La cuestión de la inmigración: donde se encuentra África (II) Awareness League, Nigeria Presentación a la conferencia de la AIT sobre inmigración Detrás de todas las estadísticas e índices negativos sobre las condiciones socio-económicas en los países africanos, se encuentra la inexorable realidad del colapso del sistema del estado tal como lo conocemos en el continente. Es poco sorprendente que el síndrome de los estados fracasados sea más pronunciado en África, más que en cualquier otra región o continente: Somalia, Liberia, Sierra Leona, Angola, República Centroafricana y gran parte de la región de los Grandes Lagos, la lista no tiene fin. En todas partes del continente, los estados que no han fallado exactamente, como si dijéramos, están balanceándose en el borde del precipicio. El fracaso de los estados automáticamente deja a las poblaciones sin muchas opciones, lo que culmina en que el continente sea transformado en el próximo exportador de inmigrantes, en algunos puntos de la región hasta el 60% del total mundial. Incluso dentro de la propia África, el problema de los refugiados está incrementándose de manera similar, unido al fenómeno de las personas desplazadas internamente, con consecuencias desastrosas. Mientras hace veinte años África sumaba alrededor del 20% de la población refugiada en el mundo, hoy la cifra se ha triplicado.Tampoco estos factores actúan aisladamente. La globalización como una fase distintiva del imperialismo, que ha visto a África aún más empujada desde la periferia hasta los bordes del precipicio, sólo puede apresurar la generalización de la miseria y la pobreza. Las dos razones mayores que tienden a atraer compañías multinacionales a los países más en desarrollo, son su mano de obra barata y la débil legislación en protección ambiental. Incluso el ser un gran mercado ya no constituye una razón para ser elegido como localización de fabricación. Así los países que quieren mejorar las condiciones de vida de la gente a través de salarios más altos, aumento de las responsabilidades sociales del gobierno a través de altos impuestos o aumento de los estándares ambientales, tienden a ser castigados. En otras palabras, las multinacionales motivadas por el trabajo intensivo y la polución tienden a emigrar a aquellos otros países que todavía pueden garantizar mano de obra más barata y escaso control ambiental. Las crisis financieras asiáticas de mediados de los años 90 subrayaron completamente el peligro económico al que están expuestos un número creciente de países en desarrollo mientras se acoplan totalmente dentro del sistema económico global. El aumento de los costes de mano de obra y la conciencia medioambiental en Corea del Sur y Tailandia como las economías de más rápido crecimiento de Asia, unido a la devaluación de la moneda china en 1994, dispararon el que los negocios multinacionales abandonaran sus refugios en masa por los menores costes y menor restricción ambiental de China e India para su competitividad. Al mismo tiempo Malasia, basada en la misma lógica, perdió sus refugios de producción de hardware informático por la vecina Indonesia. Indonesia más tarde perdió sus beneficios a favor de Filipinas, donde los salarios y el control de la contaminación parecían mucho menores. Como la carrera continúa, incluso Filipinas está siendo sustituida por Camboya y Vietnam para industrias de trabajo intensivo y generadoras de contaminación. La historia no es distinta en Latinoamérica, donde la mayoría de los gigantes occidentales de la manufactura se mueven de una localización a otra en búsqueda de mano de obra barata y escaso control ambiental. Un buen ejemplo sigue siendo la velocidad con la que la mayoría de las multinacionales movieron la producción de Argentina a Brasil una vez que los salarios y costes sociales de producción se abarataron en Brasil. Incluso en México, con su moderna política de mantener bajos salarios y beneficios sociales desde principios de los años 80, con la apertura de su economía al mundo, ahora está perdiendo esa posición privilegiada a favor de los vecinos países centroamericanos y caribeños que tienen pocas leyes de protección. Como ha sido el caso de otras economías en desarrollo adaptadas globalmente, estos países ahora son testigos de un inmenso crecimiento industrial sin crecimiento económico real, los efectos multiplicadores o aceleradores van gota a gota. De hecho, en esta carrera hacia el fondo, en la mayor parte de los así llamados países superestrella del mundo en desarrollo, los salarios reales se han quedado muy por detrás del crecimiento de la productividad. |