoy se encargar de evaluar a las
"piezas" humanas.
Hace unos años salió a la palestra el
caso de la clonación de una oveja. La oveja Dolly. Pero, hace escasas
semanas, salía en todos los periódicos la noticia de que un científico,
empresario de poca monta, había emprendido la primera clonación de un
ser humano. Eso si que causó alarma. La clonación es un tema
controvertido. No obstante, la clonación es un mal menor. Existen
gemelos univitelinos, y si bien su físico puede ser realmente parecido
su personalidad puede ser y es realmente diferente. En este caso
influyen más la cultura, las circunstancias... Empero, lo que el tipo
italiano éste ha hecho no es una simple clonación. Él puede ver cómo se
desarrolla el feto, corrigiendo los "errores". Se trata de una clonación
con manipulación genética, si bien bastante en precario. No obstante,
quién se cree que este fulano ha sido el primero en efectuar este tipo
de experimentos, tantos años después de lo de la oveja Dolly... ¿Qué
habrán avanzado ya las grandes instituciones privadas y públicas?
Vuelvo a los mass media, esta
misma semana volvía a especularse sobre las posibilidades de esta
biotecnología. Se comentaba que avanzaba a gran ritmo, que estaban
siendo probado con ratones de laboratorio diferentes vacunas. El
entusiasmo de los periodistas iba más allá al reconocer que se había
descubierto que el miedo que todos sufrimos era en un 50% de componente
genético. Galileo, siglos atrás, estableció la máxima de la ciega
ciencia actual: mídase todo aquello que sea mesurable, conviértase en
mesurable todo aquello que no lo sea. Ahora el miedo lo es: el miedo es
un número... o por lo menos en esta ideología tecnológica. Después de
decir esto, en boca de grandes conocedores del tema, aseguraban que se
podían combatir las fobias mendiante manipulación... pero también a los
que no tienen miedo, a los temerarios. La televisión ilustraba está
conclusión con la imagen captada por una videocámara de tráfico: un
coche adelantaba temerariamente otros automóviles en una autopista... Es
posible meterle miedo a la gente en lo que deba tenerlo, es lo que
venían a decir, ¡y se alegraban!
Entonces volvamos a la
ciencia-ficción, que poco tiene de ciencia, pero visto lo visto menos
aun tiene de ficción. Imaginemos que un día se nos dice que mediante
manipulación genética pueden las criaturas -nunca mejor dicho lo de
criaturas- nacer sin enfermedades hereditarias. ¿Quién quiere que su
hijo salga con artrosis o con el Síndrome de Down pudiendo nacer sano?
Un paso. La ideología comienza a crear una nueva cultura. De ahí a que
se manipule genéticamente para que salga sin fobias -como decía la
televisión- un solo paso. En esta continua locura quien podría parar que
se manipule partes del cerebro para que no salgan seres con psicopatías,
o simplemente violentos, o, para emplear una palabra estatal
escalofriante: que no nazcan "terroristas". Y ya, para finalizar con la
ideología vuelta costumbre y dejar en ridículo el Brave New World
de A.Huxley, la manipulación para ser un ser "feliz". Por supuesto que
el dolor y la felicidad no son mesurables y que los senderos de la
naturaleza son imprevisibles -como decía el matemático en Parque
Jurásico-. No obstante, no importa lo que sea sino lo que se crea.
No me acuerdo quién decía que, si la gente dejase de creer en el
concepto "Estados Unidos", éstos dejarían de existir; no le faltaba
razón. El problema es que somos bastante crédulos.
Stephen Hawkins, el astrofísico, decía
que, si pudiese viajar en una máquina del tiempo al año 2025 no
conocería al hombre que vería. El ser humano está en constante evolución
-para bien o para mal- el problema aquí es que se trata de que unos
pocos, con el beneplácito de la masa, ahora van a poder diseñarle un
cuerpo biológico al hombre según sus caprichos y los del mercado...
