Contraportada

La guerra de hoy

ABC

Eduardo Haro Tecglen

Perdón, pero esto no es terrorismo, ni se puede mirar con el provincianismo de José María Aznar [presidente de España] y su consigna de que todo terrorismo es igual. Éste es un episodio singular de una guerra -claro que toda guerra es terrorista e inhumana: pero el vocabulario tiene su importancia- que se recrudece desde la caída del muro de Berlín, y es la guerra del Tercer Mundo, con doctrina económica y política en lo que se llama globalización y probablemente no ocurra otro parecido nunca más.

Primero, por la reacción de defensa de quienes se creían invulnerables. Segundo, porque el enemigo no tendrá capacidad para repetirlo. No es fácil encontrar cinco pilotos de Boeing, acompañados por los soldados santos suficientes para efectuar el secuestro, decididos a morir. Tengo la sensación de que no llegaban de fuera, sino que estaban adiestrados en EEUU. La guerra del Tercer Mundo es una guerra de contención de la miseria: la del Golfo, los bombardeos sobre Irak, los de Belgrado, la utilización de Israel, forman parte de la que ha bombardeado Nueva York y Washington.

Somos vulnerables: nuestras sociedades, nuestras aglomeraciones urbanas, nuestras técnicas refinadas, nuestra creación cada vez más delicada de material ligero y nuestras finas redes nerviosas por cable y satélite son terriblemente frágiles, y se vio el martes por primera vez. No es que nada sea nuevo: los camicaces salían de una civilización elegante, nuestras bombas atómicas sobre Japón salieron de nuestros mejores sabios, Pearl Harbour fue ya Nueva York y cultura exquisita, filosófica y artista, de Alemania. Ganar aquella guerra, ganar la de la URSS, eliminar el comunismo, nos hizo creer (el plural no me representa, sino que me incluye en esta parte del mundo y en esta vulnerabilidad, todos somos neoyorquinos y me da miedo ser civil) que la historia había terminado. Toda la soberbia de esa idea salió de quienes perdieron contra el inerme Vietnam y se les olvidó.

Esta guerra de ahora es también de nuestra civilización: contra los civiles, contra los inermes. La relación de las bajas de ese ejército -quizá quince o veinte personas- con las nuestras -¿diez mil?- son económicamente rentables. La cuestión está en que la histeria, el lenguaje de los duros, se acabe pronto y empiece el del pensamiento. No será fácil. Nunca una guerra ha contado con el pensamiento: lo ha eliminado antes o mientras.

Arriba lucha antifascista

Moncho Alpuente

El ABC, que siempre ha pasado por ser un periódico conservador burgués y convencional, es en realidad un diario extravagante y petardista, conspirador y fabulador. El ABC, que ha marcado a plomo a generaciones y generaciones de derechas de toda la vida, en la defensa apasionada de los valores tradicionales, Dios, Patria y Rey, o Dios, Patria y Caudillo, cuando hizo falta, tiene en sus covachuelas pajarracos de pluma envenenada y pico suave, funcionarios de la calumnia y la difamación.

Paradigma y resumen de su modo de hacer, los coleccionistas de rarezas y deformidades deberían guardar en sus archivos algunos ejemplares de la edición de ABC correspondiente al domingo 2 de diciembre del año 2001, al día siguiente de la manifestación de la LOU. El cambio de milenio no ha sorprendido con la guardia baja a los viejos reventadores de la Casa. Aquí van algunos ejemplos:

En la fotografía de portada, una docena de manifestantes encapuchados enarbolando banderas anarquistas se enfrentan a la cámara. Ellos han sido elegidos, seleccionados en el inmenso casting de la representación por estos productores de bulos para demostrar que las "decenas de miles" de manifestantes, que, según su peculiarísimo recuento, habían salido a la calle para protestar contra la contrarreforma de la Universidad, lo habían hecho manipulados, engañados por los agentes del caos, el bloque negro de la mano negra, los feroces antiglobalizadores enmascarados y los anarquistas de la bomba redonda y de mecha de cuerda.

Entre los movilizadores de los movilizados, el ABC, citando fuentes de la policía sin especificar mucho, incluía y consideraba fundamental en el desarrollo del evento la presencia de los expertos en kale borroka de Jarrai desplazados a Madrid.

Faltaban los talibanes. Incluir entre los convocantes a los socios de AL Qaeda y a los colegas de Osama Bin Laden hubiera puesto la guinda en este pastel confeccionado al refitolero gusto de su selecta clientela.

Sobre las cifras de la manifestación, 350.000 o así, que decían los organizadores, las 50.000 que aseguraba haber contado la policía, antes de cansarse de contar, o las más de cien mil que decía EL MUNDO, por ejemplo, ninguno llegó a la sutil ambigüedad de los pequeños maquiavelos abecedarios: "decenas de miles"...de diez mil al infinito, sírvase usted mismo.

A lo mejor, es que se armaron un lío y contaron los manifestantes en euros y con redondeo.