El ciudadano
bienpensante no puede evitar sentirse frustrado al verse como
conejillo de indias o cobaya humana, pues hasta el momento -ahora en que
las protestas e informaciones sobre este tema parecen hacerse públicas-
a nadie le había importado, ni a las autoridades que otorgan licencias,
ni a quienes negocian con esta actividad.
Analicemos lo tendencioso y
tergiversador del panfleto de esta compañía. En él, cada palabra
parece medida para no caer en ilegalidad denunciable. Consiguen hacer
creer al usuario general -totalmente desconocedor de los conceptos que
allí se barajan como pretendido argumento- aquello que desean que crea
y piense al acabar de leer el tríptico; y todo ello –en un admirable
y trabajado ejercicio de demagogia-, evitándose afirmarlo directa y
textualmente, pues sería flagrante falsedad para quien lo entendiera.
Abunda una retórica vacía sobre el interés,
el compromiso con la vida, la salud, la naturaleza,
la seguridad del usuario, que se acompaña de fotografías
humanas, paisajes, colores, diseño y un uso reiterativo de la segunda
persona. Lástima que los hechos no sean nunca tan bonitos como nos
promete la publicidad.
Hay que destacar cómo sustituyen la
palabra radiaciones (electromagnéticas) -que no emplean en ningún
momento- por un eufemismo más neutro: emisiones. De igual manera se
evita el nombre de los distintos tipos de radiaciones en función de la
clasificación por frecuencia, denominándolas en su lugar a través de
ciertas aplicaciones de éstas. Así por ejemplo, en el esquema del
espectro electromagnético, en lugar de mencionar las radiaciones
ultravioleta, se refieren a la "cabina de bronceado", debido a
su muy conocido efecto perjudicial.
Pero el mayor despropósito lo
encontramos en la conclusión del último párrafo: "La energía
asociada a las frecuencias utilizadas por la telefonía móvil es
aproximadamente 10 millones de veces inferior al nivel a partir del cual
las emisiones electromagnéticas se consideran ionizantes, es decir,
nocivas para la salud."
De hacer caso a lo que quiere venir a
decir -al igualar radiaciones nocivas con radiaciones ionizantes-, las
no ionizantes
son innocuas. Así por ejemplo, si hacemos caso a Telefónica, podemos
conectar el microondas y poner la cabeza dentro, pues al ser una
radiación no ionizante, no hay problema, o pasarnos todo el tiempo que
queramos en la cabina de rayos ultravioleta sin mayores preocupaciones.
Sobran comentarios al respecto.
Vamos a explicar brevemente todo lo
que esta compañía debería comentar en su tríptico en lugar de estas
falsedades.
Radiaciones ionizantes son aquellas
radiaciones de alta frecuencia que al entrar en contacto con el
organismo humano, son capaces de producir en las células un grave daño
irreversible (la ionización de ciertos componentes celulares). Las
radiaciones no ionizantes -entre las que se encuentran las de
radiofrecuencia, usadas en telefonía móvil-, en cambio, no son capaces
de ionizar las células de nuestro cuerpo. Pero no por ello debe
pensarse que carecen de efectos sobre las personas.
Las radiofrecuencias son radiaciones
de frecuencia comprendida entre 100 KHz y 300 MHz. Las radiofrecuencias
tienen dos tipos de efectos: térmicos y no térmicos. Los efectos
térmicos se han relacionado con efectos descritos sobre el sistema
nervioso y el comportamiento, el sistema cardiovascular, efectos
oculares, neuroendocrinos, hematopoyéticos, sobre la audición,
genéticos y sobre la reproducción.
Los efectos no térmicos han sido
mucho menos estudiados, citándose entre ellos interferencias con
membranas biológicas y alteraciones en la transmisión de la
información genética a nivel de cromosomas. |