Aun me falta una tercera película por
comentar: Blade Runner. En ella, se contempla la posibilidad
precisamente de la fusión de la nanotecnología con la manipulación
genética de los seres -por llamarlos de alguna manera- naturales. Otra
posibilidad que tratar. Pero que no trataré por falta de espacio, que
vuele la imaginación de cada uno. No obstante lo interesante de Blade
Runner es también la conversión del espacio público y el urbanismo
en sí en un método perfeccionado de control social. Las cámaras de
video-vigilancia conectadas a un cerebro informático eran una realidad
en los principios de los 80 en solamente 3 ciudades de Suiza y con el
fin de controlar el tráfico. La crítica a ellas eran masiva. En España
nadie pensaba que pudiesen instaurarse, "las tirarían a pedradas". La
realidad, hoy, da la razón al Unabomber. Blade Runner hizo famoso
la identificación de las personas mediante scaner de retina: años
después, ya era una realidad en los edificios de diferentes
instituciones de tecnología punta. No obstante Blade Runner se ha
quedado muy atrás. A los perros ahora se les insertan chips para poder
controlarlos. Se especula en EEUU con insertárselos a los humanos recién
nacidos para su propia seguridad... Al igual que, con la excusa de
nuestra seguridad, dentro de poco cada rincón estará controlado por una
videocámara conectada a superordenadores que serán un auténtico
Panóptico. El GPS, la vigilancia por satélite -invento militar para la
coordinación de los comandos terrestres, utilizado por EEUU en la guerra
de Afganistán- está empezando a aplicarse a lo social. Esta técnica se
ha hecho famosa por su aplicación en las vueltas ciclistas para saber
cuando segundos separan un pelotón de otros. En EEUU, se utiliza con
otros fines: para saber dónde están los coches de los ricos y así evitar
su estravío o robo. No obstante, esta técnica se generalizará. Hace poco
en la final de a Super Bowl (de fútbol norte-americano), mediante un
sistema de cámaras conectadas a un superordenador, identificaron a los
100.000 asistentes por las facciones de sus caras: así no se colarán
terroristas en los estadios -justificaron los policías, y la empresa que
hizo este experimento se hizo de oro. Y todo esto sin contar con el
control del ciberespacio. De todas maneras, estas técnicas puede que no
mucho tiempo después de su generalización queden obsoletas. Se ha
descubierto -o eso dicen- que las cadenas de ADN son semiconductores,
como lo es el silicio de los ordenadores, y, ya puestos en lo peor, qué
nos dice que el mundo virtual y el genético no puedan en un futuro
compartir un mismo plano, dejando obsoletos los métodos de vigilancia
externos al cuerpo orgánico que he mentado.
Pero hasta aquí el control de lo
urbano. La cuestión va más lejos; es decir, la infraestructura urbana
como un medio en sí de control. Un ejemplo ilustrador en los EEUU: Los
Ángeles, año 1965. Momentos de tensión y confrontación social donde se
vaticinaban los siguientes disturbios que han llegado hasta nuestros
días. En ese año, en ese 1965, el centro de Los Ángeles pasó de ser una
zona de oficinas y negocios a ser un barrio, digamos, marginal. El nuevo
barrio empresarial se traslado de sitio por completo haciendo de su
infraestructura un auténtico complejo carcelario donde macroedificios
informatizados se convertían en las puertas de entrada y de escape del
mismo. En el 1992, en los disturbios "raciales", tras el apaleamiento de
Rodney King, ese barrio, el símbolo del poder blanco, quedó intacto.
