La vuelta al pasado (I)

Josep

...En los periodos en los que los muros parecen infranqueables estamos tentados a volver al pasado. Nos queremos ilusionar en que la barbarie del pasado no era tanta barbarie como la del presente o quizás que volviendo al pasado rectificaríamos el camino que recorrimos...

 

El capataz

Salomé

...Exponer la evolución del capataz a través del tiempo supondría escribir casi una Biblia, ya que es una de las figuras de la estratificación laboral ya presente en el antiguo Egipto, aunque sus funciones y el grado de implicación han ido adaptándose a través del tiempo y de las circunstancias...

   
   

La vuelta al pasado (I)

Josep

Consideraciones generales

La Historia es terriblemente tozuda. Pueden construir grandes muros y oponer grandes obstáculos para detenerla, pero será inútilmente. Tarde o temprano los muros se resquebrajarán y los obstáculos no podrán obstruir su camino.

En los periodos en los que los muros parecen infranqueables estamos tentados a volver al pasado. Nos queremos ilusionar en que la barbarie del pasado no era tanta barbarie como la del presente o quizás que volviendo al pasado rectificaríamos el camino que recorrimos.

El pasado lo conocemos. El camino detrás del muro que franquea nuestro futuro está por hacer.

Algunos librepensadores ya nos hablaron del miedo a la libertad.

DICEN:
"(...) Este sistema conlleva un drama cotidiano, donde millones de mujeres, niños y ancianos mueren por hambre, falta de atención médica y enfermedades prevenibles. Familias enteras son obligadas a abandonar sus hogares a consecuencia de guerras, de los impactos provocados por la imposición de modelos de desarrollo modernizadores, la pérdida de sus tierras agrícolas, los desastres ambientales, el desempleo, el debilitamiento de los servicios públicos y la destrucción de la solidaridad comunitaria. Tanto en el Sur como en el Norte luchas combativas y resistencias reivindican la dignidad de la vida" (párrafo de la declaración final del Foro Social de Porto Alegre).

He subrayado una frase de este párrafo de la declaración porque, a mi entender, es la más significativa y representativa de todo el pretendido movimiento alternativo que se desarrolla a partir de Porto Alegre bajo el lema de "Otro Mundo Es Posible". Otro Mundo Es Posible, dicen, pero nos proponen volver al pasado.

En el año 1800 más de 800.000 personas trabajaban en los telares de Inglaterra. Treinta años más tarde solamente trabajaban 200.000. A pesar de que en el año 1784 un clérigo inglés llamado Cartwright ya había inventado el primer telar mecánico, en 1813 en Inglaterra solamente habían 2.300 telares mecánicos frente a más de 200.000 telares manuales. Pero en las dos décadas posteriores el desarrollo de los telares mecánicos fue espectacular.

En el año 1700 una hiladora y un tejedor fabricaban una pieza al día. En el año 1733 se necesitaban 4 hiladores por cada tejedor que trabajaba en un telar con lanzadera volante. En el año 1764 un solo hilador gracias al "spinning jenny" podía dar trabajo a 8 tejedores. En 1785 solamente un hilador y un tejedor al frente de un telar mecánico accionado por vapor multiplicaba por 70  la producción del año 1700.

Es innegable que los modelos modernizadores se impusieron. La Humanidad debería estar orgullosa y esperanzada. Nuestra capacidad de avanzar constantemente en el dominio de la técnica para hacer más fácil nuestra vida y menos pesado nuestro trabajo por la supervivencia, nunca ha podido detenerse. Las sociedades anquilosadas y estáticas siempre han terminado derrumbándose. Solamente un gran aislamiento o una gran organización superestructural represiva y esclerotizante ha logrado que durante largos periodos de tiempo este proceso imparable se detuviera. Un larguísimo periodo feudal es una buena muestra de ello.

Los seres humanos, pero, no hemos logrado aún que estos avances repercutieran positivamente en el conjunto de nuestra sociedad. Que con rapidez se generalizaran. Nuevas sociedades de explotación han tomado el relevo a viejas sociedades de explotación. Nuevas formas de propiedad han tomado el relevo de antiguas formas de propiedad. Pero ha pesar de todo ello, hemos seguido avanzando y las condiciones que van haciendo posible romper definitivamente con las sociedades de explotación del hombre por el hombre, empujan cada día más favorablemente. Nos sentimos cada vez más ciudadanos del mundo y lo que nos une aflora con mucha más fuerza que lo que nos separa. Lo que nos separa se va derrumbando con inusitada rapidez, como un castillo de naipes. Una nueva gran revolución tecnológica fruto de un inmenso conocimiento humano que podemos aplicar positivamente a favor de nuestras vidas vuelve a empujar con fuerza imparable. La sociedad del Capital no podrá detenerla. La vuelta al pasado también es impensable.

