EDITORIAL

Estamos a tiempo

S.P. del Comité Nacional

Vuelve el Gobierno a la carga con el anuncio en octubre de su intención de cambiar el período de cálculo de las pensiones y a la vez –qué casualidad- acuerda incentivar fiscalmente los fondos de pensiones. Lo que se están ahorrando en publicidad las aseguradoras.

Se repite hasta la saciedad el previsible incremento del gasto en pensiones, por el aumento de la esperanza de vida y, por la particular configuración demográfica que tiene nuestro país. Y la pregunta que se plantean los inteligentes economistas y consultores se resume en: ¿será nuestra futura tasa de crecimiento económico suficiente para financiar dicho aumento? Si la pregunta es errónea, la respuesta siempre será desatinada.

Los defensores de la capitalización obligatoria (planes de pensiones) aseguran que dicha tasa será insuficiente a causa de la falta de mano de obra por el envejecimiento de la población. De manera que nos presentan la disyuntiva de mantener el gasto en pensiones, aumentando las aportaciones de la población ocupada o mantener las aportaciones disminuyendo las pensiones, para que nos lancemos de cabeza a la "solución equilibrada": la combinación de ambas.

Nos compete a los trabajadores/as y no a los políticos y desde luego no a los economistas, cuyas predicciones son tan fiables como las de una pitonisa ante la bola de cristal, elegir lo más conveniente, que no pasa necesariamente por ninguna de las tres opciones.

Tenemos que soportar la machacona idea por parte de los expertos de que a su infalible ciencia le corresponde elegir lo más conveniente para nosotros, aunque nosotros pensamos que es exigible y es viable garantizar pensiones suficientes sin aumentar las aportaciones de los futuros trabajadores cotizantes.

Los números y la falta de independencia de juicio les lleva a la conclusión de que lo más viable y lo más inteligente es obligar por ley a cada trabajador y a cada trabajadora a descontar una parte de su renta durante el largo período de su vida laboral para invertirla en un fondo de pensiones privado.

Hay quien señala la inconstitucionalidad de esta medida, pero lo más grave es el retroceso y el engaño que supone para la clase trabajadora ligar únicamente los sistemas de pensiones de reparto al crecimiento económico, cuando la rentabilidad de los sistemas privados también lo está. Un sistema de pensiones, sea de reparto o de capitalización lo que hace es transferir renta desde las clases activas a las clases pasivas, que en su día hicieron lo propio: La cuestión que se está planteando es si la renta es suficiente para ser transferida.

Y cuando se responde negativamente, se dan soluciones muy peregrinas como el recurso de la inmigración y/o el fomento de la natalidad.

Bajo nuestro punto de vista la respuesta es positiva si aplicamos una redistribución de la renta, de la riqueza, de los beneficios: La noticia de que los bancos, Telefónica, Repsol, el Corte Inglés han aumentado espectacularmente sus ingresos llena de esperanza el futuro de las pensiones pues ya que hemos engordado a esas empresas con nuestra contención salarial, nuestra precariedad, nuestra siniestrabilidad, nuestro consumo, una parte tendría que volver a nuestro campo. Pero esa es una dirección contraria a la del liberalismo que atribuye el aumento de la inflación a la subida de salarios, que atribuye el poco crecimiento económico a los gastos sociales y a los impuestos directos, que socializa e interviene las pérdidas y privatiza/concentra los beneficios.

No hay garantía alguna de que las inversiones exteriores a las que se acabe dirigiendo dicho ahorro en forma de planes de pensiones contribuya a generar el crecimiento económico global que predican sus defensores y deja al desnudo que esta presión mediática que estamos sufriendo no está pensada para garantizar el futuro de nuestras pensiones, sino para mantener ficticiamente la rentabilidad de los fondos de pensiones existentes, ahora que los grandes inversores internacionales han hundido las economías de un buen número de países.

Para muestra de los intereses nada disimulados del binomio clase política-económica, recordemos que los planes de pensiones del sistema individual acumulaban en octubre una pérdida media en el último año del 7,39%, donde sólo los que invierten en renta fija ganan un 4,46%; mientras que los de renta variable pierden entre un 33,1% y un 17,8%.¡!