Ahora mismo en los Ángeles, existen barrios vallados y vigilados por mil
ojos tecnológicos: el nuevo apartheid. Las cárceles son
extremadamente caras e ineficientes desde el punto de vista de la
contención social. El Estado California hace años que gasta más en
enviar a sus gentes -latinas y negras en su mayoría- a las cárceles que
en enviar a la población a la universidad. El número de presos en ese
estado crece de forma alarmante, como crece en el resto del mundo. EEUU
duplicó su población reclusa durante la década de los 90 hasta alcanzar
la impresionante cifra de 2 millones. En España, por poner un ejemplo
cercano, entre el 1984 y el 2000 el número de presos se multiplico en un
320%, si bien sin llegar a los porcentajes de población reclusa /
población total que sostiene EEUU. Las cáceles son demasiado caras -a
pesar de la explotación laboral a la que son sometidos los reos- y el
futuro es demasiado negro, hasta tal punto que algunos grupos de
sociólogos sostienen que el siglo XXI será el siglo de la desaparición
de los presidios, o mejor dicho, de su transformación. La sociedad, y en
especial las ciudades, serán las nuevas cárceles. A esto hay que añadir
que en el 2030 el 60% de la población vivirán en ciudades de más de 6
millones de habitantes, y un núcleo poblacional de ese tamaño es,
simplemente, imposible de gestionar: es necesario un nuevo urbanismo
descentralizado para hacer factible y eficiente la coerción y represión
social. De esto ya se han dado cuenta hace tiempo en Los Ángeles.
Llegados aquí, en breves líneas,
montemos el cuadro incluyendo los datos del factor que hemos apartado:
la reestructuración económica global. Volvamos a nuestro utópico 2020.
En ese año, habrá 8 mil millones de personas en el mundo -ahora hay 6-
la presión demográfica será tremenda, y, para colmo, la mayoría de la
gente vivirá en ciudades, centros del mundo, núcleos de desesperación y
violencia. El llamado "tercer mundo" constará de 6.700 millones de
personas y ese tercer mundo, globalmente, será más pobre -vivirá la
gente peor. Por otro lado el "tercer mundo" se extenderá al "primero",
tanto por migración como por la precarización de la vida: pérdida de
poder adquisitivo, de prestaciones sociales y aumento del estrés a los
que nos somete el neoliberalismo. 4 ó 5 grandes de la biotecnología
controlarán a prácticamente el 100% de los campesinos que se verán
obligados a comprarles la maquinaria y las semillas patentadas en cada
cosecha. Y esto los que trabajen, porque hoy en día hay 800 millones de
parados, la cifra más alta desde los años 30, y ésta no parece que vaya
a menos, y, de menguar, lo hará a base de condiciones de trabajo más
míseras. El problema ecológico en este 2020 ya no será un problema, será
una bomba de mecha corta; habrá guerras por el agua –según Klaus Koepfer
director general del Proyecto Medioambiental de las Naciones Unidas "La
próxima guerra mundial no será por cuestiones ideológicas, sino que
estará ligada al agua". Pero también habrá más conflictos por la
deforestación, más desertización, menos tierras cultivables; graves
problemas humanos en las urbes por el smog; calentamiento global,
capa de ozono agujereándose, simplificación de la biodiversidad de y en
los ecosistemas, etc. Por si fuera poco, el aumento de la demanda de
fuentes energéticas fósiles aumentará en un 50% hasta el 2013 y no
dejará de aumentar por décadas, según nos dicen las fuentes
gubernamentales estadounidensas. Y, hoy en día, hay 800 millones de
automóviles y la situación comienza a ser insostenible. En el 2010 China
sola aumentará la cifra en 200 millones más. ¿Duplicaremos el número de
automóviles en el 2020? ¿Cómo soportará eso este planeta teniendo en
cuenta que el coche es el principal de los factores del recalentamiento
global, entre otras cosas?. La diferencia entre ricos y pobres ha pasado
de ser 1 a 30 en los 60, a 1 a 60 en el 95, y 1 a 74 en el 2000. ¿Cuánta
será en el 2020?. Ante este panorama global: ¿Cuántos Bin Ladens
atacarán a la vez? ¿Con qué armas?. La infelicidad mundial crece a la
par que crece el consumo impulsivo y los niveles de producción, que, de
seguir así en el 2020 serán realmente alarmantes para el ecosistema.
Se puede decir que todo esto es
exagerar. ¡A los poderosos no les interesa cargarse el planeta! Pero
tengamos en cuenta una cosa. El timón de este barco que llamamos Tierra
es dirigido por unas pocas personas que controlan distintas empresas y
éstas están, además, asociadas
en enormes coaliciones como la Comisión Trilateral que aúna al 65% de
las grandes multinacionales. Jamás en la Historia existieron tales
niveles de planificación mundial -en manos privadas actualemente en su
enorme mayoría-, pero tampoco nunca está coordinación fue tan caótica.
