Unión Fenosa y el Tajo...de Iberdrola Pantagruel
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Corrían tiempos más limpios. A las orillas de río Tajo, los toledanos se bañaban y disfrutaban deleitándose en las playitas de fina arena, donde las aguas de tan fastuoso e histórico río celebraban, con algarabía, la coexistencia cuasi simbiótica con la ciudad. Pero el tiempo no pasa en vano, y menos aun en el transcurrir de la trepidante carrera mercantilista y capitalista que han seguido, y siguen, los estados en los que se enmarca, geopolíticamente, la cuenca del Tajo. Estados que han entristecido y, al final, vuelto en dolor la dicha de las aguas y de las personas ligadas (con respeto) al río. La cuenca del Tajo es la que soporta la mayor carga poblacional de la Península. Desde la Sierra de Albarracín en Teruel, hasta el estuario del mar de la Paja en la región de Lisboa y Valle del Tajo, sus 1007 kms. de longitud pasan, sólo en el Estado español, por 5 comunidades autónomas que computan 11 provincias, de las cuales 4 tienen su capital asentada en la cuenca del río (Guadalajara, Madrid, Toledo y Cáceres). Esto nos acerca la idea de la cantidad y magnitud de las agresiones que soporta el río, las cuales han sobrepasado (es un hecho comprobado) la capacidad de carga del ecosistema de la cuenca. Y llamo agresiones, no al aprovechamiento del Tajo como recurso (entiéndase, como la coexistencia antes citada), sino al abuso desmedido que profesan los instrumentos del capital-progreso. Vertidos de piscifactorías, de refrigeraciones de centrales térmicas, vertidos urbanos e industriales, embalses (Entrepeñas, Valdecañas, Alcántara), presas y trasvases (Tajo-Segura, menos caudal, menos capacidad de autodepuración)...todo unido a la dejadez, al escaso control que no puede garantizar la seguridad de ciertas instalaciones (demostrado en los ya demasiados "accidentes puntuales"), nos lleva a la execrable situación actual del Tajo y de otros tantos ríos. Entre 1998 y el 2000, se han producido 14 de estos "accidentes puntuales" en el estado español. El último, que comentamos aquí, es el de la central térmica de ACECA, propiedad de Unión Fenosa e Iberdrola, que vertió 25.000 litros de fuel-oil al río Tajo a su paso por la localidad de Villaseca de la Sagra. En este caso, lo que llama la atención es la sucesión de errores en los sistemas de seguridad y de alarma que se produjeron, más dignos de un serial televisivo del tipo Mr. Bean que de una moderna y sofisticada central del año 2000 (Se aseguró que el famoso "efecto" no tuvo nada que ver en este caso...¿quién sabe?, quizá habría sido una excusa, y todo arreglado). Primeramente, para situarnos y resumiendo, el vertido se produjo por un fallo de control en las instalaciones de almacenamiento de fuel-oil, seguido de un fallo en el sistema de drenaje de la cubeta de contención del tanque de almacenamiento y en los equipos de bombeo de aguas contaminadas. Ahí es ná. ¡Vamos!, que el nivel de fuel-oil sobrepasó los límites y se derramó, al fallar los tres sistemas independientes de la seguridad del tanque. El primero es un transmisor electrónico, que llega a la sala de control. Cuando el nivel de fuel es el requerido, el transmisor lo detecta y acciona la válvula de cerrado. Si ésta falla, el operario lo haría manualmente. El segundo es el sistema de boya o flecha, que marca el nivel del tanque de forma visual. Con el depósito lleno, la válvula se cierra; en caso contrario, saltaría una alarma. El tercero actúa activando unas alarmas cuando se sobrepasa una presión de columna de fuel determinada. Además de fallar todo lo dicho, el sumidero, que recogió el fuel derramado, tenía en funcionamiento una de las dos bombas extractoras que posee, precisamente la que va directa al canal de desagüe que conduce al río, y que debía haber estado desconectada. Creo que el principal problema no es la "mala suerte" (que algo de eso tuvo que haber) unida a no se sabe qué "negligencias" del operario de turno en cuestión y de los encargados de las revisiones de la maquinaria, y es, por lo demás, secundario todo el espectáculo de errores, culpas, sanciones y amenazas de cierre, con los que se pretende echar el muerto sobre los trabajadores (como si fueran unos inútiles. Sinceramente, no creo que lo fueran ni más ni menos que nadie). El principal problema es qué hacen unos depósitos de miles de litros de fuel al lado de un río, como los depósitos de disolución de ácido sulfúrico que también tiene una central térmica para no sé qué procesos necesarios para su funcionamiento. ¡Qué mierda hacen las centrales térmicas, existiendo...! Yo, en mi sano juicio, no instalaría un almacén de residuos nucleares en medio de una cocina, por muchas medidas de seguridad que se me ocurra instalar, siempre y cuando tenga el mínimo respeto hacia la cocina y hacia las personas que la usan...y, claro está, para los señores de Iberdrola y Unión Fenosa, en este caso representantes del capital, prima el almacén sobre la cocina y sobre los cocineros. La por entonces ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, aseguró: "el estado de las aguas del río es perfecto", y su compañero, Pascual Fernández, secretario de aguas, profetizó: "en dos años, la gente podrá bañarse otra vez en el Tajo". Las fochas, azulones, calamones, garzas, garcetas, carpas, carpines, así como toda la vegetación acuática y de ribera del Tajo...y yo mismo invitamos a beber un vasito de agua del Tajo, a su paso por Toledo, a la ministra, y a darse un chapuzón, el uno de agosto de este año, al secretario de aguas. |