Nos proponen un mal negocio: que renunciemos al actual control social de la gestión de nuestros flacos ahorros para la vejez para entregarlos al seboso sistema financiero privado y, a cambio, nos prometerán unas más que improbables rentabilidades futuras sobre las que no tenemos ningún tipo de control, además de perder una cobertura semejante a la que tienen los pensionistas actuales.

Por si todo esto no bastara, Montoro defiende la entrada de los comités de empresa en las gestoras, se incorporaran las deducciones a las empresas aprovechando la reforma del impuesto de sociedades, y la zanahoria de los incentivos a los trabajadores que deberían incorporarse a la nueva reforma del IRPF, que el Gobierno proyecta para el año 2003, como podemos sospechar no beneficia a las rentas bajas, sino a las altas. (la presión fiscal en España es inferior en siete puntos del PIB a la media de la Unión Europea).

Como los trabajadores y sobre todo las trabajadoras han cometido el terrible pecado de no morir jóvenes, que es lo que tendrían que haber hecho si hubieran sido solidarios, por nuestra infamia, ha aumentado el número de octogenarios y aumenta el número de personas que necesita ayuda y como eso se traduce en gasto (de ahí su insolidaridad al no morirse cuando lo diga el capital) el plantel liberal está manejando otro nuevo seguro: el de dependencia.

El Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO) ya elaboró un estudio sobre la futura ley de protección económica a la dependencia.

'Tiene que haber una protección del Estado, un seguro público de dependencia que podría ser complementario con el privado, o viceversa', indicó el director general del mismo.

El director general de una compañía aseguradora sector-Salud, también indicó que 'El establecimiento de un seguro de dependencia, público o privado, permitiría mayor financiación y ahorro. También facilitaría la creación de nuevas ofertas de servicios y de puestos de trabajo', este responsable apostó por un sistema mixto (público y privado) 'con buen trato fiscal' y por una normativa "armonizada" en toda España.

Se están privatizando las áreas más jugosas del sector público: transporte, telecomunicaciones, enseñanza, sanidad, pensiones, .., ahora con la excusa del 11 de septiembre, pero antes de esa fecha ya se había despedido a más de un millón de trabajadores sólo en el propio Estados Unidos, el país del milagro económico, no se nos olvide. Y a los economistas tampoco se les ha ocurrido que esta inseguridad parece estar ligada al resto de la Reforma Laboral: precariedad o contrato a tiempo parcial. O a la reforma de la negociación colectiva en cuanto a la prevalencia del convenio de empresa que establece reserva de materias imperativas y mecanismos de descuelgue, por dificultades económicas, de las normas de obligado cumplimiento en materia de seguridad en el trabajo. (Esto último debe ir ligado a la solidaridad que supone morir joven, para el sistema de pensiones). Montoro afirma que la negociación salarial no sólo debe apoyarse en la subida de la inflación, sino también en la productividad, de manera que, si las empresas la mejoran, podrían aumentar más los salarios y menos, o nada, si la reducen.

¿Y qué harán los burosindicatos? Algo insólito: pedir el apoyo de los trabajadores para presentar 500.000 firmas. ¿Y su tan traída y llevada representación mayoritaria? ¿Dónde está?¿ Y su imaginación? Ah, ésta se reduce a pedir las 35 horas.

Hoy el 56% de los hogares españoles que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza está formado por mayores de 65 años y el futuro de los que tenemos ahora menos de esa edad puede ser peor. Si no estamos dispuestos a morir jóvenes, a aumentar la natalidad, a comer pan y agua para pagar un seguro de pensiones privado, un seguro de dependencia privado, un seguro de enfermedad privado, una escuela privada, una autopista de pago, ... Si no estamos dispuestos a morir jóvenes para solucionar el problema de nuestra vejez, aún estamos a tiempo de impedir que nos arrebaten el futuro ... ¿tenemos hoy algo más prioritario que hacer ahora?

Arriba lucha antifascista