Dos razones mueven la planificación: por un lado, las necesidades de
beneficio a corto plazo y, por el otro, la ideología personal de los
grandes dirigentes, pero es el pez se muerde la cola: la ideología de la
tecnología y de la imperiosa necesidad del capitalismo pues no hay
alternativas a él –de seguir donde están ellos- es la que los mueve.
Y, para colmo, en este cuadro tenemos
el emergente estado policial, dentro de cada estado y, a nivel global,
EEUU como militar del mundo en un futuro de pesadilla orwelliana.
Tenemos fractura social; enfrentamientos dentro del "primer mundo" y
enfrentamientos entre Norte y Sur que, además, no harán sino caldear más
los ánimos de los "primermundistas" en sus luchas contra sus respectivos
estados, pero que también fomentará la crecida de la extrema derecha
–que en estos últimos años ha notado un fuerte crecimiento en todo el
mundo occidental. Este es el cuadro y sus marcos, es decir lo que impide
que la pintura lo desborde y se una, el control social (videocámaras,
microchips...), el urbanismo-control y el control interno: la
manipulación genética del ser humano, en una sociedad cada vez más
desquiciada e injusta que, como decía, Bill Joy, será reestructurada por
la nanotecnología entendida en su sentido más amplio.
Esta charla llevaba el subtítulo de
"Alternativa a la Globalización". Pero qué es la globalización:
para mi esto es la globalización. La maquinización de la social –la
ruptura total de la sociedad orgánica- de la cual la industrialización
ha sido una penúltima estocada. La globalización es generalizar
esta maquinización de la sociedad y es la fase de consolidación de la
maquinización del propio individuo en su parte más íntima mediante la
biotecnología, y esto junto a otros métodos de control social
tecnológicos y urbanístico que hagan posible una economía
ultra-explotadora, opresora y la generalización del asalarialismo y el
vasallaje al mundo privado tecnocrático..., tanto en el espacio
geográfico como dentro del individuo. Y todo esto sin hablar de los
costes no económicos... del biocidio en curso.
Así las cosas es una estupidez tópicos
como el de Fukuyama, "El fin de las ideologías", o tópicos como el que
no se puede cambiar en mundo... ¡El mundo no va a parar de
cambiar, nunca lo ha hecho! Hay otro tópico más que ante esto me parece
una estupidez; ese tópico es el de que "quien no es revolucionario a los
20 le falta corazón y quien lo es a los 40 le falta cabeza". En el año
2020 nosotros, la generación joven, seremos los cuarentones y no nos
quedará más que ser revolucionarios o, como dice el refrán, "no tener
cabeza"... y ser reaccionarios. No habrá sitio para los que se engañan
con el cuento del "apoliticismo". Cuando hay barricadas, solo hay dos
opciones: a un lado o al otro. Es por esto que antes de pasar a la
segunda parte, la de las alternativas, acabo con una frase de un
cincuentón que sigue siendo revolucionario, John Zerzan: "O luchas o
callas. Ya no es tiempo de quejas".
2.- Un Libertarismo Verde
Creo que el modelo de sociedad
utópica, futura, ideal, no debe tener como centro la faceta económica.
Sin lugar a dudas tanto el capitalismo como muchos –no todos- de los
ideales revolucionarios surgidos en el siglo XIX pusieron esta faceta, o
mejor dicho, la interpretación pseudocientífica de la labor productiva,
es decir, la Economía Política, como piedra angular de la construcción
social; ya sea sobre la base del capital para el capitalismo, o el
trabajo para el socialismo, y esto fue así debido a la abrumante
carestía y desigualdad de los medios económicos que multiplicó la
industrialización. No obstante, para acabar con el problema económico,
por paradójico que parezca, no debe una sociedad volcar sus esfuerzos en
la Economía Política ni en su sacrosanta compañera: la tecnología. De
hecho, en este último siglo a pesar de los impresionantes avances
tecnológicos y los diferentes proyectos económicos cada vez hay más
gente que vive peor –materialmente- que ayer, y, para poner un dato
reciente que nos proporciona la ONU, en no menos de cien países la gente
hoy vive peor que hace treinta años; países, por cierto, que en estos
treinta años han pertenecido unos a la órbita capitalista y otros al mal
llamado socialismo.