DECIAN:

(...)" Lo que quieren los hiladores es que las máquinas automáticas que ahorran trabajo del obrero, desaparezcan. Ellas hacen ganar más del 90% al fabricante y lanzan a la miseria a los padres de familia (...) Habrían de desaparecer como escarmiento de todos aquellos que para engrandecer sus fortunas no dudan en valerse de engaños (...) de todos aquellos que piden al Gobierno una rebaja de un 25% de los derechos de entrada de estas nuevas máquinas selfactinas (...) de todos aquellos que sustituyen la maquinaria manual en donde el trabajador se ganaba su pan y el de su familia por máquinas automáticas en las que también les han excluido del trabajo y ha puesto en su lugar a mujeres y niños que pagan con sueldos irrisorios, y que llegando a la mayoría de edad también serán despedidos y reemplazados... (Manifiesto de los hiladores de Sallent, 1854).

Así fue como la gran Revolución Industrial dio lugar a un extenso movimiento, surgido en Inglaterra a comienzos del siglo XIX, destinado a impedir, por medio de la violencia, la introducción de las nuevas máquinas en la industria porque consideraban que éstas sustituirían el trabajo humano y originarían situaciones de desempleo y penuria a amplias capas de la población. Fueron numerosísimas las destrucciones de fábricas y de maquinaria durante los años 1811-12 y especialmente en 1816. El ludismo, al como se conoce este movimiento, proviene del obrero inglés Ned Lud que en 1779 destruyó un taller mecánico.

En Catalunya tuvo gran resonancia la quema de la fábrica Bonaplata (1835) y la destrucción de las máquinas automáticas en numerosas fábricas de hiladuras (1854) en pleno trienio progresista. En Barcelona y en otras ciudades industriales de Cataluña el movimiento alcanzó grandes proporciones hasta el punto de que el capitán general ordenó, en vano, a los fabricantes que transformasen las automáticas en máquinas más rudimentarias del tipo mule-jenny. En vano: la nueva maquinaria funcionaba ya en Inglaterra desde 1779 gracias a un invento de Samuel Cromton.

Podríamos escribir largamente sobre el tremendo impacto que representó la revolución industrial en las sociedades europeas. Las transformaciones en la agricultura (la arada Totherham, la trilladora Meikle, la segadora Mac Cormick, las máquinas de cosechar, etc), en el sistema fabril, en la siderurgia (las técnicas de pudelación y laminado, el convertidor de Bessemer, etc), en las comunicaciones (redes fluviales y el ferrocarril) permitieron multiplicar la eficacia y la productividad del trabajo humano y desarrollar como nunca antes fue posible los intercambios comerciales. Los 580 kilómetros de vía férrea que tenía Alemania en 1840 se convirtieron en casi 20.000 kilómetros en 1870. El comercio mundial que en el año 1800 no alcanzaba apenas los 300 millones de libras esterlinas alcanzó los 5.000 millones en el año 1900.

Del trabajo artesano, individual y aislado del siervo de la gleba pasamos al trabajo social, organizado en cooperación.

Nadie puede negar el inmenso avance de la Humanidad cuando tras un largo y costoso proceso (desde prácticamente el siglo XV) logró identificar su progreso con el progreso científico. Los fenómenos de la Naturaleza dejaban de ser imperecederos y dirigidos por el capricho de los dioses, de los agentes espirituales, de las fuerzas misteriosas, del alma o de los elegidos por los dioses. El interés por la Ciencia se popularizó, se fundaron escuelas, laboratorios, sociedades y publicaciones científicas por doquier. El afán de nuevos conocimientos impregnó la nueva sociedad nacida del derrumbe del Antiguo Régimen. Nuestro actual conocimiento científico, hasta el más avanzado, el estudio del genoma humano, tiene sus raíces en aquellos años de ruptura con el mundo feudal: A finales del siglo XVIII ya se habían elaborado métodos que estudiaban los elementos hereditarios y su transmisión cruzando diferentes variedades vegetales, antes de que el sacerdote agustino Gregorio Mendel descubriera en 1856 las leyes básicas que gobiernan la herencia en los organismos vivos.. Mendel incorporó a su trabajo sencillos tratamientos algebraicos y estadísticos que ya anticiparon la compleja maquinaria informática con la que trabajan en la actualidad grupos investigadores como los de Celera Genomics Corporation.

De la misma manera que el método científico impregnó los mecanismos de producción, en la biología, en la física en la medicina, en la farmacología, etc también lo hizo en la política o en las Ciencias sociales. Europa fue un hervidero del pensamiento humano que tuvo su punto culminante en la Revolución Francesa y en la Declaración de los Derechos del Hombre. Sus secuelas de luchas, conflictos, y revoluciones se remontan hasta la mitad del siglo XX.

