Opinión 

1901: anarquista asesina al presidente americano

Hace exactamente cien años, un 14 de septiembre, fallecía William McKinley, el entonces presidente de los Estados Unidos, tras ocho días de agonía, víctima de cuatro tiros disparados por León Czolgosz, un anarquista americano de 28 años.

Tras el hecho, León declaraba con voz entrecortada "He cumplido con mi deber, el presidente era enemigo de los buenos trabajadores, recorría el país diciendo que la propiedad reinaba en todas partes. Es un embustero. Creo que no debemos tener dirigentes. Matarlos es justo. Soy anarquista". Semanas después seria asesinado en la silla eléctrica, mientras le sujetaban a esta, León dijo que no lamentaba nada:

- He matado al Presidente porque era un enemigo de la clase trabajadora".

Tras el atentado una ola de represión se alzo contra el movimiento anarquista, Emma Goldmann fue apresada y torturada, el sentir general, manipulado por los medios, se tradujo en la anatemización del anarquismo. León, era hijo de emigrantes polacos, toda su vida vivió en la miseria, en la explotación y la opresión permanente, mientras veía como una minoría se enriquecía a costa del sudor y la sangre de la clase trabajadora. Su acción se encuadro dentro lo que se conoció como la propaganda por el hecho.

Esta había llevado a realizar ataques anarquistas contra reyes y políticos, entre los cuales destacamos los exitosos atentados que dieron muerte al Rey Humberto de Italia, ajusticiado por Breschi, a Isabel la emperatriz Austro-húngara liquidada por Luccheni, al Presidente español Cánovas ajusticiado por Miguel Angiolillo, al presidente francés Carnot asesinado por Caserío, entre otros nombres de anarquistas citamos a Ravachol, Vaillant, Emile Henry, etc.

A fines del siglo XIX el acelerado desarrollo industrial y la rápida conquista de los derechos políticos en Europa, predispusieron a los trabajadores a aceptar el reformismo parlamentario, cediendo a las piruetas domesticadoras de la social democracia. Ello hizo que el anarquismo se reduzca a una débil minoría, renunciando a militar dentro de los grandes movimientos populares, intentando mantener la pureza doctrinaria. Esto provocó su aislamiento del movimiento obrero y extravío en el sectarismo y el activismo minoritario.

En 1880, en las paginas del periódico Le Revolté, Kropotkin proclamaba "La revuelta permanente mediante la palabra, el impreso, el puñal, el fusil, la dinamita (...), todo lo que no sea legalidad es bueno para nosotros". De la propaganda por el hecho a los atentados individuales solo había un paso que no tardó en darse.

Si la defección de las masas obreras fue uno de los motivos que empujaron a los anarquistas a la acción armada individual, la "propaganda por el hecho" contribuyó, a su vez y en cierta medida, a despertar a los trabajadores aletargados. Pero, al mismo tiempo, los trabajadores que se decepcionaban del cretinismo parlamentario no se aproximaban al anarquismo por considerar que este prefería la revuelta aislada en perjuicio de la acción colectiva.

A partir del momento en que los sindicatos, mediante una lucha obstinada y realista, comenzaron a obtener resultados palpables, el anarquismo de violencia hizo cada vez menos adeptos. En todo caso significó el final de los atentados.

Figuras como la de Malatesta y Kropotkin, reconocieron su error. Este ultimo afirmaba años después " es preciso estar con el pueblo, quien ya no pide actos aislados, sino hombres de acción entre sus filas". El retorno del anarquismo a la lucha de clases fructificaría en sus paginas más gloriosas, que aún estaban por venir.

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