La persona nueva para sociedad nueva
ya no puede ser por más tiempo el Homo Economicus si quiere
abandonar la carestía material, si no quiere destrozar el ecosistema
global y si pretende que los vaticinios expuestos anteriormente no se
vuelvan reales. Debemos imposibilitar que nuestros sueños consumistas
sean nuestras pesadillas vitales y para eso hace falta adoptar una
postura anti-economicista, humanista y ecocéntrica.
Por anti-economicista entiendo que, si
nuestros deseos más anhelados son la libertad y la felicidad –si es que
una cosa es diferente de la otra- no nos ha de importar que los niveles
de producción bajen. No nos ha de importar el crecimiento económico ni
la eficiencia productiva; tenemos que evaluar qué queremos, cómo podemos
conseguirlo y para qué, y su lado positivo y negativo, sopesarlo y
emprender la tarea de la construcción de la vida y cosas sociales. No
obstante esta postura humanista, anti-economicista, creo que debe
encontrar su complemento cultural con el ecocentrismo, antagónico tanto
del antropocentrismo como del biocentrismo.
El antropocentrismo viene a ser el
considerar el ser humano como centro de todas las cosas y, en
consecuencia, considerar la natura como un gran supermercado del cual
aprovecharse y amoldar a la forma del ser humano. Un claro ejemplo de
esto sería la cita bíblica del antiguo testamento cuando dios ordena a
Abraham que su estirpe crezca y se multiplique y se sirva de lo que el
ha puesto sobre la tierra para colmar sus deseos y necesidades. El
biocentrismo es la posición de reacción frente a las desastrosas
consecuencias de esta concepción que tan palpables son en nuestro días.
Para los biocéntricos todo ser vivo posee un valor intrínseco y,
bajo la creencia de que ninguna forma de vida es inferior o superior,
pregona la total igualdad de las especies y sus derechos. No obstante,
los derechos, el valor, la jerarquía son concepciones humanas por lo
cual, sin quererlo, están sometiendo toda forma de vida a la lógica
humana.
El ecocentrismo en contrapartida viene
a ser un término medio. Es una visión de globalidad que busca limar la
separación y confrontación entre naturaleza humana y no-humana, donde es
el ecosistema –en el que el ser humano es solamente una parte- el centro
de la concepción social. En esta perspectiva, es en la que el ser humano
ha vivido el 90 ó 95% de su historia, en forma de comunidades nómadas de
recolectores-cazadores. No obstante no es una vuelta al Pleistoceno lo
que aquí se propone.
Creo que debemos frenar la tecnología
en cuanto a la manipulación genética y el desarrollo de la Inteligencia
Artificial, pues esa tecnología una vez desencadenada es imparable,
incontrolable e impredecible, y, además, porque podemos vivir
perfectamente sin ella. No obstante, esto no quiere decir que debamos
renegar de toda tecnología, ni siquiera del avance tecnológico. Es
cierto que en una sociedad libertaria es la gente a través de sus
distintos planos y organismos de participación directa quien debe
decidir y ejecutar; pero una sociedad libertaria ecológica creo que
debería potenciar la implementación y estudio de ciertas tecnologías y
renegar de otras. Por poner un ejemplo: las fuentes de energía
renovables y poco contaminantes deben ser radicalmente potenciadas para
abandonar lo antes posible la sociedad industrial basada en el petróleo
y demás materias no renovables y altamente contaminantes, ya que este
modelo de industrialización es, simplemente, insostenible.