Fue un hervidero del pensamiento humano porque, desde el principio de las sociedades industriales, toda la esperanza de progreso y bienestar que tan rápidamente se pensó realizable (el movimiento ludista pronto se desvaneció) se turnó en miseria y desesperación.

Sustituimos una vieja sociedad de explotación por una nueva sociedad de explotación. Pasamos de siervos a trabajadores asalariados pero no salimos de la CASTA de los explotados. Cambiamos solamente de amos. Los nuevos amos, a los que ayudamos a vencer a los antiguos amos, seguían perteneciendo a la CASTA de los privilegiados. Como toda estratificación social, el sistema de castas es bastante endogámica. Un individuo nace en una determinada casta a la que pertenece toda la vida y generalmente no puede cambiarla. En ciertas circunstancias pueden mejorar o empeorar las condiciones de vida de la casta de los explotados, pero siempre sus obligaciones y su inferioridad permanecen. La endogamia en los grupos sociales que pertenecen a la casta de los privilegiados (banqueros, políticos, grandes empresarios, etc) es bastante evidente. Como en todos los grupos cerrados, formar parte de estos grupos privilegiados está muy lejos de realizarse de forma democrática: se realiza por COOPTACION. La cooptación está bien descrita en el diccionario: Sistema de elección de nuevos miembros de una junta, comunidad, asamblea, etc por designación de los miembros que ya forman parte de ella. Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!


 

El Capataz

Salomé

Capataz, encargado, supervisor y cuantos sinónimos queramos usar, el capataz es el responsable de que cualquier trabajo o tarea se realice de la mejor forma posible. Es el eslabón entre el patrón y los obreros.

El capataz fue creado para transmitir más eficazmente las órdenes ejecutivas sobre un grupo de personas a las que se suponía torpes o limitadas, y posiblemente siempre se elegía para esta función al más hábil o más inteligente. Intentar saber cuándo nació esta función sería adentrarnos en la noche de los tiempos, quizá fuese anterior a la revolución neolítica, quizá cuando la sociedad empezó a estructurarse como tal, pero, como lo conocemos hoy, posiblemente empezó con la revolución industrial y la proletarización de la sociedad.

Exponer la evolución del capataz a través del tiempo supondría escribir casi una Biblia, ya que es una de las figuras de la estratificación laboral ya presente en el antiguo Egipto, aunque sus funciones y el grado de implicación han ido adaptándose a través del tiempo y de las circunstancias.

No se le puede negar la gran responsabilidad que asume ni la importancia que tiene su función.

Ahora bien, en nuestros días, el sistema y modos que ejerce el capataz no son más que el prolongado brazo del autoritarismo que crece en el jardín de nuestra convivencia laboral. Si cada cual supiera de sus derechos y de sus obligaciones, la sociedad pasaría del capataz, del encargado o del revisor. Pero la delegación de funciones y de responsabilidades alcanza cotas alarmantes, todo en detrimento de nuestra propia personalidad. Hoy, parece que, según la estructura laboral que se quiere diseñar, la función del revisor, o/y, del revisor de los revisores sobrepasa con mucho al equipo de trabajo, tanto en una obra como en un hospital o en una oficina. Se quiere controlar tanto la base que los diseñadores del trabajo crean hasta el infinito cargos de vigilancia que, a la postre, no hacen más que encarecer la producción.

Posiblemente, el origen fue justo, escoger del conjunto el más dinámico para que organizara y supervisara el trabajo del grupo, aportando su consenso. Si lo hacía bien, se le emplazaba para repetir su gestión y queda en un eslabón más elevado de la cadena social. Con el tiempo, se institucionalizó y, posteriormente, se hizo imprescindible para cualquier trabajo formalizado, imprescindible, está claro, en una sociedad estratificada y competitiva. Se han dejado de repartir responsabilidades y de exigirlas, de ahí tanta abulia y superficialidad, "ya me resolverá los problemas alguien".

Siempre ha habido gente más hábil que otra, más voluntariosa, más abnegada, pero una cosa es trabajar o relacionarse con armonía, respeto y mutua aceptación y otra convertirse en el brazo despótico de unas órdenes diseñadas y planificadas lejos del área del trabajo y que, la mayoría de las veces, son un auténtico contrasentido con relación a la labor que se pretende realizar.

El truco estriba en que el capataz piense que está por encima del grupo al que manda por su capacidad y no por el despotismo que ejerce, aunque se le diga "autoridad". Al mismo tiempo, con esa figura se incrementa falsamente una clase media que dirige, manda y corta por donde le place... al patrón.

SaloméArriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!