En cuanto al sistema legal, de
legitimidad social, el actual es una completa incoherencia. El sujeto
del derecho es el individuo; la soberanía, en cambio, corresponde a un
ente totalizante, excluyente y abstracto que es lo nacional: soberanía
nacional; y, en cambio, los sujetos patentados para practicar la
soberanía son unas élites plutocráticas que se reparten mínimamente el
poder con la casta política profesional que –en teoría- representa a los
ciudadanos y la soberanía nacional, por tanto.
Creo crucial encontrar una coherencia
en todo esto. La única que encuentro, buscando la libertad y no la
servidumbre, es que el sujeto de derecho sea el individuo, pero que el
sujeto de la soberanía y el potentado para decidir sea él mismo, el
individuo. Lo que reclamo es la soberanía, plena y total, individual. El
problema es, viviendo en sociedad, cómo es posible la soberanía
individual.
Entraré dentro de la sociedad
libertaria en un utópico municipio anarquista, pongamos por caso,
Coruña. La gente, cada uno soberano, se asociarían por puro instinto
animal con sus compañeros. De tal forma para gestionar esta ciudad de
300.000 habitantes lo normal es que en cada barrio cree su organización
de decisión y coordinación de todo lo que competa al barrio, y que estas
organizaciones de barrio manden a sus portavoces al pleno municipal para
tratar los temas que metan las asociaciones de barrio en el orden del
día de dicho pleno y que decidiendo dentro del margen de maniobra que la
asamblea de barrio les haya marcado. De esta manera, lo que se está
haciendo es compartir la soberanía personal con gente de tu entorno –de
tu barrio por ejemplo- y compartirla aun más, al llevar tu voz un
compañero al pleno del municipio. No obstante, ¿qué pasa si alguien no
está de acuerdo con determinada resolución? Puede hacer dos cosas:
acatar la resolución y seguir en ese organismo social, para bien o para
mal, o simplemente salirse de él para meterse en otro o quedarse donde
vive pero sin entrar dentro de la organización de su ciudad. De esta
manera, se podría, argumentar que la asociación no tendría por qué tener
el deber de protegerlo y de facilitarle las comodidades de la que
disfrutan los asociados. Pero esto podría ser un caos; si no goza de
protección y a alguien le da por matarlo –poniéndose en un caso extremo-
este acto no tendría ninguna repercusión. Es por esto que creo que el
objeto del derecho, como ya he dicho, es el individuo sea cual sea su
situación; por lo tanto debe de haber un tipo de carta constitucional
donde se recojan ciertos obligaciones que todo ser humano y asociación
humana deba cumplir con sus semejantes y con el medioambiente. Esta
puede ser hecha mismamente en el municipio pero sería mejor que fuese
una constitución más amplia, de un cúmulo de municipios federados
siguiendo los cánones de democracia directa definidos para la ciudad,
por ejemplo. Esta constitución, por otra parte, debe ser clara, concisa
y general de forma que fuesen innecesarios los abogados y el cuerpo
legal actual, y debería asegurar el derecho a una vida digna:
intregridad de la vida, inviolabilidad del cuerpo, comida y vivienda. No
obstante sobre esto mucho se puede discutir; muchas son las formas en
las que puede expresarse.
La célula fundamental será la libre
federación de base –de base porque cada estrato depende absolutamente
del anterior, es decir que el poder va de la circunferencia al centro,
siendo cada estrato que se sube un organismo con menos poder y con mayor
abanico de coordinación-, y, como contrapunto a estas federaciones
territoriales, deben de estar las económicas estructuradas de igual
modo; y por económicas entiendo las de productores (la mítica
autogestión industrial) y la de consumidores (autogestión de la
demanda). De tal manera, se establecería un rico juego de contrapoderes,
donde cabrían otros colectivos de base, ideológicos, sindicales, etc.,
donde fuese la base, los ciudadanos, siempre los que tuviesen las
riendas de la sociedad, sólo que con la facultad de tomarlas desde
distintos planos: el de la fábrica, en la ciudad, en la asociación de
consumidores, desde un centro social musical, etc.
De esta manera, la producción sería
dirigida por la demanda, que se realizaría a través de las sociedades de
consumidores. De esta forma, no habría miles y miles de personas
pensando qué novedad vender a la gente para el próximo año; de esta
manera, las modas se reducirían al mínimo pues no habría toda una
industria trabajando para su creación y su difusión; de esta manera, las
necesidades serían las necesidades y nos separaríamos de la loca carrera
que hoy nos impulsa a tener más cosas de las que somos adictos, que nos
llenan de insatisfacción, que nos obligan a trabajar como burros para
crearlas y que están consumiendo esté planeta.
Y hablando del trabajo, IBM nos vende
productos a un precio cuyo coste de producción es el 3% del precio de
venta; Coca-Cola mantiene ese mismo 3%; en la industria farmacéutica el
porcentaje ronda el 5%; en la de la instrumentalización mecánica el 15%;
en la industria cervecera europea el 15%. Los productos industriales
tienen un costo de producción que es menor del 10% del precio de venta.
¿Para qué estamos trabajando? ¿Para quién estamos trabajando? Esta
sociedad alienada está llena de propaganda de su propia existencia, para
reproducir –en todos los niveles- esta propaganda es para lo que estamos
trabajando. En beneficio de quién: de nadie. Hay ricos, pero ellos
también son víctimas de la demencia colectiva de esta sociedad mundial
que se esfuerza por destrozar el planeta y buscar en la tecnología, en
el prozac y la máquina, la salvación de su propia miseria,
huyendo siempre hacia delante, con la mirada puesta sobre la montaña
creciente de miserias que hasta ahora ha creado la civilización.
Hace unas semanas estuve en una
manifestación contra la Unión Europea en Oviedo. Queríamos hacer una
pancarta que impactara por el mensaje para llevar en la movilización. A
un compañero del GAP (Grupo Autónomo de Psicología) se le ocurrió un
gran eslogan y éste salió en todos los periódicos de Oviedo, este era:
"Algún día de estos vamos a mandar todo a tomar
por
culo". Y tal vez debamos hacerlo: liberar un territorio –Galiza, la
Península Ibérica... el que sea- declararnos insumisos al capitalismo.
Abandonar el productivismo, jamás intentar competir económicamente con
el capitalismo. Trabajar 3 ó 4 horas al día para producir lo que se
decida producir y cambiar drásticamente el concepto "trabajo", de forma
que no sea una autoimolación. Reconstruir las ciudades sin avenidas para
que entre ningún ejército y sin legiones de ojos electrónicos
vigilándonos; sino ciudades verdes. ¡Ningún coche en Coruña Ciudad!
¡Manzanos y carballos en la Ronda de Outeiro y en la Avenida! Transporte
por raíles: metros-tranvías con un vagón ambulancia o una vagón de
bombeo de agua para incendios. ¿Y la incineradora SOGAMA? ¿Y la fábrica
de armas?: ¡reconversión! Y de aquí en adelante, si queremos construir
una presa, una depuradora o una central hidroeléctrica, que haya un
previo debate social y se decida en plebiscito si sí o si no. Y más de
lo mismo a todos los niveles; en el pueblo decidir, qué maquinaria y
producción se va a desarrollar, qué centro social se va a hacer y con
qué actividades, ¿cuáles son los intereses de la gente del pueblo?
La cuestión es abandonar esta camino
que nos dirige al precipicio. Crear unas sociedades alternativas donde
se construya la vida social; sus puntos de encuentro, sus diversiones,
sus deberes, entre todos. Que compitan con el capitalismo en libertad,
felicidad y respeto ecológico. Y yo, por mi parte, lo tengo muy claro,
prefiero currar mucho menos y sin jefes y participando en la creación y
tener que limitarme a los bienes que produzcamos bajo esas condiciones
–que no serán pocos: ropa, ordenadores, centros sociales...- y no
matarme a currar bajo la férrea disciplina empresarial para poder
comprarme... ¿Un Cd de Tamara? ¿Un Musculator de esos?
Enviado por C.L. Oveja Negr